1. El estado

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Capítulo 1

Me encanta la idea del amor, pero del que es correspondido, en lo personal no he podido experimentar lo que se siente estar enamorada y que el sentimiento sea mutuo.

Aunque hay alguien que me gusta, no me dedico a vigilar cada paso que da, o su rutina diaria. No soy una chica que se enfoque en esas cosas.

Estoy sentada en el pequeño sofá de mi habitación viendo una serie romántica en mi portátil.

—No debiste decírselo—susurro para mí misma, mientras tapo mi boca con mis manos.

En el capítulo que se reproduce en la pantalla, una de las protagonistas le confiesa sus sentimientos a un chico del que se enamoró a primera vista, pero él solo se fue dejándola sola.

Ni si quiera en las novelas se puede tener un final feliz siempre. La chica durante mucho tiempo estuvo apoyándolo incluso cuando nadie más lo hizo para que él se fijara en ella, pero eso jamás ocurrió.

Mientras suena una melodía triste que acompaña la escena no puedo contener más las lágrimas que han estado amenazando con escapar de mis ojos desde que vi la escena.

Me pongo en el lugar de ella y siento un dolor en mi pecho, me siento tan mal, quisiera gritar para poder desahogarme, no entiendo porque me afecta tanto. Sin pensarlo agarro mi móvil y subo a mi estado de WhatsApp una imagen de la lluvia en mi ventana que tome ayer en la noche y escribo:

'Enamorarse es un asco'

Presiono publicar y lo lanzo de vuelta a mi cama.

Siempre es lo mismo, para despejar mi mente de mis estudios y el trabajo de medio tiempo en la cafetería veo películas, series e incluso leo libros, pero no soy buena en la elección de la trama porque siempre me meto tanto en la historia que siento lo que los personajes sienten y termino con el corazón en mil pedazos, todo por mi elección errónea.

He llorado más por rupturas y desilusiones amorosas ficticias que reales, de hecho, en toda mi vida he tenido una sola relación amorosa con mi compañero de la secundaria y únicamente duro una semana. La verdad es que no soy experta cuando se trata de amar y él me dijo que necesitaba aprender a dedicarle tiempo a la relación.

No quiero llorar más así que detengo la reproducción del episodio, tiro del cable de los auriculares y los lanzo a un lado de mi portátil, camino hacia el baño para mirar mi reflejo y borrar cualquier rastro de lagrimas en mi rostro, reacomodo mi moño que se había hecho un desastre durante la tarde, hecho un último vistazo y salgo a mi habitación.

—Elaine, ¿puedes bajar un momento? —grita mi mamá, desde la sala.

—Voy mamá —respondo.

Me pongo mis pantuflas que tienen orejas de conejo blancas con una campana. Y bajo al primer piso.

Llegando a la sala la veo con un montón de cajas a su alrededor y tiene una guirnalda roja enrollada en su cuerpo.

—Mamá que haces con esos adornos, aún faltan cuatro meses para navidad —hablo divertida señalando la guirnalda que tiene.

—Estoy buscando algo —declara rodando sus ojos.

Mi mamá es una mujer muy agradable, siempre me hace sonreír y es muy trabajadora, constantemente se ha esforzado por hacer feliz a la familia.

—Haré chocolate caliente, ¿te apetece? —digo caminando hacia la cocina.

—Uhum —afirma mamá.

Esta tan concentrada en lo que busca, que no estoy segura de sí me escucho bien, pero de todos modos nadie puede resistirse a una taza de chocolate caliente con galletas.

Termino de preparar el chocolate caliente y lo sirvo en dos tazas, pongo un paquete de galletas en un plato pequeño y luego los acomodo en mis manos para llevar todo junto; me ha servido mucho trabajar en la cafetería. Llego a la sala y coloco todo en la mesa de centro. Mamá está mirando con nostalgia una fotografía que tiene en las manos.

—¿Encontraste lo que buscabas mamá? —preguntó y ella me mira desorientada, pero no tarda en volver a la realidad.

—Si cariño —afirma y noto algo de tristeza en su voz —tomamos esta foto cuando tenías tres años y Dayse siete, habíamos estado viajando a donde tus abuelos en el auto y tú te quejabas tanto por el calor y Dayse del aburrimiento, así que tu papá nos llevó a un hermoso lago y te enseño a nadar.

Miro la fotografía y veo a toda mi familia feliz, Dayse abraza a papá como si fuera un mono y yo estoy en sus brazos mientras mamá sostiene la cámara en posición para tomar una selfie.

Tengo vagos recuerdos de ese día, talvez es extraño pero hay pequeñas cosas de cuando era niña que recuerdo, aun cuando se supone no deberia, a pesar de eso tengo claro de que fue uno de los días en los que más feliz me he sentido.

Mis papás son la razón por la que creo en el amor. Papá ahora está en casa de mis abuelos porque necesitaban ayuda en la cosecha de la temporada.

Me hubiera encantado verlo este fin de semana, pero no fue posible y lo entiendo, mañana tengo que volver al pequeño pueblo a unas horas de aquí en donde está ubicada la Universidad a la que asisto.

—¿Cuándo regresa papá? —pregunto.

Ya no hemos tenido paseos o aventuras en familia desde hace unos años, cuando Dayse tuvo a su hijo y por supuesto desde que empecé mi carrera universitaria.

—La semana que viene —responde con emoción.

Amo a mis padres, en sus ojos puedo ver el amor que sienten el uno por el otro, eso ha hecho que mi infancia sea hermosa.

—Talvez vayamos a visitarte luego de eso —menciona.

—Tienen que visitarme —exijo, con una sonrisa haciendo que ella se ría y alborote mi cabello o siendo más precisa mi moño. —Mamá me despeinas —me quejo alejando su mano de mí. —Ten un poco de chocolate caliente —añado entregándole la taza.

—¿Enserio lo hiciste tú? —dice enarcando una de sus perfiladas cejas. —¿En qué momento? —añade con un tono burlón.

—Mamá, ¿enserio? —digo poniendo mis ojos en blanco, si lo sé tengo esa mala costumbre.

—Estoy bromeando —dice mientras da un sorbo a su chocolate caliente.

Terminando de beber nuestras tazas, la ayudo a poner todo devuelta a su lugar y subir las cajas al ático. Después mi mamá puso en un cuadro la fotografía y la coloco en una de las estanterías del modular de la TV.

Vuelvo a mi habitación y me dejo caer sobre la cama, agarro mi celular y lo enciendo, en la pantalla se muestran varios mensajes de mis amigos. Los deslizo todos sin abrirlos, pero repentinamente llega un mensaje nuevo, antes de poder deslizarlo hacia un lado el nombre del usuario me llama la atención y me deja en un estado de shock, luego de ver por un momento la pantalla y analizar cada letra reaccionó.

—¡No me jodas! —murmuró lanzando el celular lejos de mí.

¿Cómo conquistarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora