COMO EN UN MALDITO VIDEOJUEGO

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MUERTE.

Dejamos atrás a Farrell y Thais y no embarcamos en la búsqueda de Míjail.

Un contacto de Evan nos informó que permanecía en la cuidad esperando por nosotros.

—Pon algo de maldita música —digo con fastidio.

Vamos en el auto a toda velocidad. Aún nos quedan unos minutos para llegar a nuestro destino.

—¿También adquiriste ese fetiche? —pregunta Evan.

—La música ayuda a concentrarme —le informo.

Las calles de la ciudad se hacen pequeñas cuando vamos recorriéndolas y me parece que llevamos una eternidad arriba del auto. Sin embargo, vamos a todo lo que da y solo han sido unos minutos.

Enciendo la radio y busco algo que escuchar.

Me detengo en una estación, subo todo el volumen y me concentro en la música, pero en seguida mis pensamientos se van con Thais.

Maldita sea, no voy a perder hoy. Más me vale sacarla de mi cabeza. No es el momento de escaparme a ese lugar en mi mente que reservo para ella. Hoy no puedo ser lento porque solo somos nosotros contra todo.

—¿Por qué la mandaste a ese lugar? Tiene que estar con nosotros. Es su padre —pregunta.

—Nos vuelve lentos —le informo.

—No creo que esa sea la razón. Insisto en que era mejor que estuviera aquí —sugiere.

—¿Te pedí tu ayuda o un consejo? —.

—Aún sigue en pie el trato —anuncia mi hermano por encima de la música y me saca de mi ensimismamiento.

—Haz lo que tengas que hacer —suelto.

—Escuche lo que te pidió y también lo que le prometiste en la nave —.

—No le prometí nada —.

—Sé leer entre líneas. Deja de creer que eres el único que puede hacer cosas sin que los demás lo entiendan —.

Lo miro.

—¿No te parece que es el peor momento para pelear por esta estupidez? —.

—Solo quiero aclararlo. No me voy a detener a la hora de sacarla de aquí —.

—¿Ella está de acuerdo? —pregunto.

—No tendrá opción —insinúa.

—Ya veremos qué es lo que dice. Por mí no tengas pendiente que no me interpondré —le informo.

—No des todo por sentado —.

Este hijo de perra piensa que voy a permitir que se inmiscuya en mis asuntos, pero está muy equivocado. Un paso adelante siempre.

Se detiene y me bajo rápidamente del auto.

La casa roja queda frente a nosotros. Jamás pensé que el día que llevaría a cabo mi plan haría un baño de sangre en uno de los únicos lugares que pude disfrutar. Viví muchas aventuras aquí.

Sonrió y avanzo con mi hermano siguiéndome los pasos.

—Es hora —digo con serenidad y saco una de las armas de mi chaqueta.

Tan pronto como entramos en el lugar todos voltean a mirarnos y puedo reconocer a algunos de los socios de Míjail.

En realidad, no es lo que esperaba. Supuse que nos esperaría con todo un convoy, pero creo que sigue subestimándonos.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora