➡️Cap.63🔙

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Nervios, muchos nervios consumen cada porción de mi piel, hasta el punto de sentirme ahogar en lo que pueda o podrá decir él.

Es que esto del amor propio es muy fácil de decir pero inverosímil por momentos, sobre todo, en cuanto tus inseguridades quieren salir a flote taladrándote el cerebro.

Pero -nuevamente- me observo en el reflejo que me devuelve el espejo y me inundan unas inmensas ganas de llorar como un pequeño niño indefenso... Pero esta vez, no de sufrimiento o de alguna especie de anhelo, sino de alegría. Genuina y auténtica felicidad que siento recorrer por cada fragmento de mi piel en cuanto me veo.

Veo a aquel chico rubio que siempre soñé ser. Un adulto repleto de inseguridades pero capaz de pararse frente al mundo y dejarse ser, aunque el miedo lo consuma por completo.

Finalmente, he aprendido a lo largo de este tiempo (más que con horas de llanto y sufrimiento) que soy genuinamente capaz. Capaz de ser, capaz de actuar, capaz de dejarme mimar y querer por aquel que le enseñó a mi corazón; el significado de la palabra "amar".

Amar, sin medias tintas, sin grises, todo multicolor. ¿Y lo mejor de todo? Es que sé que vendrán nubarrones, (porque es inevitable esquivar todas las malas situaciones) pero estoy lo suficientemente fuerte para llorar y sacar lo mejor de mí en el intento de sortear cada condenado sufrimiento.

Crecer aún más, en todo lo que implique el proceso de vivir la vida como se me dé la reverenda gana.

"Estas... Precioso es poco, Chimmi". Me habría dicho Tae cuando salimos del centro comercial y antes de despedirnos cada cual para su hogar. ¿Y les cuento algo? Me siento como él me vio. Y eso, es algo malditamente genial.

Encerrado en mi habitación, luego de llegar y ver que no había nadie a mis alrededores, me dediqué a ordenar y guardar cada una de las prendas que adquirí como un anhelado tesoro. Solo espero que el jaleo no sea tan intenso cuando mi querida Hana Teresa se de cuenta de que exprimí, a no dar más, la extensión de la tarjeta.

Y con todo ordenado incluyendo mi desastrosa pieza, me tiro encima de la cama al tomar mi celular con su pantalla levemente iluminada.

¿Se puede uno sentir morir por la taquicardia que te agarra, cuando tus latidos parecieran querer salirse de tu pecho y llevarte a volar bien alto y bien lejos?

Sí, así me siento cuando se me iluminan los ojos y leo:

<Bebé, juro que intenté no pensar en tu traicionera sonrisa🤨. Y le digo traicionera, porque en cada movimiento que realizaba ella se me cruzaba aflojándome las condenadas piernas. ¡Y sé que te estás riendo en este preciso momento! Y eso, es por lo único que vale la maldita pena cada segundo que me cagaron a pedo... Y espero ser capaz de generar muchas más de ellas, hasta que te duela la mandíbula de tanto hacerlo. (Aunque también se me ocurre otra manera de que te duela) 😏😜>

Leo y releo sintiendo explotar de amor mi maldito pecho. Porque aunque no me haya dicho que me ama, lo expresa en cada sentida palabra de afecto. ¡Hasta en sus sexuales ocurrencias! Así que rápido tecleo:

<Lo sé, soy entrañable. Y me agrada la idea de dolencia en cualquier aspecto 🙈 aunque no deberías pensar en mí cuando entrenas. ¡Mira si lastiman mi cuerpo de dios griego! Voy a tener que cuidarlo personalmente😏 y por hartas horas. Espero que puedas pagar por cada uno de mis honorarios🤨>

Y se me iluminan los ocelos cuando rápido observo un: escribiendo...

<No me des ideas que sabes cómo me pongo, solo para verte esperando por mi disposición... ¡Dios! Ya me dejaste a huevo duro. Así no se puede, yo que soy todo amor>

"Todo amor mis huevos" se me cruza en mi condenada cabeza, si nuestro amor se mide directamente proporcional a la reacción fisiológica de nuestros cuerpos. Pero cuando le voy a contestar, siento el llamado (por no decir grito) de mi querida Hana Teresa.

Así que rápido me observo en el espejo, mientras tecleo un <Todo amor, espero que te guste mi sorpresa♥️> Y saliendo como si me llevará el diablo, me encuentro de lleno con mis padres compartiendo un cálido abrazo.

Pero de inmediato, quedan como tildados en cuanto me observan, mientras a mi querida Hana Teresa se le dibuja la sonrisa más hermosa del planeta.

—¡Pá! —sale sincero mientras me acerco a su encuentro, y lo que menos esperaba es verlo derramar lágrimas mientras, fuertemente, me abraza.

A nuestro lado, mi madre nos envuelve como Koala mientras suspira como colegiala enamorada hasta que la escucho: —Mi hermoso bebé, me alegra tanto tenerte de vuelta...

Y así, compartimos un largo y tendido abrazo lleno de emociones que salen a flote, en cuanto mi padre acaricia mis mejillas llorando entre disculpas que tratan de expiar parte del peso de su angustia en estos últimos años. Por otro lado, mi madre, consuela a su ex mientras me observa con inmenso amor y un orgullo que rebasa cada fragmento de mi soma.

Y ahí, es donde dices realmente: Estamos donde debemos estar, ni más ni menos. Cómo familia que se quiere y apoya a pesar de todo lo que haya pasado en este largo y arduo tiempo.

En eso, suena el timbre del acceso, y como mi padre parece dispuesto a no dejarme respirar por un buen tiempo (mientras acaricia con sumo afecto mis suaves cabellos) es mi querida Hana Teresa la que se direcciona hasta la puerta de acceso.

Y el mundo se me detiene sobre que escucho el timbre de su cálida voz, estremeciendo cada célula de mi cuerpo.

—Pasa querido, y espero que estés preparado para ver a tu amor porque tremendo cambio de look se nos mandó -noto las palabras de mi madre largadas con exagerada emoción mientras intento salir del resguardo de los brazos de mi súper padre protector.

Y cuando lo enfrento, puedo ver como sonríe como un completo lelo, recorriendo con sus renegridos ocelos cada porción de mi estremecido cuerpo. Y sin esperar a presentarse como debería hacerlo ante mi padre, se acerca hasta tomar mis sonrojadas mejillas entre sus largos dedos para decirme a escasos centímetros de mis necesitados labios: —¡Dios! Así es como te recuerdo mi amor... Eres... tan, pero tan bello, que pareces sacado de mis más dulces sueños.

Sentir el agraciado timbre de su voz y notar cada una de sus amorosas formas, solo hacen palpitar a mí desaforado y enamorado corazón. Y sin importarme un carajo, ni mi madre, ni mi progenitor, me entrego en un genuino roce de labios... Dándole todo lo que siento y lo que soy.

Aquél chiquillo de rubios y alborotados cabellos envueltos en tonos pasteles que por fin regresó. Retornó como un hombre más seguro de si mismo y con una firme y clara convicción:

Nunca más esconderme del maldito mundo, y mostrarme tal cual soy.






































Haw, maldita sea que amo este par♥️

Gracias por pasarte, por comentar y votar 😍

Los amito mucho♥️

&quot;Si Pudiera ser ella&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora