EL PUTO BIG BANG.

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THAIS.

Las manos no han dejado de temblarme ni un segundo, mi respiración permanece agitada y sudo frio. Realmente tengo pánico de las respuestas que puedo obtener al estar aquí y temo aún más por la persona que puedo encontrar detrás de esa bolsa negra de plástico.

—Cuando lo destapes podrás hacer las preguntas que quieras o solo sentarte y esperar que él te las de. Creo que será interesante —me susurra Carel al oído.

—No puedo —chillo.

—Sí, si puedes. Tu puedes hacer lo quieras pequeña mariposa. No te límites. Mi cuarto es tu cuarto y mis juguetes son tuyos —.

Me acaricia el cabello como siempre y aspira su olor. Sus ojos no pierden de vista los míos y la burbuja crece. Ese espacio creado solo para nosotros se extiende por toda la habitación.

—¿Por qué siempre me pasa esto contigo? —pregunto nerviosa.

—¿Qué? —.

—Pierdo la noción de todo. Me envuelves y siento como si no existiera nada más que tú y yo. No en un sentido asfixiante, pero si poderoso y avasallante. Como si me pudiera consumir —suelto.

—Quizá es porque nos parecemos más de lo que crees. Anda Thais, hazle frente a tu pasado —ordena.

Me giro lentamente perdiéndolo a él de vista y vuelvo a enfocarme en la otra persona dentro de la habitación.

No tengo el control de mi mano que avanza temblorosa hasta tomar un extremo de la bolsa. La retiro lentamente solo para darme unos segundos de ventaja antes de darle tregua a mi cabeza.

Termino y suelto todo el aire visualizando lo que tengo de frente.

—Hertz —susurro.

Aflojo la mordaza que hay sobre su boca.

—Hola Thais —.

Su voz me paraliza, siempre lo hace.

—¿Qué hace el aquí? —me tiemblan los labios.

—Él es el mar de respuestas que necesitas. Vamos solo haz un poco de memoria —dice y me mira fijamente con esa cara inexpresiva que suele poner cuando no quiere revelar nada.

—Él es mi psiquiatra Carel ¿Qué tiene que ver con la historia? —.

La cabeza comienza a punzarme.

—Sigue escarbando en tu cerebro o mejor aún dime: ¿Por qué tienes un psiquiatra? —me interroga.

—No dejes que entre en tu mente. Te quiere manipular —dice Hertz con toda la tranquilidad del mundo.

—Cállate —exijo.

Me toco la cabeza con ambas manos mientras ordeno a mi mente abrir esas puertas cerradas. Siento como si me fuera a explotar en cualquier momento. El puto big bang se abre paso en mi mente.

—¿Tú estabas ahí? ¿Eras tú? —pregunto.

—No, pero si estuve ahí —afirma el sombrío sujeto.

—¿Entonces quién era? —continuo.

—Eso es algo que solo tú y ellos saben —.

Se a lo que se refiere y sé que debería recordar esa parte de mi vida, pero lo único de lo que puedo acordarme es del día que pude salir de ese lugar.

—¿Cómo te sientes estrella? —pregunta Nik cuando entro a la oficina de Hertz.

—Nik —susurro y corro a sus brazos. Lagrimas resbalan por mis mejillas.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora