LLEGO LA HORA.

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MUERTE.

—Me ahorraste el trabajo —comento.

Estoy limpiando una de las armas que planeo usar para la fiesta de sangre que se viene.

No pude evitar pararme fuera de la puerta en la madrugada a escuchar todo lo Thais le hacía a Shayla y debo confesar que me excito demasiado, pero eso es algo que me guardare solo para mí.

—¡¿Lo sabias?! —me cuestionan Farrell y Thais.

—Por supuesto que lo sabía. Me di cuenta desde que quiso ser "mi amiga". No era una tipa tan lista. La cocaína la volvió inútil —les informo.

Thais toma una silla y se sienta junto a mí.

—Tan típico de ti —señala Evan.

—Siempre hay que estar un paso delante de todos. No podemos permitirnos fallar. No debemos ser lentos y tampoco torpes —.

—¡Qué bien te enseño tu papito! —aplaude mi hermano.

—Nuestro —.

Lo miro con rabia pura.

—Quizá abrías aprendido un poco más si no hubieras corrido a los brazos de tu mami en la primera oportunidad. Lo que crees saber o aquello que crees que pudiste enseñarme no es nada comparado —digo.

—También lo habrías echo si tu madre no estuvieras muerta. No me digas que fueron los mejores años de tu vida los que pasaste a su lado. Ir cazando personas con tu papi por todo el mundo ¡Que puta diversión! —.

—¡No hables de mi madre! —le ordeno.

—Iré a darme una ducha porque esta pelea de "yo soy mejor que tú" me fastidia un poco —anuncia Thais.

Se levanta y sale de la habitación.

—Me encargare del cuerpo antes de que empiece a apestar —.

Farrell también se marcha sin decir nada más.

—¡No olvides que tenemos algo que hacer! —vocifero antes de que se pierda.

—¿Sigues molesto porque me fui? —pregunta mi hermanito.

—No podría importarme menos. Tenemos cosas de que ocuparnos y esto no es parte del plan —.

Sigo limpiando las armas.

—Tú y tus planes ¿Qué es lo que estás buscando? Pudiste irte si así lo hubieras querido y no desatar una guerra sin pies ni cabeza —.

Me mira esperando que me confiese.

—Metete en tus propios asuntos. Hicimos un trato —le recuerdo.

—Sin embargo, decidiste meterte de nuevo en el coño de Thais anoche y no me malinterpretes que ella es libre de hacer lo que quiera, pero no conoces de límites —.

—Solo le doy lo que me pide —.

Recojo las armas y me levanto de la silla para largarme.

—¿Crees que en serio le das lo que quiere? Ella jamás tiene suficiente de nada. La conozco mejor que tu —dice.

—Pues yo tampoco —respondo inmediatamente.

Me mira con verdadera furia en los ojos, pero sabe que no me importa.

—Tengo solo una pregunta para ti —pronuncio.

—Dime hermanito —.

—¿Cómo es que te fuiste para no seguir las ordenes de él y aun así no dejaste de acondicionar casas de seguridad? Sabes manejar armas a la perfección y tienes contactos por todos lados. Te diré porque, porque dentro de esa fachada de hombre bueno que renegó de todo lo que le enseñaron aún vive el niño asesino que supo usar un arma antes de saber atarse el cordón de los zapatos —declaro —. Así que, deja la moralidad a un lado y apégate al plan —concluyo.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora