cap:2. El sobre.

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–Así es Rosy, tu madre te dejó una herencia,  la cual heredaras  después que te cases– le confirmó con una sonrisa. –te pareces tanto a ella–  recalco acariciando su mejilla viendo a su querida Lilly atreves de Rouss.

–Ya es hora de tu boda mi Rosy, te veo en la ceremonia– Luisa acaricio su mejilla suavemente marchándose con un sonido de –tac–, –tac–, –tac– que dejaba el bastón al golpear el piso, siendo ayudaba por su ayudante al salir.

Su abuela era una de esas otras personas que podía contar con una mano, y por supuesto Bratt, solo ellos merecían su amor y su atención.

….

Ya era la hora, el momento había llegado, solo estaba a minutos de estar por fin casada con Bratt y ser totalmente feliz a su lado.

Un golpe en la puerta le indico que ya debía salir, con sus manos sudando y los nervios floreciendo, toma el ramo de rosas blancas para salir.        Inhalando  y exhalando  para calmar sus nervios, abre la puerta para salir, pero en ese instante es interceptada por Bratt Miller que venía a su encuentro. Sorprendida por verlo caminar hacia ella, da un paso a su encuentro.

Bratt llegó junto a ella tomándola del brazo  bruscamente,  haciendo que Rouss frunciera el ceño por el dolor, pero no dijo una palabra hasta estar nuevamente en la espaciosa habitación que estaba decorada en tonalidades blancas y doradas.

–Bratt, ¿Qué pasa?, ¿Por qué estás aquí?– indagó Rouss con una expresión confundida  en su hermoso rostro  con el ceño fruncido al ver que aún no la soltaba y seguramente le dejaría una marca. Pero no tenía tiempo para seguir pensando en esas cosas al ver el rostro frío,  decepcionado y lleno de furia de Bratt.

Jamás la había mirado así, sus miradas siempre eran suaves y llenas de cariño, siempre la trataba amable y gentilmente, haciendo con estos gestos que se enamorara de él a cada segundo.

Bratt era muy atractivo, siempre fue el más popular en la escuela y fuera de ella, sus hermosos ojos verdosos siempre llamaban la atención de cualquier mujer.

Era  atractivo, alto con un cuerpo bien trabajo.  No sabía cuántas chicas se le habían confesado o insinuaron, pero siempre las rechazaba amablemente terminando a su lado con algún tipo de conversación agradable para los dos.

Siempre fue el blanco de ataque de las demás por siempre estar a su lado, muchas la insultaban de miles maneras, llamándola de p*ta y muchas cosas más, hasta en ocasiones la buscaban agredir físicamente, pero ella no se dejaba.

Tuvo que soportar muchas cosas haciéndola templar un aire frío a su alrededor, pero, aún así, seguían gracias a su querida hermana.

Al ver su ceño fruncido a causa del fuerte agarré que tenía en su brazo, Bratt la soltó rápidamente con algo de culpa en sus ojos al ver la marca que le había dejado en su piel tan blanca.                        Pero ese malestar desapareció al recordar el motivo por el que estaba allí y no esperándola en el altar como debería ser. La furia se volvió apoderar de su atractivo rostro.

–¿Por qué Rouss?, ¿Por qué no me dijiste la verdad?, siempre he intentado creerte, estar de tu lado, pero veo que no te ha importado nunca–  gritó enojado mirándola fijamente con decepción y ojos fríos. Haciendo que Rouss se quedara pasmada en su lugar al ver su expresión.

–¿De qué estás hablando? – indaga después de haberse recuperado con una expresión confusa en su rostro.

La mujer frente a Bratt era extremadamente hermosa, sus facciones eran tan lindas y delicadas, su piel tan blanca y perfecta como el más exquisito de los jades blancos. Su esbelta figura tenía unas curvas muy definidas, sus labios tan finos y delgados, su, nariz era alta y fina, su Rosy era tan hermosa que podía cautivar a cualquiera y más cuando sonreía viéndose tan angelical. En simples palabras era tan perfecta y pura.

INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora