PIEDRAS EN EL CAMINO.

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THAIS.

—¿Qué haces aquí? —escucho que alguien pregunta a lo lejos.

Poco a poco me voy despertando.

—Vine a visitar a mi chica querido Carel —responde otra voz.

Termino de abrir los ojos y me quedo estática cuando percibo al par de sujetos parados en mi habitación. Carel y el otro que encontré cuando llegué de mi desayuno con Nik se encuentran frente a frente y me da escalofrió lo parecidos que son.

—¿Qué está pasando Carel? —lo cuestiono con el ceño fruncido y un liguero dolor de cabeza que sigue amenazando con hacerse mayor.

Me levanto de la cama y me paro frente a él dando la espalda al otro sombrío personaje.

—¿Carel? ¡Vaya! Creo que las cosas han cambiado mucho por aquí. Dime sol ahora mi querido Carel es quien tiene tu atención —habla la seductora voz tras de mí.

—Nik no debe tardar en aparecer. Mejor vete —le sugiere Carel al otro.

Me giro y vuelvo a encararlo.

—¿Quieres que me vaya? —sonríe sin apartar sus ojos de los míos esperando una respuesta de mi parte.

—No sé quién eres y me gustaría hablar con él a solas —indico.

Asiente y avanza a la puerta.

—Nos vemos pronto sol —dice antes de salir por la puerta.

Camino y me siento en el borde la cama.

—¿Evan? ¡Dijiste que murió! —miro a Carel con la cara descompuesta y odio su imperturbable rostro que jamás logra expresar una mierda.

—Yo nunca dije que murió, yo solo te dije su nombre y tú no preguntaste nada más. No trates de hacerme participe del ice berg de mentiras que todos te han hecho creer porque no soy parte ¿Quién te dijo que murió? —pregunta como si no conociera ya la respuesta.

Lo sigo observando por un largo rato igual que él lo hace conmigo. Parado a solo un metro y es como si nos separara un océano porque yo muero por tenerlo nuevamente dentro de mí, pero es algo que no me puedo volver a permitir. Tengo que andarme por las ramas.

—Es mi hermano —señala y lo miro con una expresión cargada de todo.

Ahora entiendo aún más las cosas. La familiaridad, el parecido y sobre todo su presencia en este lugar.

—¿Estás aquí por él? ¿Quieres hacerle daño a mi familia por eso? —lo interrogo eufórica.

—Él puede arreglar sus asuntos solo. Si lo recordaras aunque sea un poco lo sabrías. No tiene nada que ver en todo esto. Mis razones tienen todo que ver conmigo —afirma.

—¿Entonces que hace aquí? —continuo. No entiendo nada.

—Vino por ti —susurra despacio como si la frase en si fuera a causar algún estrago al pronunciarla.

Suspiro fuerte y alto para tratar de apaciguar mi corazón que late tan fuerte como se lo puede permitir.

Una persona que apenas recuerdo viene por mí. Es hermano de alguien a quien le he confiado mi vida y mi venganza personal y que además está metiéndoseme bajo la piel.

Así comienzan las historias de amor, pero esto solo es una historia de dolor y muerte y lo que nos espera no es para nada bueno. No habrá final feliz solo verdades desenterradas, sangre y estoy segura que alguno de nosotros no va a vivir para contarlo.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora