HE GANADO...

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  MUERTE

—¿Disculpa? —me hago el loco. Más loco.

—Fuiste tú Carel —insiste.

—Creo que estas muy alterada —afirmo.

—Debo irme —me atraviesa con una mirada cargada de desprecio y sale de la habitación a toda prisa.

💀

—¿Qué has sabido? —pregunto a Farrell.

Dos días llevo sin tener noticias de la pequeña mariposa que no se ha aparecido por la enorme casa de Nik y el únicamente se dedicó a darme una mirada cargada de odio a la que ya me he acostumbrado. Es algo mutuo.

Lo malo es que están seguros de que fui yo. Lo peor es que si lo hice. Lo chistoso es que el idiota de Fad esta entubado en una maquina luchando por su vida. Lo genial es que todo está saliendo justo como yo quería.

—Sigue igual —responde y se sienta junto a mí en el sofá con un platón lleno de chatarra.

—¿Y ella? —me enciendo mi sexto cigarrillo de la mañana.

—Sigue pegada de él —traga como un cerdo.

—Cierra la puta boca. Es asqueroso escuchar como masticas —le ordeno.

—Me importa una mierda —sigue.

Me pongo de pie y camino hacia la puerta.

—Le hare una visita —le informo.

—No puedes hacerle nada ahí frente a todos —.

—No seas imbécil. No lo voy a rematar ahí. Ni siquiera creo que sobreviva. Solo quiero saber dónde estoy parado. Los planes de Nik. Estoy seguro de que ira contra mí, pero quizá mate dos pájaros de un tiro si apunto la flecha hacia otro lado —mira pensativo.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta.

—Te llamo más tarde. Esta listo —le ordeno y me marcho de casa a otra prisa.

💀

Salgo del ascensor y camino hacia la izquierda como me indico la enfermera de la recepción. Lo primero que veo es a ella sentada en la sala de espera con un café en la mano y un aspecto horrible.

—¿Qué haces aquí? —sale Nik de una esquina y me detiene.

—Vine a hablar contigo Niky —le regalo mi mejor sonrisa.

—No creas ni por un puto momento que esto que hiciste no va a tener represalias —dice.

—¿Qué hice?, ¿venir a ayudar? —ladeo la cabeza.

No tiene puta idea de nada. No entiende la magnitud del alcance de mis capacidades. Por dios podría envolverlo al punto de hacer que se mate a sí mismo y sin tener que mover un dedo. Me subestima demasiado.

—Déjate de rodeos —suena frustrado y eso lo hace aún más fácil para mí.

—Se quien lo hizo —me mira con el ceño totalmente fruncido.

—¿De qué mierda hablas? Fuiste tú, estoy seguro —me toma del cuello de la camisa y yo no dejo de sonreír.

No puedo creer como su padre lo dejo a cargo de esto si no es más que un estúpido engreído que se cree intocable.

—Suéltalo Nik —se acerca Thai y lo jala de la chaqueta.

—Muka —pronuncio.

Me mira por unos cuantos segundos y afloja su agarre.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora