EL CONEJO DEL SOMBRERO

86 17 1
                                    




THAIS

Unos días encerrada dentro de mi habitación me están bastando para entender que tengo que alejarme de este lugar. Mi cabeza no para de quedarse atorada en el mismo sentimiento de angustia y desesperación que se ha adueñado de mi desde que Carel salió por la puerta de este mismo lugar.

Mi madre no para de llamar y Nik cada tanto viene a ver cómo me encuentro, pero aun así no puedo apaciguar las ganas que me carcomen de salir huyendo.

—¿Cómo estás estrella? —pregunta mi hermano.

Lleva un rato acostado junto a mí en la cama. Repasa mi cabello con su mano y yo me mantengo quieta. Siempre lo hago, pienso.

—Estoy bien. Creo que lo de Fad me afecto mucho más de lo que pensé —contesto.

Me propuse echarle toda la culpa a Fad y su situación para que no siguieran insistiendo en llamar a Hertz porque cada que pienso en ello el pánico se instala en mi cuerpo.

—Quizá solo necesitas descansar un poco más —.

Me planta un beso en la frente y se levanta dispuesto a marcharse y entonces las palabras salen solas de mi boca.

—¿Tu recuerdas todo lo que paso en mi episodio? —.

Detuvo su andar y se giró para observarme.

—Lo mismo que tu pequeña estrella —sonríe dulcemente, pero algo en él ahora me parece falso como si tratara de engañarme o de ocultarme algo.

—En realidad... yo sigo sin recordar nada —mi voz sale entrecortada.

Me encuentro más confundida que nunca. Carel se encargó de instalar esa pequeña espina en mi interior con sus cuentos y su aire de misterio. Hizo que me sintiera como si la historia fuese mía. Me hizo sentir la chica mecánica.

—Pues te pusiste muy mal cuando atropellaste a ese chico en la calle y te llevamos con Hertz para que te ayudara —dice.

El mismo relato una y otra vez. Cada una de las veces me convencí de que era la verdad, pero ahora me parece como una mentira bien ensayada y todo se revuelve dentro de mi como si mi cabeza fuera una mezcladora.

—¿Quién era él? —pregunto.

—Solo un chico cualquiera. Ahora si me disculpas hermanita tengo que atender unos asuntos —vuelve a sonreír y sale a toda prisa de la habitación.

El nudo en mi estómago no se deshace con nada y ya no lo soporto.

Tomo mi teléfono y marco. Tecleo ese número porque necesito salir de este estado cuanto antes.

—Hola Thais —suena esa voz lúgubre del otro lado de la línea.

—Hola doctor —susurro.

—¿Algo va mal? —me interroga con cierto deje de preocupación.

—S... —dudo un momento —. Creo que... no es en realidad, estoy un poco ansiosa mi novio tuvo un accidente —miento.

—Querida Thai recuerda que el sentirte así solo es un estado pasajero. Realiza los ejercicios que acordamos —se instala nuevamente en su postura de doctor.

—Claro —digo.

—Me llamaras si algo va mal ¿no? —cuestiona.

—Por supuesto —afirmo e inmediatamente cuelgo el teléfono.

Tengo que salir de aquí. Debo volver con mamá o solo respirar. Quizá si me voy a Los Ángeles por un tiempo. Solo necesito alejarme.

Me recompongo tras unos minutos y tomo algunas de mis cosas para ponerlas dentro de uno de mis bolsos de viaje.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora