THAIUn silencio sepulcral se instala entre nosotros desde que subo al auto. No tengo la menor idea de porque accedí a venir con él. Parece que soy incapaz de contradecirlo y eso despierta sensaciones aterradoras y excitantes por todo mi ser.
—Llegamos —dice y volteo a mirarlo.
Esa sonrisa. Esa maldita sonrisa es la que hace que pierda la cordura.
—¿Dónde estamos? —pregunto y tiemblo. Siempre tiemblo cuando lo tengo cerca.
—Sígueme —dice.
Sale del auto y se instala frente a la puerta de copiloto esperándome. Cuando salgo toma mi mano y me arrastra dentro de un pequeño local.
Por fuera se ve como cualquiera, pero en cuanto entramos nos recibe un sitio totalmente distinto. Paredes rojas y muebles negros. Un largo pasillo de luces tenues. Todo elegante y pulcro. Un sitio totalmente íntimo y ajeno a todo.
—Muerte —lo saluda una enigmática mujer de sonrisa coqueta al final del pasillo mientras abre un par de puertas color rojo para nosotros. Derrocha elegancia propia de una rusa vestida completamente de rojo resaltando unos inmensos ojos verdes. El solo asiente con la cabeza y continúa jalándome.
Al otro lado un sujeto de traje nos espera.
—La cuatro —dice Carel y el hombre saca una llave de un estante lleno de muchas más a su espalda, se la entrega y continuamos.
—¿Dónde estamos? —pregunto en un susurro.
—No es necesario que susurres aquí nadie te puede escuchar —la voz fría que siempre escapa de su boca me acaricia y la piel se me eriza completamente.
Nos detenemos frente a una puerta roja con un número cuatro en el centro y con la llave nos adentramos.
No hay nada solo un pequeño sillón de terciopelo rojo y una gran ventana al frente. La luz apenas permite divisarlo todo. Es débil y crea un ambiente de total privacidad.
—¿Qué es esto? —estoy muy nerviosa.
—Aguarda aquí pequeña Thai. Ahora lo veras —me conduce al sillón y me toma de los hombros para sentarme.
Se inclina un poco y toma un mechón de mi cabello como la noche anterior para acariciarlo.
—No te muevas de aquí —se aparta y sale a paso seguro de la habitación cuatro.
Me quedo estática en el sillón.
No tengo idea cuánto tiempo pasa creo que son diez o quince minutos y los nervios me están comiendo la cabeza.
Estoy a punto de marcar el número de Nik cuando un gemido me hace levantar la vista hacia la enorme ventana que tengo enfrente y la luz del otro lado se enciende poco a poco.
Una cama. Una enorme cama de sábanas blancas satinadas se divisa al otro lado y en medio de ella esta una rubia y esbelta mujer completamente desnuda y tras ella está él. Su inconfundible torso lleno de símbolos y su negro cabello me permiten percatarme de su presencia.
Carel la masturba con devoción mientras muerde su hombro y su cuello salvajemente. Ella se frota una y otra vez contra él. Los gemidos suenan como música a todo volumen dentro del pequeño cuarto donde me encuentro y quisiera no observar, pero es que no puedo apartar mis ojos de lo que tengo enfrente.
De repente el cuarto cuatro me parece más pequeño y un calor abrazador invade todo mi cuerpo. Aprieto los muslos como un acto reflejo y el pulso se me acelera salvajemente con cada gemido que escapa de los labios de esa mujer.
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EL JUEGO DE LA MUERTE.
Mystery / Thriller¿Qué puede ser más oscuro que la noche? ¿Qué puede ser más denso que la sangre? ¿Qué puede ser más sombrío que la muerte misma? ¿Qué puede ser más peligroso que el amor? ¿Qué te salva? ¿Qué te libera? Y... ¿Qué es lo que te condena? ¿Cómo esc...