31. Cumplido

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Capítulo 31

—¿Dónde lo dejaste? —pregunta mamá casi sin paciencia.

Levanto los cojines que están en los muebles uno por uno y los suelto sin tener cuidado. Hace media hora había recibido un mensaje de Keylan para vernos, me fui a cambiar de ropa y había dejado mi móvil por aquí o al menos es lo que recuerdo.

—Sé que lo deje por aquí mamá —suelto en un bufido.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde ese mensaje, se suponía que desde el momento en que lo envió 30 minutos después estaría afuera de mi casa.

—Te llamare —indica mamá.

—Mamá no servirá de nada, lo tengo en silencio —informo por milésima vez.

Había querido hacerlo desde el principio, pero recordé que no me gusta tener el móvil con sonido así que no servirá de nada, al menos no cuando estoy en casa.

—Entonces para que tienes celular si lo tendrás en silencio —puntualiza con enojo.

—No me gusta que haga bulla —respondo con obviedad.

—Si algo sucede ¿Cómo te enteraras a tiempo si lo tienes solo en silencio? —pregunta.

Lista para reprochar, me interrumpo a mi misma.

No encuentro fallas en su lógica.

—Siempre estoy pendiente de cualquier cosa mamá —suelto. —Necesito encontrarlo.

El claxon de un auto suena afuera de mi casa. Mi corazón deja de latir por un segundo y los nervios empiezan apoderarse de mi pobre ser.

—Debe ser tu amigo —comunica acercándose a la ventana de la sala para ver de quien se trata.

—Creo que si mamá —hablo exasperada por haber perdido el móvil.

Paso las manos por mi cabello, provocando que se despeine. No sirvió de nada haberme pasado la peinilla hace rato durante cinco minutos. Meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero beige, por costumbre.

Dentro hay un objeto rectangular, extrañada lo saco y me llevo la sorpresa de que he tenido mi móvil todo este tiempo conmigo.

Enciendo la pantalla y veo 1 llamada perdida de Keylan.

De reojo veo a mamá que sigue revisando cada rincón de la sala en busca de mi celular.

—Mamá —llamo.

Ella me observa con su ceño fruncido por un segundo y luego desvía la mirada al objeto en mi mano.

—¿Dónde estaba? —pregunta relajando su expresión.

Le dedico una sonrisa fingida y me imagino que mi expresión es como la del emoticón que suda con nerviosismo.

—En mi bolsillo —murmuro.

Mamá niega meneando lentamente la cabeza y pone las manos en sus caderas a modo de jarra.

—A veces me pregunto ¿Dónde tendrás la mente? —pregunta a modo de regaño.

—En la cabeza mamá donde más va a estar —respondo.

Esquivo un mantel que mamá lanza, que de no haberme agachado un poco hubiera ido directo a mi rostro.

Mamá tiene muy buena puntería, pero mis reflejos han mejorado en los últimos meses.

—Bueno, nos vemos después mamá —me acerco a ella y deposito un beso en su mejilla.

—Me avisas cualquier cosa y no vendrás muy tarde —ordena.

—Si señora —respondo haciendo el gesto de militar con la mano acercandola a mi cien con los dedos rectos.

¿Cómo conquistarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora