➡️Cap.84🔙

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Luego de comer mi grasienta comida mientras Jung Kook repetía que debía optar por alimentarme más sano porque a este paso mi corazón reventaría, que ya es hora de organizar mis comidas y no sé qué más, terminamos a los besos de más entusiasmados en el estacionamiento de donde estábamos para luego continuarlos al frente de mi hogar.

¿Cómo es posible que no me pueda saciar de su increíble sabor y textura?

¡Pero claro! Con el hermoso hombre que tengo como novio nada es suficiente, siempre quiero más . Es como si activara un maldito interruptor en mi cerebro que me dice que nunca diga "no" a nada y que me deje llevar.

Lo quiero consumir con cada fibra de mi ser cuando siento que no puedo ni quiero aflojar el fuerte agarre de mis manos sobre sus fornidos brazos o cuando se aferra todo suave y cariñoso sobre mis encendidas mejillas a flor de piel.

Y es tan condenadamente adictivo y sensual que me hace rever el motivo principal de mi existencia en esta vida terrenal. Porque les juro que siento que solo existo para él y su codiciosa complacencia.

¿Quién se atrevería a juzgar si le digo que nací para jadear por cada acto dominante suyo y mi posterior obediencia?

¡Dios! Lo necesito tanto pero tanto, que me duele desde adentro. Necesito sentir como marca mi piel por lo rudo de su tacto y mirarme al espejo deseando que la marca dure por años. Y les juro que palpita ahí abajo, boqueando vacío, a medida que su boca hace maravillas en la mía.

—D-debería irme r-retirando...

Suelta, jadeando, mi adonis personal a medida que estira mi labio inferior y aprieta las carnes de mis costados en un toque que hace estragos por todos lados.

—D-deberías... —anuncio de la misma manera, bajo, ronco y consumido por el creciente deseo que me implica su glorioso tacto —. Pero ¿quizás? Quieras pasar al baño solo por un momento — "Momento sumamente necesario". Pienso rozando apenas nuestras durezas mientras me muerdo por dentro por no pasar ahora mismo mi mano en su bragueta y frente a todo el jodido vecindario. Mirando de reojo como la vecina que sacó a pasear su perro está parada nada disimulada mientras el cachorro no hace nada.

Los ojos de Jung Kook parecen otros cuando su oscurecida mirada se torna demasiado vidriosa y compruebo que el deseo va en aumento y a un límite que roza lo insano. Esa mirada... A esa mirada la conozco. Es el puto deseo de consumirme entero haciendo estragos en mi maldito cerebro mientras me someto a su glorioso juego y me sofoco.

¿Se puede jugar con fuego y salir ileso?

¡Pero por todos los condenados Dioses del Universo! Nada me importa menos en este momento. Deseo tantas cosas que no sé bien qué deseo, solo sé que su respiración descompasada y su profunda mirada hacen estragos en mi dócil cuerpo que reclama sometimiento...

¡Maldición! Algo debe haber quedado mal en mi condenado cerebro cuando en vez de placer pienso en dolor para llegar a ello.

—Te doy un minuto para arrepentirte de darme permiso a lo que sea que imagina tu traviesa cabeza —suelta ronco y bajo Jung Kook —. Y te juro que será rápido y duro porque tengo el maldito tiempo justo.

¡Omaiga! Santo Patrono de los múltiples orgasmos, has escuchado mis ruegos...

Y no sé qué fue más veloz, si la mano de Jung Kook hurgando en mi pantalón o la apertura de la puerta... Menos mal que mi querida Hanna Teresa está afuera porque explicarle que quiero fuerte y duro y no solo sexo vainilla, se me habría complicado.

—Tienes prohibido tocarte y mucho menos, venirte sin mi consentimiento.

Exuda la orden como el demonio del sexo que es para mí y me derrito.... ¡Dios! No sé qué se ve peor, si sentirme a mil por lo duro de su mandato o rogar hacerlo mal para provocar correctivos.

Su respiración, su condenada respiración es como la un toro bravío. Imponente desde donde lo mire y con un exorbitante bulto que parece dispuesto a destrozarme.

—Manos sobre tu nuca y separa las piernas —indica empujando mis piernas con su rodilla mientras me observa y se deleita.

Vuelan los pantalones como si tuvieran vida propia por obra y gracia de Jung Kook, dejando mi mojado calzoncillo al alcance de sus labios. Pero me estremezco cuando siento la brisa de su cálida respiración sin llegar a hacer ningún contacto. Y muy por el contrario, sus manos aprietan con fuerza la piel de mis piernas para luego ascender hasta mis endurecidas tetillas que claman inertes a la nada misma bajo el intenso roce de la tela.

—Te gusta... Está claro que te gusta que te someta... Mira cómo chorreas sobre la fina tela del calzoncillo, nada más glorioso que poder inspirar tu dulce aroma cuando estás completamente duro e ido.... Tan naturalmente receptivo y mío.

Dicho esto, jadeo sobre que aprieta con fuerza una de mis tetillas mientras retuerce su dedo. ¡Y con un demonio! Presiento que me vengo en seco sin tocarme un puto pelo.

En segundo plano quedaron mis testículos cuando lo único que quiero es sentir placer extremo en mi cerebro, y si llego al orgasmo flotado e ido, lo felicito.

¡Dios! Amo la maldita situación... No sabía que necesitaba que me domine para calmar cualquier estado posterior. Y no se trata solo de sexo, que si bien, lo recibo ¡Bienvenido! Se trata de algo mucho mejor... Confianza, inaudito placer y dejarme estar bajo su manto. Dejando que tome el mandato de mi cuerpo y me haga a su parecer.

¿Cómo mierda se puede obtener semejante placer a tientas del dolor de otro? Lo puedo entender, porque el pellizco que le hace a mi tetilla fue a parar como ráfaga de adrenalina a mi pegajosa y ansiosa polla.

Soy un manojo de terminaciones nerviosas que esperan ansiosas llegar a ese lugar donde me dejo estar... Sin preocupaciones ni dudas, solo disfrute y placer... Mucho placer hasta el punto de sentir que lloro si no me toca luego de sentirme en la gloria.

—Hazme doler... Sí ¡Joder! Te necesito —suelto ido a medida que mi nivel de excitación sobrepasa cualquier función psicosomática rogando llegar a la gloria.



















Bueno, con su permiso, me retiro😏😈🤣

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"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora