Cap:66. Epílogo. Ayuda inesperada.

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--Papi, papi, usemos esas diademas de cachorrito—gritó Nya apuntado en un puesto específico.

Rouss se acercó y compró las cinco diademas y se las colocaron.

--Te ves como un inofensivo chorrito. Pero en realidad eres un lobo—le susurró Rouss a Daniel viéndolo mirarla con sus profundos ojos dilatados.

--Mamá, ¿podemos subirnos en ese?—preguntó Nil apuntando un tren que se desplazaba sobre la superficie del agua interrumpiéndolos.

Al ver que era seguro, Rouss los dejo subirse.

Nya y Nil sonreían alegremente mientras daban el recorrido y Niel aunque no sonreía como sus hermanos, también se estaba divirtiendo.

Al bajarse, se subieron a muchos juegos más hasta que se hizo de noche y el parque apagó sus luces.

Al volver a la villa, los pequeños tomaron una ducha, Rouss les leyó un cuento como todas las noches y se quedaron dormidos.

Al ir a su habitación, Daniel la estaba esperando con una copa de vino en la mano, acercándose a ella con una sonrisa sexy y seductora entregándosela.

Rouss la tomó mirando los ojos hambrientos de su hombre, presentía que iba a tener una larga noche sin poder dormir.

--Mi linda esposa—dijo Daniel acariciando su mejilla viéndola cerrar los ojos e inclinado su mejilla más en su mano en busca del cálido toque.

--Daniel—susurró aún con los ojos cerrados.

--¿Quién soy?—preguntó acortando la distancia tomándola por la cintura.
--Mi hombre--.

Contento con su respuesta, termino de acortar la distancia entre ellos uniendo sus bocas saboreando el sabor del vino y la miel de sus labios.

--Te amo esposo— susurró Rouss en medio del beso.

Daniel la levantó en sus fuertes brazos dejándola sobre la cama posicionándose encima de ella, volviendo a devorar sus labios con hambre y pasión. Debía cobrar su premio y el cual disfrutaría mucho.

….

Después que Janet se había ido con Matheus fueron al hospital. La doctora le hizo la revisión y todo estaba bien como las anteriores veces.

--Jan, ¿Qué quieres almorzar?—le preguntó cálidamente su hombre.
Janet miró los ojos cálidos de Matheus que la miraban atentamente con amor recordando que al principio se rehusaba aceptar lo que estaba empezando a sentir por él.

No lo negaba por el hecho que no estuviera en su misma clase social, eso no le importa, nunca fue una mujer que menospreciaba a los demás por no ser de su mismo nivel.

Solo que sentía que aún no estaba preparada para empezar una relación, además, Matheus nunca le había dado a entender que sentía algo por ella, siempre la trataba respetuosamente y no quería que su relación se volviera incómoda al decir lo que sentía y no fuera correspondida.

Pero cada que estaba con él, sentía que estaba en casa, él lograba tranquilizarla haciéndola sentir segura. Matheus tenía el poder para controlar y hacer desaparecer sus miedos y su ansiedad cuando el maldito monstruo quería volver.

--Señorita Morton– la había llamado Matheus con una voz suave y tranquila en un determinado día que habían salido a tomar un té.

Janet lo había mirado para escucharlo preguntar: --¿Le gustaría dar un paseo?--.

Janet asintió, la tarde era fresca, el cielo se estaba oscureciendo mientras los dos caminaban uno al lado de otro en silencio.

Janet llevaba un cubre bocas y una bufanda para que no la reconocieran, de pronto se detuvo abruptamente al ver que Matheus se había detenido, mirándolo con curiosidad al verlo nervioso.

--S-señorita, usted..—callando de pronto dejándola intrigada y curiosa al ver su timidez.

--¿Pasa algo?—le preguntó curiosa.
Matheus la había mirado fijamente, haciendo que se sintiera nerviosa.

Por su parte, Matheus estaba reuniendo todo el valor para decir lo que deseaba decirle porque aún no lo tenía. De la nada, como si recibiera una ayuda inesperada, una fuerte brisa soplo moviendo el cabello de Janet y haciendo que el cubre bocas se soltará de su lado izquierdo al intentar acomodarlo tras su oreja.

El viento trajo consigo algunas hojas jugando a su alrededor haciéndola ver cómo un ángel, como una hermosa inmortal que había descendido de lo más alto.

--Hermosa—susurró acercándose a ella en una especie de hipnosis acariciando su mejilla al estar frente a ella para posteriormente besarla, dejándose llevar por sus instintos sin pensar en nada más.

Janet había sido tomada por sorpresa al ser besada sin darle tiempo de reaccionar, solo se quedó parada con su cuerpo rígido sintiendo el beso.

--Me gustas, ¿Quieres casarte conmigo?—preguntó repentinamente Matheus dejándola congelada.

Después de volver en si, Matheus retrocedió avergonzadamente, había sido un descarado al besarla primero y después hacerle la pregunta, ¡era obvio que sería rechazado!.

Antes de alejarse completamente, Janet lo sostuvo por el cuello acercándolo y volviéndolo a besar, Matheus la sostuvo por la cintura acercándola a su cuerpo y profundizando el beso.

Después de estar comprometidos, se habían casado después de un año y actualmente estaban esperando su primera hija.

--¿En qué piensas?—inquirió Matheus sacándola de sus pensamientos.

--En que fuiste muy desvergonzado al besarme sin estar en una relación—respondió con una sonrisa divertida ladinamente al ver lo tímido que se volvía.

--Pero no me arrepiento, lo volvería hacer—musito acortando la distancia y besándola.

Aunque era tímido, también era un desvergonzado.

Janet se sonrojo ocultando su cara en su pecho debido a la vergüenza ya que había personas a su alrededor.

--Descarado—susurró.

--Solo con mi hermosa esposa—dijo sonriendo.

Después de su demostración de afecto se fueron almorzar.

….

--¡Pero que pequeña es!—exclamó Nya al ver a la bebé Alice.

---Tú también eras así de pequeña—dijo Niel mirando Alice con ojos brillantes.
--¿Es cierto mami?--.

--Si, eras así de pequeña al igual que tus hermanos al nacer--.

Nya asintió pensativa mirando a sus hermanos y a Alice.

--¿Puedo cargarla?—inquirió Niel.

--Claro—dijo Janet para después acomodarle Alice suavemente en los brazos.

--Es muy hermosa—dijo Nil.

--Todas las niñas somos hermosas porque somos princesas—declaró Nya con una sonrisa mirando a la que sería su mejor amiga.

Después de haber charlado por un tiempo, Rouss se marchó cuando Daniel los fue a buscar.

--Mis dos mujeres son muy hermosas—dijo Matheus al abrazarlas y dejar un beso en sus frentes.

Janet sonrió apoyándose en su pecho –me haces muy feliz esposo, te amo--.

--Tu también me haces feliz, te amo—respondió ladeando el cuello de Janet y besándola.

INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora