NADA ME VA A DETENER

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MUERTE

He visto lo que puedo hacer. Me he percatado cada vez del efecto que mis encantos producen en las mujeres a mí alrededor y juro que cada una de las veces me ha parecido ridículo que no puedan mantenerse alejadas. Excepto ella. Ella logra que parezca algo mágico y es estúpido que justamente la persona con la que quiero jugar la partida final sea la misma con la que quiero también comenzar un nuevo juego.

—¿A dónde vamos? —pregunta inquieta. Siempre nerviosa.

—A un lugar más silencioso —comento y continúo concentrado en la carretera.

La pequeña cabaña al fondo del camino. La cabaña del terror la llamaba de niño. El perfecto lugar del perfecto asesino. Llevaba tanto tiempo sin pisarla que me parece que ha pasado toda una vida desde que acabe con esa etapa tan oscura solo para alimentarme de algo aun peor.

—Vaya —murmura.

—¿Qué pasa pequeña mariposa? ¿No te gustan los lugares rústicos? —me abro paso rápido para insertar la llave y abrir la puerta.

—Me encantan —sonríe de medio lado.

La observo muy despacio. Quizá es la primera reacción real que he visto en ella desde que la conozco. Siempre con miedo o tratando de demostrar que no lo tiene.

Entramos y quito las sabanas de uno de los sofás de cuero de la sala de estar y continuo mi camino hasta la barra para servirme una copa del vino que sé que se mantiene aquí desde aquel día.

Se dedica a pasear de aquí para allá inspeccionando el lugar y yo me dedico a inspeccionarla a ella. Como llevo haciéndolo desde que la conocí.

Se para en medio de la habitación y me observa con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Para qué me trajiste aquí? —talla nerviosa sus manos en su abrigo para limpiar el sudor en ellas y yo sonrío.

—Para matarte —digo.

Se lleva una mano a la boca y yo suelto una carcajada fuerte.

—Llévame a casa —los ojos se le llenan de lágrimas.

—Lo que dije. Eres una niña —dejo mi copa sobre la barra y me acerco lentamente a ella.

—Por favor —chilla.

—Tranquila mariposa. No te voy a matar —hoy no, pienso.

Acaricio lentamente su mejilla y su piel se estremece.

—Me encantaría saber cómo es que puedo estremecerte y causarte tanto temor al mismo tiempo. Me parece fascinante tu forma de reaccionar ante mí. Realmente la mayoría de las personas me temen o me aman. Ninguna ha jugado para los dos bandos —tomo su cabello y ella mantiene los ojos cerrados.

—¿Te aman? Dijiste que eso no lo has experimentado —pregunta jadeante.

—Es muy diferente amar a ser amado Thais —mi dedo índice desciende lentamente por su cuello.

Continúo hasta la línea de su escote y su pulso se dispara.

—Ahora dime que es lo que ha aumentado los latidos de tu corazón ¿El miedo o la fascinación? —mi dedo se mantiene en el sitio donde se puede percibir el fuerte palpitar.

—Ambos —una de sus manos sujeta con fuerza uno de los extremos de mi abrigo.

Me acerco un poco más y pego mi boca a su oído.

—¿Qué estas dispuesta a darme mariposa? —mi nariz acaricia ligeramente su sien y creo que está a punto de estallar.

—Haz lo que vayas a hacer o rompe el encanto por favor que no resisto más todo esto —apenas puede pronunciar palabra, pero entiendo lo que trata de decir.

—¿Qué quieres tú? —no puedo darle lo que pide porque acabaría con el juego, pero quiero saber qué es lo que ella espera de todo esto.

—Quiero que acabe —suplica.

Me detuve de golpe y tome distancia.

—Vamos —digo.

Abre lentamente los ojos y me observa fijamente.

—Son runas —indico.

—¿Qué? —pregunta aun conmocionada.

—Los símbolos de mi cuerpo. Son runas vikingas —me dirijo a tomar mi trago nuevamente y tomo asiento en el sillón de piel.

—¿Puedo verlas? —le señalo el lugar junto a mí para que tome asiento.

Camina lento y toma lugar a una distancia prudente.  Me acomodo para quedar de frente. Me inclino un poco.

—No puedes. Me pediste que parara —comento fríamente y reacomodo un mecho de cabello detrás de su oído.

—Cierto. Debemos irnos —se levanta y emprende camino fuera.

Luce confundida y molesta y me fascina. Disfruto todas esas emociones que causo en ella. Alimentan mi gran ego.

—Mariposa, mariposa, quieres volar libre y  tu sola te encadenas —murmuro —. Después ajusto cuentas contigo padre —menciono al vacío y salgo de la cabaña.


—¿Qué fuiste a dónde? —grita Farrell consternado.

La música de fondo me relaja así que se mantiene en un volumen alto.

—A la cabaña con Thai —contesto también en un grito mientras me fumo el quinto cigarrillo y arranco uno de los ojos de un estúpido del que me pidió encargarme Nik.

Sus gritos me impiden seguir con la plática así que lo amordazo nuevamente.

—Pásame esas pinzas —le indico a Farrell y me pasa uno de mis instrumentos de trabajo.

Le arranco cada una de las uñas de las manos y veo escurrir la sangre por todo el lugar donde lo tengo amarrado.

—Ese fetiche tuyo con las uñas es asqueroso —dice Farrell jugando con los dedos de los pies previamente desmembrados.

—Me gustan los detalles. El asqueroso eres tu guardando su ropa —lo señalo y continuo.

—Es algo personal. No me cambies el tema ¿Por qué fuiste? Tu no habías ido desde... bueno ya sabes y jamás llevarías a nadie —trueno el cuello de mi jugador con fuerza y miro atentamente a Farrell.

—No lo sé —balbuceo.

—Todo esto se vuelve complicado y dijiste que sería fácil —también detiene su juego.

—Creo que es sobre lo que me advirtió ese día —camino por otro cigarrillo, lo enciendo y comienzo a caminar de un lado para otro.

La música se detiene y yo también. Me giro y veo a Farrell parado junto al interruptor.

—Tienes que hacerlo ya —tiro el cigarro y lo piso con mi bota.

—Nada me va a detener. No seré tan débil como él —pateo el cuerpo sin vida.

—Solo se detuvo porque eras tú. Si no hubiera sido de esa manera no estaríamos aquí hablando sobre eso. Detén todo esto antes de que acabe contigo —advierte y sale a toda prisa de mi cuarto de juegos.


AL FIIIIIN ACTUALIZACION!!!

PERDON A VECES ME PIERDO, DEJEN SUS COMENTARIOS.

LOS AMO

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora