VAMOS A JUGAR

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MUERTE

—Mantén tu distancia con mi hermana —sigo bebiendo de mi copa ignorando la voz del estúpido de Nikolay como siempre.

Tomo asiento en el fino sillón verde pensando, ideando. Adoro los juegos siempre he pensado que le ponen un poco de sabor a esta agria y triste existencia. Tengo los míos y me encanta pensar nuevas formas de jugarlos.

—¡Muerte! —levanta la voz y es cuando rompo la línea de mis pensamientos para por fin prestarle atención.

Se encuentra parado frente a mí con toda esa aura de jefe de mafia que quiere ir aparentando por todos lados. Si la gente supiera que se caga en los pantalones solo de pensar en tener que deshacerse de alguien con sus propias manos.

—¿Decías? Lo lamento, no te preste mucha atención —comento de manera fría y mecánica como siempre.

Mientras observo como su pulso se acelera y trata de mantener la calma.

—Que dejes tranquila a mi hermana y te encargues de lo que te he pedido hoy mismo —ordena.

Él siempre ordena como si sus órdenes me importaran una mierda. Hago esto porque quiero, no porque él me mande.

Suelto mi copa sobre la fina mesa de centro y me levanto acomodándome el abrigo.

—Por supuesto querido Nik. Guarda la calma, no queremos que la pequeña estrella se quede sin su sobreprotector hermano —sonrió fríamente y salgo a toda prisa de la habitación hacia la puerta.

💀

Conduje despacio por la pequeña ciudad mientras pensaba. Me encanta pensar en mis pequeñas orugas y las maneras tan bellas en las que logro convertirlas en hermosas mariposas de colores.

—Muerte —me saluda Farrell cuando atravieso la puerta de la casa de seguridad que hemos creado para traer a nuestros adorables invitados.

Él es mi secuaz, el encargado de traer a mis jugadores hasta aquí para divertirme un poco. Cuando lo conocí me pareció un tipo insípido y torpe. Su andar desgarbado y su flacucho cuerpo me decían que no había mucho que hacer con él, pero su historia me convenció de hacerlo mi cómplice y aquí estamos un par de años después todavía con la misma dinámica y parece que nos hemos acoplado bastante bien. Ambos disfrutamos de nuestro pequeño trabajo.

—¿Dónde está mi amiguito? —pregunto con ánimo.

Me encanta venir aquí y sacar un poco de mis oscuros deseos. Cuando doy fin a algo es cuando logro mantenerme un tiempo en paz.

—En tu cuarto de juegos amigo —me sonríe y extiende su mano para entregarme mi juguete favorito.

Agito su rubia melena y echo andar escaleras abajo.

Cuando llego a la pequeña puerta roja respiro hondo y me mentalizo completamente. No es que tenga que reprimir algo, es que tengo que dejar salir todo. Eso que contengo a diario para no estallar en cólera.

Giro la perilla y apenas media puerta se abre cuando lo veo sentado en el centro de la blanca habitación en la silla que yo mismo construí. Diseñe todo de manera detallada porque quería que fuera el espacio perfecto para que mis mariposas pudieran alzar el vuelo.

—Vaya Pietro hiciste enfadar mucho a Nikolay —.

Avanzó hacia el sujeto y arranco el pedazo de cinta que Farrell puso en su boca sin perturbarme ni siquiera un poco por el quejido que suelta el anciano de ojos verdes y pelo blanco como la nieve.

—Por ahí escuche una vez que a la Muerte hay que recibirla como a una vieja amiga —me dice mirándome fijamente a los ojos.

La mayoría de mis jugadores me ven con miedo, desprecio y rencor; pero Pietro no es así. Lo he observado antes en reuniones y fiestas. Para hacerlo temblar se ocupa más que un cuchillo y el abismo de mi mirada perdida.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora