Cap:34. ¿Ya disfrutaste lo suficiente?.

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La imponente figura de Daniel avanzó hacia Rouss con pasos firmes y seductores, su aura desprendía una fragancia seductora de feromonas naturales que eran inhaladas por Rouss, haciendo que su cara se sonrojara cubriéndose con la cobija como si estuviera a salvo debajo de esta, dejando al descubierto solo sus ojos negros que miraban atentamente al hermoso depredador que se acercaba cada vez más a ella con evidente hambre y deseo en sus oscuros y sedientos ojos.

Al ver la acción tan tierna que hizo su mujer, las comisuras de los labios de Daniel se elevaron en una hermosa sonrisa que iluminó todo su rostro, haciendo que el corazón de Rouss saltará en su pecho retumbando sin control haciendo eco en sus oídos. Y fue gracias a este eco que entró en razón.

--¡Detente!—gritó saliendo de las cobijas con la intención de saltar de la cama y salir huyendo, pero antes que su pie pudiera tocar el piso, fue sorprendida nuevamente al escuchar un: --¡espera!—que había gritando Daniel alarmado para luego sostenerla en sus brazos.

Daniel que se había detenido al escuchar su mandato, se alarmó al verla querer salir de la cama y justamente donde aún estaban los fragmentos de vidrios esparcidos, haciendo que su cuerpo reaccionara rápidamente sosteniéndola en sus brazos.

Las manos de Rouss estaban presionadas sobre los firmes pectorales de Daniel que se sentían tan duros, suaves y calientes al tacto.

Su rostro estaba presionado sobre su cuello, donde podía oler su embriagador olor varonil y seductor, además podía sentir algo en su cadera que la presionaba.

La cara y el cuello de Rouss estaban tan rojos como un tomate, sus manos temblaron al tiempo que salía rápidamente avergonzada de los firmes brazos de Daniel quitándole la toalla en el proceso.

Los dos quedaron paralizados en su lugar sin saber como reaccionar, sin poder evitarlo, los traviesos ojos de Rouss se movieron hacia la parte inferior del cuerpo de Daniel, donde su anatomía apuntaba al cielo en todo su esplendor.

Sus ojos volvieron a recorrer todo su cuerpo que era más que sexy y perfecto, era como si hubiera sido esculpido por los mismos dioses.

Daniel apretó los dientes y los puños al percibir la mirada de Rouss, su cuerpo aún se encontraba caliente y el hecho de haberla sostenido sintiendo su respiración caliente en su cuello y oliendo la exquisita fragancia de su piel, además de sentir sus delicadas y suaves manos lo encendieron mil veces más.

Sentía que su bestia animal quería tomar el control y poseer a su mujer en ese mismo momento, pero era algo que no podía permitir que sucediera sino quería perderla para siempre.

Así que, actuando lo más natural, calmado e indiferentemente posible, tomó la pequeña toalla volviéndola a envolver en su estrecha cintura cubriendo su pequeño amigo que pedía por atención.

--¿Ya disfrutaste lo suficiente?—preguntó con voz magnética y con un toque de burla al mirar ladinamente el hermoso rastro de su mujercita que se volvía más rojo a cada segundo.

--y-yo…yo…¿Qué tonterías estas diciendo?—inquirió en respuesta tratando de sonar fría, pero su voz era temblorosa y baja. --¿Qué haces en mi habitación?. ¿Por…Porqué andas de exhibicionista?—seguía indagando con su cara roja y con sus ojos mirando en todas las direcciones menos a Daniel.

Daniel sonrió divertido, de alguna manera debía quitarse su frustración así que, ¿Porqué no burlarse de su mujercita un poco?.

--¿Qué hago aquí?— musito con voz divertida. –Tú debieras conocer mejor esa respuesta, ¿Quién fue la que se lanzo a mis brazos suplicando que  no me fuera?—agregó con voz burlona y seductora. –Te aferraste a mi como un pulpo sin querer soltarme suplicando que me quedara. Rogándome así, ¿Cómo tendría el corazón para dejarte?—volvió a decir mirando fijamente a Rouss con sus seductores ojos brillando en deleite y burla al ver lo avergonzada y tímida que se veía. ‘Es tan linda’.

Las palabras de Daniel golpearon la mente de Rouss como un trueno retumbando haciéndola recordar algunos fragmentos de la noche anterior.

Ella, ¡en verdad le había suplicado que se quedara!. ¡Le había rogado prácticamente que durmiera con ella!. ¡Por amor a Dios!, ¿acaso se había vuelto demente?. No, ¡por supuesto que no!.  ¡Todo se debía al m*aldito resfriado!, si hubiera estado en sus cinco sentidos, ¡jamás, pero jamás le hubiera pedido tal cosa!.

Y lo peor de todo era que, ¡justamente había dicho que no quería seguir debiéndole más favores, y volvió a suceder en cuestión de horas!. ¿Acaso el destino estaba en su contra?.

Al ver lo avergonzada que estaba su mujercita, Daniel se sintió mucho mejor, era tan divertido verla actuar tímidamente, tanto que quería tomarla en sus brazos y llenarla de besos.

--Ya que te has servido muy bien de mi, es hora de irme. No te molestes en agradecerme, más adelante puedes hacerlo—vocifero Daniel animadamente con un pequeña sonrisa.

--Oh, por cierto, ten cuidado al bajar de la cama, ahí fragmentos de vidrios esparcidos en el piso, le avisare a la tía Maya para que mande alguien a recogerlos—.

Justo al terminar de hablar, como si fuera invocada, sonó un golpe en la puerta para posteriormente ser abierta dejando ver la figura de la tía Maya.

--Señorita, aquí le traje los medicamentos y…-- callando al ver a Daniel y luego a Rouss que estaba toda sonrojada. –Lo siento, lo siento por interrumpir, sigan en lo suyo— dijo apresuradamente saliendo y cerrando la puerta de un golpe.

Ellos eran una pareja joven,  así que definitivamente sabían como divertirse, si seguían a ese ritmo, muy pronto un pequeño joven maestros estaría corriendo por toda la villa y los viejos maestros estarían muy felices.

Daniel y Rouss se miraron sin tener idea hasta donde la tía Maya había dejado correr sus pensamientos. La primera en reaccionar fue Rouss.

--Tía Maya no es lo que piensas—gritó Rouss saliendo de la cama para posteriormente salir de la habitación e ir tras ella y tratar de explicarle que no era lo que estaba pensando.

Daniel miró divertido la espalda de Rouss al salir apresurada detrás de la tía Maya, sabía que por más que le explicara, la tía Maya no le creería.

Con pasos perezosos salió de la habitación de Rouss, aún debía lidiar con el malestar que tenía entre las piernas y que no se había bajado por completo.



Cuando Rouss volvió a la habitación ya Daniel no estaba. Además, por más que le explico a la tía Maya esta no le creyó. Diciendo que la juventud en estos tiempos eran muy despreocupados y apasionados.

Sin más que hacer, se fue a tomar un baño, había tenido una mañana muy agitada y vergonzosa. Y además, el cuerpo de Daniel se repetía en su mente sin poder detenerlo.

Después de haberse bañado y calmado, salió de la habitación para tomar su desayuno, donde Daniel la estaba esperando con una actitud como si hace unos minutos no hubiera pasado nada.

Al mirarlo, Rouss no pudo evitar recordar que debajo de ese traje hecho a la medida, se escondía un hermoso y fornido cuerpo esculpido por los mismos dioses.

--Señorita, la vendré a buscar a las a las seis para invitarla a cenar— musito Daniel con voz suave sacando a Rouss de sus pecaminosos pensamientos.

--Oh, bueno— respondió con las mejillas ligeramente sonrojadas debido a la imagen que

INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora