➡️Cap.88🔙

193 33 7
                                    

Luego de aguantarme las ganas de correr para ver entrenando al Adonis que tengo como novio en sus súper pantaloncillos blancos recontra ajustados y pensando solo en darme el espacio necesario para luego extrañarlo, me encuentro estudiando gran parte de lo -anteriormente- investigado. Es que, concentrarme en la terminología específica de mi carrera cuando en tu cabeza asoma cualquier otra cosa, musculosa y en pelotas, está de más complicado.

Aún así, aprovecho la compañía de mi querida Hana Teresa que luego de abrir la puerta al castaño cuando regresó a casa, se pegó una buena siesta de tres horas y media. Yo, todavía me cuestiono ¿cómo es qué puede pegarle tanto a la almohada y seguir bostezando como si tuviera sueño?

—Bebé, haré más café porque debo despertar. ¿Tú quieres algo de comer? —cuestiona mi querida madre a lo que mi mente se dispersa en pensamientos de algo duro y a la vez blandito, algo redondo y a la vez, calentito.

—¡Pan tostado con manteca! —le digo, ¿qué creyeron pillos? Nada como un buen café negro con bastante grasa e hidrato de carbono incluido para acelerar mis latidos.

Nuevamente, me interno en los apuntes que dejó el castaño hasta que una notificación llama mi atención de inmediato. Es el número de Tae con un solo y escueto mensaje: "Mira por la ventana".

Y como un rayo me levanto casi tirando todo a mi paso para luego asomar mi cabeza y encontrarme a la gringa en la puerta de su casa, recibiendo a un Jung Kook algo cansado mientras le dice algo que no logra entender mi escasa capacidad de leer los labios pero de solo observar su sonrisa, me engrano. Pero como pasar desapercibido es algo que no vino configurado conmigo, la mano de Tae me saluda todo malintencionado haciendo que todos me miren y quede regalado.

Y me escondo... Me escondo como si no se hubieran dado cuenta de mi rubia cabellera asomando con mi cogote casi dislocado. Pero, de inmediato, aparezco de nuevo y correspondo el saludo recibiendo un beso volador del hombre que amo con todo mi corazón y uno de cada uno de esos amigos desquiciados. Sin perder detalle de la torcida sonrisa de la gringa y sus maquivelicos pensamientos en cuanto agarra el brazo de Jung Kook y lo arrastra hacia adentro.

Adentro y afuera... Adentro y afuera... "¡Se pueden ir todos a la mismísima mierda!" Refunfuño enojado conmigo mismo por no poder controlar la cólera que me genera ver a la gringa haciendo pucheritos hacia lo que es mío.

—Toma bebé —dice mi madre entregándome una taza de café (supuestamente) caliente ¡Y maldición! Que me quemo la jeta ya que para mi querida Hana Teresa da lo mismo para qué se necesita agua hirviendo sea café negro o un supuesto té —. En la mesa está el pan tostado con manteca... ¿Te encuentras bien? —cuestiona y no se si reír o llorar, ya que mis ojos se encuentran repletos de lágrimas por semejante quemazón que no puedo emitir una queja ante la cuestión.

Así que como puedo le digo que no pasa nada, así no empieza con su cuestionamiento para ver si voy por el lado correcto, pudiendo manejar mis tiempos de supuesta soledad como todo un correcto adulto.

Pero por dentro me retuerzo de los celos. Así mismo, trato de no pensar y dejar pasar el tiempo, ya que a la fuerza aprenderé a confiar cuando no tengo ni un solo motivo para desconfiar.

En eso, suena la típica notificación de mi teléfono y tratando de no parecer un condenado desesperado, cuento hasta diez para revisar lo que sea que me haya llegado. Y me sorprendo llenándome de amor al ver la tierna imágen que colma la pantalla de mi móvil: un Jung Kook vestido y dormido sobre el sofá con un título que dicta algo así como "No le quedó resto, pobrecito... ¿Que le hiciste más temprano? Te vamos a denunciar por abusar de su muñeco".

Y no puedo dejar de reír ante la supuesta acusación, si estos dos supieran que el abusado soy yo (y a mucho gusto) me darían la derecha, aunque a mi muñeco le estaría interesando demasiado la charla sobre sexo que queda flotando.

Entonces, apunto la cámara de mi celular para captar en una selfie la esencia de lo que estoy haciendo con un escueto escrito que detalla la realidad: "Simplemente, tratando de entender la teoría enredada que me dejó Tae". 

Apagando luego el celular, para proceder a completar lo que me propuse estudiar sin imágenes inapropiadas que se asomen como si nada.

Y cuando creo que es todo por el día de hoy, sintiéndome satisfecho de haber encontrado la vuelta para entender lo del trabajo práctico, suenan unos golpes secos en la puerta de acceso casi a la medianoche, acelerando rápidamente mi corazón.

Las probabilidades de que sea un Jung Kook remolón no son escasas, ya que tenemos bastante historial de mandarnos cagadas y pegarnos como lapa. Pero, primero, observo hacia el pasillo que da hacia la habitación de mi madre para evitar tener que dar parte a cualquier situación que no tenga ganas de explicar por el momento.

Nuevamente, suena la madera y salto de mi silla para arreglar mi alborotado cabello que no tiene acomodo alguno más que salir disparado para cualquiera lado. Luego, me acerco a la mirilla y lo observo justo ahí.

Impoluto porte de Dios griego que bosteza constantemente, tallando sus ojos de a momentos y frunciendo constantemente su ceño.

Así que aprovecho y le suelto antes de abrir del todo el acceso: —Deja de fruncir el ceño abuelito rezongón...

Recibiendo entre mis brazos a un Jung Kook que se aferra como un gigante koala mientras recita las mismas palabras una y otra vez: —¡Cariño! Te extrañe demasiado, así que cómo te tuve en sueños conmigo, aquí me tienes para dormir abrazados.









"Si Pudiera ser ella"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora