➡️Cap.27🔙

572 111 72
                                    

El retumbe de un desconocido sonido aturde mis oídos. Y siento como pesan mis ojos, mis piernas, mi tronco, mi cuerpo completo de pies a cabeza. Así que agarro la almohada en donde tengo apoyada mi cabeza y la revoleo a lo soga de rodeo, recibiendo un exasperado quejido a consecuencia de mi hazaña.

Y ahí, en ese instante, abro lo más que puedo mis ojos. Inundando enseguida mi mente en recuerdos de un fogoso sueño que tiene como protagonista a una noche repleta de húmedos roces sumamente placenteros. Y en donde un tremendo dios griego me pegó un follón de aquellos por cada agujero de mi cuerpo... salvándose la nariz y las orejas porque no les llegó el momento.

Pero cuando quiero incorporar mi cuerpo para despertarlo por completo de su sexi noche de ensueño, un dolor sordo me traspasa la condenada cadera. ¡Y maldita sea! Ni que le hubiera pegado, de veras, duro y parejo por largas y extensas horas como un maldito conejo.

—Levántate dormilón y pégate un baño, que yo me encargo del almuerzo —dice una remolona voz a mi costado, que me toma por sorpresa.

Esa voz... Esa agraciada voz significa que morí y estoy en el bendecido cielo, o estoy follado, de veras, en la maldita casa de Jung Kook.

Y ahí, se me vienen como flashes de las antecesores horas, cada movimiento, cada posición y excesivo desdoblamiento de mi cuerpo. Entonces, me reviso como un demente para ver si no estoy quebrado o desgarrado en alguna parte.

—¿Se puede saber qué estás haciendo? —cuestiona el hombre que me trató como basura, tirándome al maldito suelo para recogerme por horas.

—Buscando la prueba del delito para acusarte por abuso, ¿qué mierda le hiciste a mi culo?

—¿Follarte duro? —suelta el desgraciado.

Y como si fuera algún tipo de encantamiento su rasposa voz mañanera, mi miembro se pone duro como asta de bandera.

—¡Ah no querido! Ahora me la pelas —acuso a mi calenturiento amigo que no quiere darme tregua, y yo, sin sentir las condenadas piernas.

—¿Le estás hablando a...?

—¡Y no sé! ¿Qué te parece? —reclamo —. Creo que me estoy volviendo cadavérico por lo tieso, aparte de mi miembro, y encima está demás entusiasmado con el sexi timbre de tu voz por las mañanas —finalizo enfurruñado conmigo mismo mientras me cruzo de brazos exhalando un largo suspiro.

—¡Dios mío! ¿Puedes dejar de ser tan bonito? Es que no resisto... —anuncia el atrevido tatuado, levantándose de la provisoria cama y tirándose encima de mi cuerpo —. Espero que dormir en la cama te haya dado un buen descanso porque quiero desayunar primero de tu cuerpo.

¡Y señor Jesucristo! La iguana asoma furiosa por el elástico del bóxer y con su cabeza roja, mientras el tipo bufa a lo toro embravecido y yo, que me meo encima.

Y aunque me duela cada músculo de mi cuerpo, ¿no podría ser menos inoportuno?

Pero no, mi pis está que sale volando, a lo lluvia dorada, y éste que me aprieta la vejiga contra el colchón sin un ápice de duda.

—¡Wow... wow! ¡Buena toro! Pero ahora aléjate porque te juro que te orino encima —suelto de más mata pasión, pero mi naturaleza llama y si no descargo pronto, reviento mis entrañas.

—¿Es en serio? —cuestiona con una mueca enmarcada en su sexi rostro que quiero besar hasta tras pasado mañana.

—¡No! Mentira —suelto pero cuando quiere seguir besando mi cuerpo, un diminuto hilo calentito se me escapa y pega el salto con cara de total asco.

—¡Me orinaste la mano! —exclama exasperado.

—El que avisa no traiciona, hermano —le digo risueño mientras salgo volando hasta el baño...

Una vez adentro del recinto, me siento cual placer devenido de cielo (porque si me quedo parado, meo para todos lados menos el excusado). Y díganme si no les pasa, que debería ser declarado indecoroso percibir tantas sensaciones recorrer por cada terminación nerviosa de tu soma cuando sientes el éxtasis de vaciar tu vejiga por completo.

—Báñate de paso, que estamos atrasados —se escucha al otro lado de la puerta.

—Acaso ¿me estás llamando sucio? —suelto ofendido mientras reviso la dureza seca de mi estómago —. Deja nomás ¡No te atrevas a decir nada! —grito cuando percibo la misma dureza seca sobre mis renegridos cabellos.

—Por lo visto, estás revisando tu aspecto —suelta risueño y quiero cerrarle la boca a besos.

Los siguientes minutos me dedico a bañar cada recóndito lugar de mi cansina figura, utilizando una loción de baño a base de un nombre raro de aceite. Tal vez, un poco demasiado espesa para deslizarse por mi cuerpo pero le resto importancia cuando noto lo suavecito que me deja bajo el chorro de agua.

Pero a los pocos minutos siento que me sofoco y trato de regular el grifo sin ningún resultado más que sentirme completamente asfixiado. Saliendo del baño como en una bruma caliente mientras intento secar cada expuesta parte de mi acalorado cuerpo.

La maldita porquería suavecita es completamente aceitosa al tacto. ¿Quién usa una maldita loción a base de aceite que cuesta correrse para el baño?

Pero al sentir que mi calor aumenta y lo acompaña un ligero picor sobre mi pecho, muslos y cachetes. Decido mirarme al espejo, encontrándome sonrojado de pies a cabeza.

—¿Pero qué demonios? —suelto al reflejo que me devuelve el espejo —. ¡Jung Kook! —grito desesperado y rascándome las piernas a dos manos.

Y en cuestión de segundos, tengo a Jung Kook rodeando mi cuerpo con sus brazos mientras cuestiona si me duele algo. Y le comento que me pica, arde y quema por su maldita loción de baño.

Pero grande es mi sorpresa cuando me suelta: —¿Loción de baño?

Entonces, señalo el maldito frasco que utilice sobre mi cuerpo, recibiendo un regaño de su parte cuando anuncia sonriendo y a la vez, bastante preocupado: —¡Eso no es loción de baño Jimin! ¡Es el maldito aceite efecto calor que uso para masturbar mi pito!

De inmediato, entre refunfuñó míos y sonrisas suyas, soy depositado sobre la bañera y enjabonado de pies a cabeza mientras refriega sobre mi espalda, una esponja bien áspera de tela.

—¡¿Qué mierda?! —suelto (de la boca para afuera) con mucha bronca pero con una disposición absoluta a que drene mis penas con masajes suyos.

Los siguientes minutos me baña, cual bebito de pecho, cada rincón de mi estremecido soma ante su tacto. Diciendo que no puede creer semejante descuido de mi parte y quedándose viendo fijo hacia mis temblorosos labios.

Acortando la distancia de inmediato y transformando la tirantez que nos rodea, en un fogoso toque de labios.

















😬Solo a Jimin se le ocurre.🤣

Gracias por leer, comentar y votar 😍

Los amito mucho♥️

"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora