EL PRINCIPIO DEL FIN.

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EVAN.

Me siento a esperar como siempre hago. Se me da bien, pero a la larga me aburre.

—¿Por qué me invitaste? —pregunta la pelirroja.

—Para pasar un buen rato —le informo con una sonrisa.

—No puedo creer que muerte tenga un hermano y jamás dijera nada —.

—Carel no es muerte. Muerte es nuestro padre. Supongo que a Nik le pareció gracioso darle el nombre ya que él fue quien lo mato —bebo de mi trago.

—¿Cómo sabes tanto? Ni siquiera estabas aquí —se sienta junto a mí.

Vacía una bolsa de cocaína sobre la mesa e inhala dos líneas por cada poro.

—Crecimos aprendiendo que siempre hay que estar un paso delante de todos. Ahora cariño te sugiero que te des prisa porque odio llegar tarde —me levanto y me acomodo el impecable traje negro.

Sale de la habitación y yo me quedo parado en la esquina de la chimenea terminando el trago que me ha servido cuando llegue.

Intuyo que mi hermanito tiene algo planeado para el día de hoy. Pude verlo en sus ojos. Emanan de él todas esas ganas de ver arder el mundo, pero me da igual.

Si su estupidez amenaza mis planes tendré que detener al pequeño imbécil. Será una fiesta interesante y que el mismo Míjail me haya enviado una invitación me hace pensar que está más preocupado por lo que pueda causarle a su imperio que por su hija.





THAIS.


Estos días estuve procesando que la mujer que me dio la vida ahora se encuentra muerta. No es que pudiera compartirlo con nadie y eso fue lo que más me carcomió. No porque me importe, a fin de cuentas, ella tuvo mucho que ver en el horrible infierno que viví, pero a pesar de eso duele tener que desprenderse de una parte de tu vida y aún más sabiendo que todo era una obra bien montada. Una puta mentira.

Me vestí con lentitud dándome todo el tiempo del mundo para afrontar que todo el mundo construido a mi alrededor estaba por explotar. El vestido largo llego de pedrería fina se acoplo a mis pronunciadas curvas y suspire lentamente.

Ahora que mi padre llego podremos acabar con todo de un solo golpe, pero no sé si Carel lo logrará. Sé que su fuerte es ir acabando con personas a diestra y siniestra sin tentarse el corazón, pero destruir a alguien a quien muchas personas le cuidan las espaldas presiento que será un completo desafío.

Me senté en la silla frente al espejo para admirarme una última vez. Mi cabello perfectamente peinado en ondas y un maquillaje sencillo, pero bien hecho que acentuaba mis hermosas facciones. Los accesorios perfectos para ver cómo les llega el fin a los que considere mi familia.

—Mariposa —escucho a mis espaldas y mi cuerpo reacciona.

Estaba tan ensimismada que no me percate de oscura e imponente presencia.

—Estoy lista —le informo.

—Evan estará aquí. Debí decírtelo antes, pero con todo lo demás lo olvidé —.

Avanza hasta donde me encuentro y se para detrás observándome detalladamente.

—Eres perfecta —susurra.

—¿Para ti o para él? —cuestiono.

El hecho de que Evan este rondando por aquí con la intención de llamar mi atención o no sé qué me pone los nervios de punta.

Sufrí mucho tiempo por él creyendo que lo había matado y aunque no tenía rostro en mi cabeza, me atormentaba el hecho de que pude asesinar a un ser humano.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora