LIBRE

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THAI

Llevaba días ignorándome. Pasaba de entablar cualquier tipo de conversación conmigo desde que mis pensamientos salieron como vomito verbal de mi boca.

El sombrío sujeto que vivía en la casa de mi hermano me evitaba desde la conversación nocturna que tuvimos sobre lo que su presencia provoca en mí.

Me adentro en un libro que intento leer desde que sale el sol hasta que mis ojos arden, pero llevo tratando de pasar página sin mucho éxito porque mis pensamientos van corriendo a el aura de misterio que rodea a Carel. La esquina del estudio se convirtió en mi refugio y aquí permanezco sentada a una semana de mi llegada.

—Deberías salir a hacer cosas como las personas normales estrella —escucho la voz de Nik y me giro para verlo.

Reposa en el marco de la puerta como todas las mañanas que me saluda antes de salir por la puerta y volver para la hora de la comida.

—He conocido ya tantos lugares que realmente esto es lo que necesito ahora —le regalo una sonrisa cálida.

—Solo no te vuelvas la loca de los libros. Con un loco en esta casa ya tenemos suficiente —se gira y escucho la puerta principal cerrarse.

Me giro a la ventana y rebusco en mi cabeza de nuevo a Carel. Mi hermano lo llama loco con frecuencia, pero a mí no me lo parece. Creo que solo es un poco peculiar.

—Loco —susurran a mis espaldas y los bellos del cuerpo se me erizan completamente—. Me parece que el termino apropiado es libre —escucho la voz más cerca, pero no volteo.

—¿Libre? —lanzo la pregunta al aire.

Siento un escalofrió recorrerme el cuerpo completamente y no puedo apartarme, mi cuerpo no me responde.

—No somos locos, somos libres. En eso nos convertimos cuando ya nada nos detiene —me susurra despacio cerca del oído—. Inténtalo alguna vez, quizá así no pases los días enteros en las cuatro paredes de este estudio fingiendo que ya nada te satisface. Estoy bastante seguro de que tus ojos no lo han visto todo—.

Se marcha sin decir nada más. Lo supe cuando la sensación de vértigo abandono por completo mi cuerpo. Sentirlo tan cerca me marea. Su olor peculiar me embriaga por completo y pierdo los papeles. ¿Por qué siempre pierdo la conciencia cuando lo tengo cerca?

🦋

Por la noche Nik y yo nos sentamos en largo comedor de madera fina y oscura a cenar para ponernos al día, pero mi mente no para de llevarme hacia Carel y pierdo el apetito completamente.

—¿Mi madre que dice? —pregunta Nik.

—Dice que eres como papá —le hago saber los pensamientos de mamá para que sepa que no pasa desapercibido ni por un segundo del radar de Veronika Popóva.

—Soy mejor que él  —resalta y suelto una carcajada sarcástica.

La puerta del comedor se abre y Carel aparece con una mujer pelirroja del brazo. Impecablemente oscuro como cada día desde que llegue aquí.

—Buenas noches mis queridos hermanos Dashkova —hace una reverencia con la mano y por primera vez puedo tener una reacción en su presencia. Ruedo los ojos.

—Muerte y Sra. De Muerte —saluda Nik y me giro como no queriendo la cosa a repasar a la mujer que lo acompaña.

Blanca como la nieve, vestido cortó debajo del pesado abrigo de piel y un maquillaje que deja mucho a la imaginación. Labial rojo corrido al igual que un pésimo delineado grueso. Era guapa, pero no tanto como yo. Puedo ser egocéntrica cuando me lo propongo, a fin de cuentas mis años de modelo dejaron huella.

—Ella es Shayla. Shayla ella es la querida hermana de nuestro adorado Nik —pone esa sonrisa burletona que tanto lo caracteriza.

—Un placer —dice la mujer y ambos toman asiento en el comedor con nosotros.

Yo no respondo me limito a continuar jugando con el pedazo de carne de mi plato.

—Cuando nuestro amigo se encuentra de humor nos acompaña a la cena —ironiza mi hermano mientras mastica su comida.

—De saber que tendríamos invitados me habría puesto presentable —digo con cierto enfado.

¿Qué me pasa? Pregunto para mí misma.

—Es muerte, no creo que requiera malgastar tu tiempo en arreglarte —Nik parece a la defensiva siempre que nos encontramos los tres en el mismo sitio.

—No es necesario estrella —suspira —. Una mujer hermosa no necesita de ningún tipo de accesorio porque su sola presencia basta para trastornar a cualquiera que se diga hombre —todos volteamos a verlo al mismo tiempo y el solo me mira fijamente a mí con el brillo peculiar en sus ojos que nos instala en esa burbuja de intimidad que ya hemos compartido antes.

—Creo que debería irme a dormir, estoy agotada —comento y me levanto bruscamente de la mesa.

—Que tengas dulces sueños —dice y salgo a toda prisa hacia mi habitación sin mirar atrás.

🦋

Los putos gemidos resuenan por toda la casa y cada que creo que ha terminado reinician. Son las cuatro de la madrugada y ya he tenido suficiente de esto.

Salgo del cuarto y avanzo hasta el final del pasillo. Pego fuerte con el puño cerrado la estúpida puerta. Después de diez segundos se abre y el maldito Carel aparece en calzoncillos negros y con un cigarro entre los labios. Nuevamente me quedo sin pronunciar palabra cuando repaso su cuerpo pálido lleno de pequeños tatuajes de símbolos. Olvide como respirar.

—Dime pequeña Thai —sonríe divertido por la forma en que lo miro.

Respiro hondo dándome tiempo de recordar a lo que venía.

—¿Crees que la señora muerte y tu puedan bajar el volumen un poco? —pregunto enfadada y con la mirada perdida en algún punto que no sea su alborotadora figura.

—No te preocupes la señora muerte ya se va —dice ella acomodándose su largo abrigo y saliendo por la puerta —. Adiós muerte. Nos vemos Thai —se marcha despreocupada y me quedo observando el punto exacto por el que desaparece.

—¿Quieres pasar? —rompe el silencio y me giro para verlo.

Ahí parado con el humo del cigarro envolviéndolo completamente con su media sonrisa realmente parece sacado de las páginas de un libro. Perfecto, enigmático. Me mareo si lo miro por mucho tiempo. Es un abismo.

—Quiero dormir —me dispongo a marcharme.

—A eso me refería. Te privas del placer de la compañía de los demás mortales encerrada en ese estudio viendo pasar los días con un libro que apenas y puedes leer —me detengo, volteo y lo veo encender otro cigarro.

¿Cómo sabe que no paso página del libro?

—Soy observador —responde a la pregunta que mentalmente me hice.

—¿Qué se supone que puede sorprenderme ahí dentro? —lo cuestiono.

—Solo intenta abrir un poco tu mente —se hace un lado para darme el paso a su oscura habitación.

¿Debería entrar? Me pregunto y la respuesta parece venir sola.





CAP CORTO. NOS VEMOS EN EL SIGUIENTE PEQUEÑAS ORUGAS.

LOS AMO <3

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora