➡️Cap.67🔙

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Calor... Excesivo calor es lo que siento cuando la inquieta cadera de mi tatuado se menea como un maldito animal en continuo celo.

Su grandioso y cálido cuerpo me recubre de pies a cabeza mientras su lengua se encarga de delinear, un sendero directo al condenado infierno.

Y en cuanto quiero reaccionar, solo me siento tragar. Entonces, me dejo llevar por la candente succión y el eximio roce de sus pecaminosos labios... Ribetes moldeables a cada fragmento de mi boca.

Su toque... su magnífico toque transporta mi cerebro a la estratosfera. Y quiero un boca a boca que se haga uno con mi falo... ¡Maldición! Necesito sacarme estas malditas telas que me queman. Necesito sentir cómo se estremece cada parte de mi piel a medida que sus grandes dedos me moldean. Necesito sentir nuevamente, como reaccionan nuestras pieles en continua comunión.

—Maldición nene... No te das una idea de cuánto me pones.

"No, si no me he dado cuenta y pensé que era un taladro tu cadera". Pienso, pero en vez de contestar lo evidente, lo atrapo entre mis dedos apretando hasta sacarle un profundo jadeo.

—¡Chúpame ahora! con esa deliciosa boquita que te cargas.

¡Oh si señoras y señores! Aquella voz, no es la voz de mi adonis personal. Es la voz de quién ordena una urgente felación. La voz del fiel receptor de su fervor: mi voz.

Los vocablos del indecente más cambiante que movimiento de encendido lavarropas. Porque, justo ahora, a lo de que "no me vean" me lo paso por dónde no me da el sol.

Y así es cómo dibuja una sádica sonrisa en su magnífico rostro. Y no sé si predisponer mi ser al ataque cuerpo a cuerpo, o finalmente, salir corriendo. Porque en cuanto observa todo alrededor, velozmente, me traga por completo la boca.

Deseosos segundos en donde quisiera morar eternamente disfrutando de su cálido sabor. De la bendita sensación que supone entrelazar eximio nuestras lenguas mientras me hace, continuamente, el amor...

Y ahí mismo, en ese preciso instante, es en dónde me siento un mártir del deseo y del placer. Arrinconado a su merced para que me haga lo que quiera... ¡Y maldita sea! Que utilizar mi cerebro en estos momentos no es de mucha ayuda al momento de esclarecer mis ideas, al contrario, el desubicado me las alienta.

Me alienta a tomarlo desde sus fuertes y anchos hombres mientras se arrodilla. Y así luego, acariciarle su tintada cabellera. ¡Y maldita sea! Que sentir su bendita lengua mientras dibuja mi contorno sobre la engomada tela me trastoca la cabeza.

Me lleva a un estado de total embriaguez, en el que no soy capaz de hacer otra cosa más que rezar para que me permita follarle, intensamente, la boca.

Pero entonces, el desgraciado me observa... Direcciona su intensa mirada hacia mi rostro mientras destraba velozmente mi cremallera y haciendo uso de la magnífica destreza de su lengua. Y bajo ningún aspecto, pierde el resguardo del clamor de mis ocelos, que gritan que tome todo sin decir ni una sola condenada palabra.

La noche se vuelve lenta a medida que su boca erosiona con firmeza, mi grandiosa dureza. Y cada que se percibe un claro sonido acercándose al incorrecto evento. Éste, aún más se acelera. ¡Y les juro que me importa todo una mierda! Solo pienso que quiero venirme duro sobre la profundidad de su garganta a medida que me traga como succión de sopapa.

Y les juro que no puedo coordinar más mis ideas cuando, de repente, me aprieta con fuerza los sacos que me cuelgan. Extrayendo desde la profundidad de mi reseca garganta, un sonido parecido a un claro exorcismo que de espiritual no tiene nada.

Ahí, es donde se me nubla la vista mientras percibo que las bolsas que contienen a mis futuros hijos, se me quedan atoradas en mi cansina garganta... Bendita sensación de ser succionada hasta mi alma y con unas tremendas ganas de devolver la maravillosa jugada.

De inmediato, el desgraciado que está más bueno que comer pollo con la mano, se eleva, mientras disimulado me besa cerrando las puertas del infierno aquí en la tierra.

Toque suave y delicado que comparte mi sabor desde sus pecaminosos labios.

Y podría decir que la situación es aún mejor, cuando eleva sus manos y acaricia con suma ternura mis acaloradas y regordetas mejillas. Y sin un ápice de duda, envuelvo mis estremecidos brazos a su cuello, dejándome embeber del calor de su tacto y de todo lo que implica el tocarnos de esta manera.

—Deberíamos ir a casa, o a comer en su defecto, si es que todavía tienes hambre de sólido alimento —cuestiona mi tintado con su grave voz entre cortada, mientras percibo su maravillosa dureza aprisionar continuo sobre mi sensible cadera.

—Tengo hambre pero a la vez miedo... Miedo de que me perfores la arteria de la cadera y morir aquí desangrado —le suelto lo más serio posible mientras él, sonriente me observa moviendo de lado a lado su cabeza.

—Eres increíble belleza... Vamos que te llevo a uno de esos puestos que tanto te gustan. Y cuando te tenga repleto de alimento, te dejaré probar el exclusivo postre que reservé para ti... Espero que te gusten las cosas más bien saladas, por sobre las dulces.

Con mi cara reflejando un métrico poema nos retiramos de la mano. Un poco incómodo por tener el bendito pantalón engomado adosado sobre cada fragmento de mis piernas y glúteos, pero feliz por otro lado, al pescar a mi tatuado embobado con dichas curvas.

—Se ve que te gusta mucho lo que observas —suelto coqueto y altanero.

Y de inmediato, me sorprendo ante mis resueltas palabras. En otros tiempos, me habría tapado al sentirme descarado o hubiera corrido de inmediato. Pero henos aquí, completamente libre y seguro de mis actos.

Pero como toda construcción de felicidad, que es la suma de pequeños instantes, desearía no habernos topado con algunos integrantes del equipo universitario de JungKook en este preciso momento. Ya que del miedo al que dirán de él, lo suelto de inmediato mientras me siento la escoria más aprovechada y libidinosa del planeta.

Enseguida, mi tatuado frunce el ceño a medida que los chicos le cuestionan el ¿por qué? su capitán, nunca tiene tiempo para ellos. Y mientras una exuberante mujer (que creo que es una de las porristas del equipo) asemeja a una babosa en creciente etapa de celo prendiéndose del brazo de Jungkook, me enervo.

Me enojo conmigo mismo por ser tan inseguro cuando Jungkook me ha demostrado todo lo contrario en este corto período de tiempo. Así que envalentonado y como nunca me hubiera visto en otros años, me acerco y tomo su mano.

Y quisiera que un hoyo se abriera en este preciso momento, en cuanto siento que me escanean varios pares de ojos. Y de inmediato, siento deseos de soltarle la mano para salir corriendo. Pero cuando aflojo su agarre, él aprieta aún más mis dedos.

—Equipo, como verán, estoy hasta las manos con mi hermoso y amado novio. ¿No me digan qué no se habían enterado? ¿Y yo que creía que el chisme volaba rápido?

En eso, mi hermoso tatuado me acerca -aún más- a su cuerpo y me besa todo delicado. Y los nervios de perderlo o exponerlo, se me van allá a lo lejos.

Son sus manos y su tacto, su manera de hacerme visible frente al mundo que me tienen completamente enamorado. Este tipo podrá ser un intimidante y hermoso ropero por fuera, pero lo es aún más precioso cuando lo escarbas por dentro.

Pero luego, resuena un "qué asco" en mis oídos. Y lo siguiente que percibo es a mi tintado tirado en el piso mientras descarga toda su furia sobre alguien del equipo.











































No a la violencia, pero nadie se mete con nuestro pollito🤨

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Los amito mucho ♥️

"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora