PRÓLOGO

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—¿Estas completamente seguro de esto? —sigue insistiendo Farrell que se encuentra parado junto a la puerta observando la escena.

—¡Solo déjame en paz! —grito fuerte y firme.

—Es su hermana, te matara...—murmura y después sale a paso veloz por la puerta haciendo un ruido estridente que perturba un poco mis pensamientos.

Un minuto después me quede solo con mi confundida cabeza, esa misma que una vez creyó que lo tenía todo resuelto y que lo único por lo que pensó que valía la pena continuar en ese puto lugar asqueroso paso a segundo plano y que la causa de mi posible muerte parecía más bien la razón por la cual seguir ahí.

Un pequeño sollozo me saca de mi ensimismamiento y la contemplo. Sus ojos azules, profundos e hipnotizantes me suplican y no dejan de derramar lágrimas. No puedo comprender si ese llanto es por mí, por ella o por lo que juntos comenzamos hace solo unos meses atrás.

Me levanto del largo sillón color negro que adorna mi elegante habitación y tomo asiento junto a ella en esa sombría cama negra al igual que todo lo demás incluida mi alma. Arranco la cinta que coloque en sus labios y suelta un leve quejido.

—Perdóname cariño, necesitaba un momento en silencio —le susurro despacio pegando mi labios a su frente.

—Podemos arreglar esto Carel, solo... solo suéltame —titubea.

Sé que a pesar del miedo que puede sentir hacia mí en este momento la falsa amistad que creyó que teníamos y el juego que comenzamos puede hacerle creer que voy a replantearme el plan que he ideado para ella.

—Amo la manera en la que dices mi nombre. Cuando lo dices de esa forma me dan ganas de olvidarme de todo esto y solo dejarte vivir aquí...conmigo Thai, solos tu y yo —endulzo su oído mientras tomo su mejilla con mi mano.

Puede sonar falso y puedo decirlo solo para calmarla, pero si su pequeño cerebro pudiera comprender al mío entendería que esa si sería una posibilidad. Si tan solo mi lado oscuro hubiera perdido alguna vez, pero no.

—Te amo... por favor —hablo tan despacio y tan bajo que me pareció un caricia delicada y comencé a temblar.

—No pequeña mariposa —me separo y vuelvo a profundizar en sus ojos buscando la mentira en ellos.

—Si me matas ahora vas a acabar con lo único que te separa de convertirte en el monstruo que todos creen que eres —habla firme y me derrumba un poco.

Me levanto a toda prisa de la cama mientras niego una y otra vez con la cabeza. Busco y re busco en sus ojos y lo único que veo es lo que me niego a aceptar. ¿Podría ser? ¿Ella podría amar a un ser que solo se dedicó a envolverla en su juego hasta arrastrarla a lo más bajo y querer arrancarle su último aliento?

—¡SAL DE MI PUTA CABEZA! ¡VOY A HACERLO! ¡LO HARE THAI Y NO PODRAS EVITARLO! —le grito fuerte y me giro bruscamente buscando mi cuchillo porque tengo que acabar con esto de una vez por todas. Voy a extinguir la luz de sus ojos, de sus hermosos ojos. Voy a terminar con el vuelo incansable de la hermosa mariposa.

—Hazlo entonces si eso te hará sentirte mejor contigo mismo, alimenta al monstruo —me giro con el cuchillo empuñado en la mano y mi mente debatiéndose.

¿Matarla o no? ¿Qué vas a hacer muerte?...

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora