➡️Cap.6🔙

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La jornada finaliza con una cena agradable mientras mi madre rememora sus viejas épocas de instituto y educación superior.

Al contrario de su apático hijo, ella fue la chica popular, amada por todos y cada uno de sus compañeros y una de las mejores deportistas en su universidad. Creo que por eso nunca se le irá la pasión que siente por hacer fierros, en cuanto se dio cuenta que con una buena musculatura no necesitaba de contratar a otros para hacer ciertos arreglos en los que a ella se le da bien hacerlos.

Y eso es justo lo que sucede en este preciso momento. Ella tirada bajo la mesada arreglando el desagote de la pileta de la cocina mientras yo, como un tontuelo, me quedo parado de lado alcanzando las supuestas herramientas y recibiendo reprimendas cada vez que le alcanzo la equivocada.

—Es que bebé ¿A ver si te avivas? Si te pido la llave francesa y me traes una pinza, o te solicito que me alcances unos centímetros de teflón y te apareces con la sartén de hacer las papas fritas... No esperes que te diga "Papito esto no es". Te voy a decir "Hijo, a ver si puedes dejar de ser tan mamón"—suelta la Hana Teresa mientras se ríe de mis ocurrencias. Es que no ser despistado nunca fue una opción, sale por naturaleza.

Y mientras nuevamente le alcanzo la bendita llave, que de francesa tiene lo que yo de hetero, observo por la ventana de la cocina que da hacia jardín de mi vecina; un par de sombras que dentro de la obscuridad que los rodea se vuelven una.

¡Buenísimo! Debo haber cenado en demasía porque observar tanto exceso de saliva me está revolviendo las tripas. La mejor opción sería no mirar ¡Pero es que vamos! Se están tragando y les juro que desde aquí escucho los malditos chasquidos.

Pero lamentablemente, mi maldita necesidad entregada a perecer sufriendo de la envidia está más que dispuesta.

Así que sin poder evitarlo mis ojos vuelan hacia ese calenturiento par. Pareciera que se esconden ante los ojos de la progenitora de ella o se exponen directo hacia mi rango de visión. Porque en un momento dado, y dentro de lo que me permiten las penumbras de la noche, les juro que puedo sentirme yo observado y no al revés como supuestamente debería de ser.

Y a cada segundo que transcurre desearía poder estar en el bendito lugar de ella, mientras grandes manos me recorren impúdico mis formas, pero sin forzar más allá de un ardoroso toque pasional que provoque que la arboleda a nuestro alrededor se prenda fuego.

Pero no, estoy aquí, como el fortuito contador del cuento de otros que no puede dejar de padecer "queriendo" para sus adentros.

¿Por qué carajos me tuve que enamorar como un demente? A veces creo que realmente nunca fue amor verdadero por así decirlo, sino una maldita obsesión por alguien musculoso y de mirada penetrante que puede reiniciar tu Windows cuando entras en su rango de visión. Cómo si fuera un maldito error de sistema que no me deja desfragmentar mi disco duro... Y hablando de dureza...

—¡Bebé! ¿Se puede saber en qué piensas? Porque hace media hora que te estoy pidiendo que me abras la canilla —cuestiona mi madre sacándome de mi momento calenturiento y de sufrimiento autoinflingido.

—Lo siento mamá, estaba ido nada más, ahí te abro la canilla -suelto desganado y sumergido en mis propias miserias cuando debería estar en mi pieza estudiando en vez de romperme la cabeza pensando.

Pero cuando elevo mi rostro, me percato de la socarrona sonrisita que me otorga la luz de mis ojos. ¿Es que acaso disfruta haciéndome quererlo insano? Es un maldito idiota con cara bonita que le gusta hacerse ver pero pareciera que para mi débil corazón, él es un semi Dios que se parte de bueno... Solo me falta mover la colita.

—Listo —anuncia mi progenitora, saliendo del escondite de abajo de la cocina y estudiando mi acalorado rostro —. ¿Acaso tienes fiebre bebé? —consulta arrimándose a colocar su mano sobre mi frente.

"Tengo cierto ardor pero de esos que no requieren de termómetro para medir su calor" me dicta mi traicionera conciencia sabiendo a ciencia cierta que en cuanto suba a mi cuarto no me darán las manos para jalarme el condenado ganso.

—No es nada ma, me voy a estudiar arriba. ¡Y no creas que se me olvida que utilizaste una vil mentira para tenerme aquí contigo! —le digo utilizando el dedo acusador mientras ella pone sus ojos de cachorrito. Por eso de inmediato, la atraigo hacia mis brazos para recibir de su calor.

Nada como un reconfortante abrazo de aquellos que te aman sin concesiones aunque la fraternidad me dure lo que se tarda en emitir un suspiro, en cuanto me sofoco y me empiezan a llenar de babas.

—¡Ya basta Hana Teresa! Aleja tus microbios de mi bella cara —le suelto.

—Deberías cortarte un poco el pelo y sacarte estas gorras que te tapan tu bello rostro bebé ¿Sabes que hay otros colores a parte del negro no? —pregunta acariciando mi quijada.

—No empieces ma, me gusta el negro. A parte, combina con mi fantástico humor.

—Me imagino cariño, que descanses lindo y si mañana no estoy para el desayuno, recuerda usar el microondas, tengo una entrevista de trabajo temprano —me dice dándome un último beso antes de dirigirse a su recámara.

De inmediato me poso sobre la ventana percatándome de que han desistido de su libidinoso espectáculo, así que dándome la vuelta, algo desanimado porque mi masoquista conciencia quería seguir viendo a esa escultural pieza, me dirijo hacia mi cuarto.

Nada como un buen baño de agua cálida para masajear la musculatura de mi espalda y disminuir tensiones posturales o de malas costumbres. Pero al poco tiempo que me deshago de mis ropas e ingreso a la acalorada ducha, mi condenada cabeza me traslada a esas fuertes manos y tendinosas piernas, a esa sonrisa provocadora que la borraría a base de fuertes aspiraciones de saliva y a la condenada necesidad de soñar despierto con cada una de las sensaciones que me recorren por completo cuando imagino a mi cuerpo aprisionando contra el fuerte suyo.

Así que en un acto de libidinosa locura me dejó caer sobre la húmeda pared del baño mientras separo mis piernas, imaginando que sus manos me recorren lentamente mientras me susurra palabras obscenas. Y que mis dedos hundidos en mi abrazador canal son los hilos conectores para imaginarme cómo golpearía fuerte su duro miembro contra la sensible próstata de mi ansiosa cavidad.






















Bueno, bueno con este niño😏

Gracias por pasarte 🥰

Los amito mucho♥️

"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora