➡️Cap.8🔙

647 126 14
                                    

—¡Yo no te observo! —sale escupido y sin pensarlo realmente. La más grande de todas las mentiras mientras siento arder la piel de mi avergonzado rostro —Más de lo necesario... —finalizo en un hilo de voz tratando de tapar el sol con una mano.

—Lo que digas bebé, solo agárrate que luego, aceleraré fuerte —suelta el descarado que le apasiona hacerse ver para luego echarme en cara, sin reparos, que lo observo como un maldito demente.

Los siguientes metros, trato de mantenerme en completo control de mi mismo para no pegarme a su espalda como babosa al azulejo, a medida que su motocicleta sortea diversos autos sin ninguna dificultad.

Pero bien sale a la avenida, la acrecentada acelerada me toma desprevenido; dejándome aferrado con uñas y dientes sobre su robusta cadera y aprisionando de tal manera sus extremidades inferiores que creo que me dio un calambre de imprimir tanta fuerza con mis piernas.

Al siguiente semáforo, un poco aturdido escucho a lo lejos mi supuesto llamado, y decido elevar mi cabeza mientras percibo que me maneja como muñeco de trapo. Jeon, con su varonil voz y porte, emite palabras hacia el viento que a causa del sonido del rugir del motor no logro discernir del todo. Pero lo que no pasa para nada desapercibido, es la manera en que toma mis pequeñas manos entre las fornidas suyas y las une bajo su propio tacto sobre su pecaminosa cintura.

¡Y maldita sea! Que el pecho me palpita a sobremanera al sentir su abrasadora temperatura traspasando la tela de mi fina campera. Y quiera o no, me aferro como una pequeña cría en busca del calor de aquel que lo cuida. Así que sin dudarlo, entierro mi casco sobre su amplio hombro rogando que los siguientes minutos se puedan transformar en eternos y contar con la valía de poder verlo a la cara luego.

Pero como mi traicionero cerebro es una completa porquería, se me viene a la memoria que este lugar lo ocupa aquella que tiene la dicha de aferrarse a su dermis mediante húmedos roces. Y en un intento por aclarar mis erróneas ideas trato de separarme de su tacto, pero su gran mano vuelve a deslizarme hacia adelante haciendo que inevitablemente lo abrace.

Lo siguiente que consigo es cerrar los ocelos suspirando lo que resta del trayecto como un condenado atortolado, mientras siento el desaforado latir de mí pecho que seguramente ya me habrá dejado más que expuesto... ¿Y saben qué? A esta altura, ya ni siquiera me importa.

Un imperceptible susurro retumba suavemente en mis canales auditivos... ¡Pero es qué estoy tan calentito! Que creo que hasta me costará el abrir lentamente mis ojos.

Su calor, su abrazador calor me envuelve como una manta térmica de pies a cabeza. Y creo que podría dictaminar el morir hoy, sintiendo que ya me he ganado el cielo al estar abrazado a uno de sus ángeles más calientes.

Un nuevo sonido me interrumpe de mis maravillosos pensamientos. Y decido fijar mi vista en el camino para ver si debo separarme de su cuerpo por estar arribando demasiado pronto al campus universitario. 

Pero sobre que abro mis ojos, lo primero de lo que me percato, es que no estamos más en movimiento. Lo siguiente que noto es mi cara comenzando a arder en llamas de la vergüenza por estar apretado a lo koala sobre su fornida espalda. Y hasta creo que me corre un hilo de baba por la comisura de mis labios.

—Ehhh... —sale dubitativo desde mis labios buscando la manera de salir aireado de ésta.

—Te decía que ya puedes soltarme bebé, tu blanco culito ha llegado sano y salvo, —escucho la profunda y ronca voz de Jeon que actúa como disparador de alborotadas hormonas —aunque si quieres quedarte un rato más así, no pongo objeciones... Te sientes calentito como un pequeño muñequito de peluche.

"Calentita mi poron... mejor me callo". Se me cruza en la cabeza a medida que rápido me separo casi rompiendo en llantos por la inexplicable comodidad de su espalda.

—D-deja d-de llamarme así idiota —le suelto pseudo ofendido para juntar coraje y no morir avergonzado por mis actos.

Lo siguiente que hace es atraerme veloz hacia su pecho haciéndome emitir un pequeño quejido sobre que mi lampiño pecho golpea contra el robusto suyo.

—¿Cuál de todos? ¿Calentito, muñequito o bebé? —dice el descarado, a centímetros de mi rostro. Y con un timbre de voz aún más grave mientras me observa fijo y me desprende el casco en un débil intento de mantenerme parado.

—¡Todos ellos! ¡No soy calentito! — Bueno, mi cuerpo piensa exactamente lo contrario en este bendito momento pero ese es otro tema —. Mucho menos tu muñequito o bebito —finalizo mi labia alejándome a dos metros de su cuerpo que me quema ambas cabezas por partes iguales.

—Nunca dije que fueras mío, acto fallido, "bebé" calentito.

¡Y con un demonio! ¿Este psicópata no sabe que puedo transformarme en un mutante de mantis religiosa y devorarme su cabeza? ¡Ya quisieras Park! ¡Dios mío! A este ritmo me volveré un completo idiota.

—Déjate de estupideces, me voy... —lanzo al aire para darme la vuelta velozmente con dirección hacia el salón de álgebra, queriendo darme contra la pared al ver que llego, así y todo, casi diez minutos tarde.

—Gracias por el aventón, ¿no? —grita desde el fondo y olímpicamente lo ignoro. Ni que hubiera servido para algo el aventón. Solo para conservar impregnado su aroma en mis fosas nasales y sentirme de más cálido con el recuerdo de su abrazador calor.

Al llegar al salón, automáticamente me congelo en el lugar. Primera clase con el profesor y yo ya he llegado tarde ¡Maldición!

—¿Qué estás esperando, bebé? —escucho un susurro a mis espaldas seguido de un leve empujón que abre de par en par, las puertas del salón.

—¡Bienvenidos! Y adelante ¿señores..? —cuestiona el profesor.

—Él es Park y yo, Jeon —anuncia Jungkook como si nada, arrastrándome consigo hacia el fondo bajo la atenta mirada del resto del salón.

Y la única mirada que más impacto me genera, es la de la rubia que me observa risueña. ¿Es que acaso está contenta de verme llegar con su amor? Yo me estaría carcomiendo las uñas y ya me hubiera levantado marcando territorio con una meada recargada en feromonas que dibuje un rotundo "mío" a su alrededor.

¡Maldita sea! Debo alejar a Jeon alias baja calzón de mis recurrentes pensamientos. Si sigo así, hay pocas posibilidades de que lo saque de mi tonto corazón que no hace más que suspirar enamorado deseando un poco de su amor.

Lo que resta de la hora me la paso tratando de no observar hacia ningún lado que no sea el profesor o su bendita pizarra llena de garabatos según mi escasa concentración. Y reniego para mis adentros porque justo eso es lo que no me esperaba, estar atento a cada movimiento del hombre a mi lado y no a lo que dicta el profesor de la cátedra.

Al cabo de unos momentos en donde trato de enganchar un hilo de la conversación del docente, aterriza un pequeño papel sobre mi mesa. Y al observar a todos lados, la veo justo a ella, indicándome que tome el papel y mirándome de más entusiasmada con la cuestión que sea que dictamine la nota.

"Yo, mi amorcito, Tete y tú, almuerzo ¿qué dices?"

Y me río solo del uso del pronombre personal por delante, pero no creo que ella pueda llegar a darse cuenta de ese pequeño detalle. Así que elevando mi cabeza la observo completamente esperanzada de ser algún tipo de casamentera. Y luego observo a su amigo castaño concentrado en su tarea, y debo reconocer, que no se mira nada mal.

Pero cuando mi mirada recae disimulada sobre la gran sombra a mi costado, siento un extraño dolor en el pecho que me hace suspirar añorando cualquier mierda que sea que se trae entre manos mi tonto y pobre corazón enamorado.

Y suspiro profundo una vez más hasta que escucho en un perfecto susurro: —Park, me vas a ojear.















🤣

Gracias por leer, comentar y votar 🥰

"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora