LA ÚLTIMA CANCIÓN.

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MUERTE.

—Que puto calor hace aquí —se queja Farrell mientras caminamos por una de las calles más transitadas de Ibiza.

Personas sentadas en sillas jardineras de restaurantes y una cantidad innumerable de turistas con dinero. Esto es lo que ofrece la pequeña isla. La gente me observa porque a pesar de estar en este infierno playero visto de negro.

—No tardaremos mucho —le indico para que se tranquilice.

Un rato después llegamos a la casa que estaba buscando. Enorme, ostentosa y propia de una de las islas más acaudaladas de España y el mundo.

Entramos sin problema a la propiedad por una de las esquinas que dejan a la vista las hectáreas que rodean la enorme casa.

Al llegar a la puerta toco y una mujer del personal de servidumbre nos abre.

—Buen día buena mujer busco a la señora Dashkova —trato de sonar encantador y de reojo veo como Farrell rueda los ojos.

—¿Quién la busca? —pregunta.

—Un amigo de la familia. Me envía su hijo Nikolay —sonrió.

Nos pide que pasemos al recibidor y desaparece de nuestra vista. Hago una seña a Farrell y ya sabe lo que tiene que hacer.

Me siento en un enorme sillón blanco que contrasta con mi oscura apariencia para esperar por la madre de Thais. Le avise que vendría esta mañana e insistió en acompañarme, pero le ordene quedarse para no levantar las sospechas de Nik.

—Hola —saluda a mis espaldas.

Me giro y se queda petrificada cuando me ve.

—Evan —murmura.

—No, él es mi hermano. Yo soy Carel —sonrió.

—¿Qué quieres? —pregunta con la voz y la mirada cargada de desprecio.

—Supongo que dejamos lo de las presentaciones a un lado y vamos directo al grano. Solo vine a encargarme de algo —indico.

—¿Qué? —frunce el ceño.

—Tu —confirmo y veo a Farrell detrás de ella cortando de poco a poco su garganta.

Me levanto y camino hasta ella.

—Seré honesto. Deshacerme de ti no estaba en mis planes, pero creo que no hay que dejar cabos sueltos; además, estas aquí sola y sin protección que es algo que me parece estúpido. Pensé que Míjail o Nik eran más listos. Imagino que te quieres mantener alejada de sus asuntos, pero esta casa solo indica que el dinero es algo de lo que no te puedes mantener apartada. Te manda saludos Thais —una sonrisa de satisfacción invade mi rostro.

Intenta decir algo, pero lo único que sale de su boca son pequeños jadeos.

Farrell corta un poco más. Me acerco a su oído para decir unas últimas palabras antes de que la vida abandone su cuerpo.

—Querida Franka salúdame a mi madre —susurro.

—¿Te encargaste de la servidumbre? —pregunto a mi amigo y asiente.

Antes de salir veo el baño de sangre en la cocina y puedo percibir que los pocos minutos que le di a Farrell para encargarse de todo han sido suficientes.

Dos días después.

—¿Estás listo? —pregunta mi secuaz.

—Todo esta listo, pero Evan me perturba —tomo un largo trago.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora