Capitulo:44. Invitando inesperado.

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Los fuertes brazos del depredador estaban cruzados sobre su escultural torso en señal de enojo y protesta, no quería que su delicada presa fuera a la casa de esas serpientes venosas que tenia por familia.

--Deja de estar enojado, te prometo que me cuidare—persuadía la presa suavemente.

--Si sabes que me enoja, ¿Porqué insistes en ir?—reclamo Daniel enojado.

Rouss lo miró con ojos de cachorros suplicantes al tiempo que colocaba un hermoso puchero en sus labios, sabía que cuando obtenía esa apariencia, su hombre terminaría cediendo.

--¿Sigues enojado?—le preguntó con voz dulce mientras lo abrazaba por la cintura con las mejillas encendidas, pocas veces era la que tomaba la iniciativa de abrazarlo.

Daniel la miró con sus profundos ojos negros como la noche que rodeaba la colina, sus pupilas empezaron a dilatarse y un fuego corría por sus venas derritiendo el hielo del enojo para posteriormente desaparecerlo.

--¿Qué voy hacer contigo?—expresó derrotado abrazándola por la cintura –al menos llévate a un guardaespaldas--.

--Levantaría sospecha, no tendría como justificarlo—musito Rouss apoyada en sus brazos –además, tengo esto—agregó mostrando el brazalete.

--Prométeme que te cuidarás y me escribirás constantemente. Además de llamarme si algo llega a suceder--.

--Te lo prometo—respondió Rouss seriamente.

Daniel la alzó en sus fornidos brazos llevándola a la cama dejándola suavemente, durmiéndose abrazados a los minutos.

….

A la mañana siguiente antes de Rouss irse a la compañía, debió prometer muchas veces que se cuidaría y llamaría a cada momento.  También habían acordado que Daniel pasaría por ella a la villa para sentirse más seguro.

Después de haberlo prometido innumerables veces, ambos se fueron a sus compañía. Rouss había rechazo gentilmente que Daniel la llevara, ya que quería seguir pasando desapercibida y llegar en los lujosos coches de su esposo sería extravagante, y más si llegaban a verlo.

No era que no quisiera que supieran que era su esposo, sino que por el momento no quería que su familia se enterara para que no estuvieran a la defensiva con ella o quisieran aprovecharse del status de ser familiares del hombre más poderoso de la ciudad.

Al llegar a la oficina, Rouss fue recibida como siempre por una alegre Emma que le tenia preparando un té.

Mientras que Rouss empezaba a disfrutar de su té, en otra parte de la ciudad un opresivo presidente caminaba por los pasillos de su compañía con un aura fría y oscura, a simple vista se veía que estaba de mal humor, presos del miedo, los empleados se escondían al verlo para no estar expuestos a su congelante mirada.

Daniel se encerró en su oficina sin ánimos de hacer nada, solo pensar que su mujer estaría a merced de esa familia lo hacía sentirse asfixiado, ¿y si le hacían algo y él no estaba cerca para defenderla?.

--Señor, la junta empieza en quince minutos—informó Matheus.

Daniel lo miro fulminantemente haciéndolo estremecer, sus manos estaban empezando a sudar y sentir una frialdad recorrerle.

Tantos años y aún no se había acostumbrado al aura íntimamente de su jefe, ¡y quien lo haría!, su jefe era un hombre extremadamente poderoso y frío,  pero desde que se caso con la señorita había estado de mejor ánimo, y para que estuviera de tan mal genio, seguramente tenia que ver con ella.

Soltando un bufido, Daniel se levantó acomodándose el traje, con su ceño fruncido salió de la oficina caminando a la sala de juntas donde todos los demás lo estaban esperando.

La majestuosa figura de Daniel envuelta en frialdad entró a la calurosa habitación que se había vuelto fría en cuestión de segundos. Tomando su lugar con una postura recta e impecable ordenó con voz fría. –Empieza--.

Él asustado hombre empezó con la presentación tratando que su voz sonará firme.

--Si vuelves a presentar una b*sura como esa, date por despedido—interrumpió Daniel la presentación con voz helada e impaciente.

Él hombre tembló recogiendo las cosas para darle espacio a la siguiente presentación.



Mientras los empleados de Daniel eran aterrorizados y amenazados con ser despedidos, Rouss atendía lo mejor posible aún invitado que había llegado repentinamente.

--Rosy, me alegra que te halla estado hiendo  bien—dijo una voz varonil con un coqueteo en ella.

--¿Cómo me encontraste?— inquirió Rouss con una expresión seria.

--Sabes que no ahí nada imposible para mi, puedo saber todo lo que me proponga-- .

--Siempre tan humilde. ¿Qué estás haciendo en la ciudad?--. Preguntó frunciendo el ceño.

--Solo quise volver a mi ciudad natal, ya he estado mucho tiempo en el extranjero—le dijo guiñándole un ojo coquetamente.

Rouss miró el atractivo rostro del hombre frente a ella, había tenido la fortuna o la desgracia de conocerlo en el extranjero.

Él era un artista muy conocido a nivel nacional e internacional, muchas compañías harían cualquier cosa por tenerlo bajo su firma, pero este idiota había venido por su propia voluntad a firmar un contrato con su compañía.

--¿Qué estás tramando Cristian?, nunca haces nada sin un propósito—inquirió Rouss frunciendo el entrecejo en desconfianza.

Pocos sabían que este seductor y atractivo hombre era un hacker extraordinario, al cual le gustaban las apuestas y las carreras de autos clandestinas.

Todo lo que sabía sobre jaquear lo aprendió de él. Antes de llegar a la ciudad le estaba enseñando a manejar carros y motos de carreras.

--No seas tan desconfiada Rosy, hieres mis frágiles sentimientos. ¿Acaso no puedo querer volver a ver a la mujer de mi vida?, sabes que eres la única mujer para mi--  expresó con voz seductora y una sonrisa ladina en sus finos labios.

--Solo te pido que no me causes problemas—mascullo Rouss con los dientes apretados.

--¿Te casaste?—inquirió Cristian Williams mirando el brillante anillo en su dedo.

--No es de tu incumbencia—respondió secamente.

--Eres muy cruel Rosy, aún sabiendo que mi corazón te pertenece, ¿te casaste?—dijo con afligido dolor en su voz.

Rouss coloco los ojos en blanco, ¡siempre tan dramático!.

Después que Cristian firmara el contrato, Rouss le había pedido a Emma que le diera un recorrido por las instalaciones.

--¿Porqué no me las tú?—tanteó esperanzado Cristian.

--Estoy ocupada, ahora se ve bueno y no causes problemas--.

--¿Acaso soy un niño?—preguntó molesto.

Rouss lo miró con una expresión que decía: ¿Te atreves a preguntarlo?.

Frunciendo los labios, Cristian siguió a Emma que le indicó el camino.

Después que Rouss se quedara sola, se concentro en su trabajo, llegando así la hora de partir a la cueva de las serpientes.

Antes de irse, llamó a su hombre para tranquilizarlo, él cual le volvió a repetir que se cuidara.

También le había dicho que se le presentó una cena con unos accionistas en un restaurante un poco alejado de la villa a último momento debido a la ineficiencia de su incompetente asistente.

Rouss le había pedido que se tranquilizara, que nada iba a pasar.

Al haber llegado a las puertas de la villa, Rouss se quitó el anillo guardándolo en su cartera, no quería que se enteraran que se había casado.

Al tocar el timbre, la puerta fue abierta por la empleada llamada Stella, que al verla lo hizo con desprecio llevándola al salón.

--La primera señorita ha llegado—informó respetuosamente.

La alta, esbelta y fría figura de Rouss ingresó al salón, sorprendiéndose por un momento al ver una persona de más que no representaba nada bueno.

Una alerta se activo en su cerebro pidiéndole que se marchara, que corría peligro, pero antes de tan siquiera darse la vuelta y marcharse, fue sujetada del brazo escuchando una voz suave llamarla: --hermana--.

Rouss sentía el impulso de quitarse esas manos y limpiarse el lugar, así que tirando de su brazo se soltó de esas sucias manos.

--Hija, que bueno que ya llegaste, te presento al señor Carlos Thomson—hablo Don animadamente haciendo que Rouss se sintiera asqueada.

‘¡La estaban vendiendo otra vez a ese desagradable hombre!’.

En estos momentos estaba bajo su territorio, debía ser extremadamente cuidadosa si quería salir consiente de esa casa.

Debía avisarle a Daniel que algo no estaba bien, así sino se comunicaba con él, sabría que algo debió haber pasado.




INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora