MARIPOSA NEGRA.

83 16 1
                                    


THAIS

—¿Por qué no tomas una ducha? —me dice Carel.

—No. Dime lo que sabes —exijo.

—Toma la ducha y te lo diré todo —insiste.

Avanza y abre la puerta de la habitación. Lo sigo y llegamos a su cuarto.

—Dentro esta todo lo que necesitas. Estaré abajo encargándome de Hertz —.

Asiento y entro en el cuarto de baño igual de oscuro que la habitación.

Una gran tina en color negro al centro. Luce teatral, pero cómoda. Te incita a permanecer ahí por un largo rato y justo es lo que necesito en este momento porque acabo de matar a una persona, pero eso ni siquiera es lo inquietante. Lo que realmente me produce escalofríos es la facilidad con la que lo hice.

Me observo en el gran espejo y me doy cuenta de que estoy cubierta de sangre. Abro el grifo del agua y me deshago de toda mi ropa. Mientras espero, comienzo a husmear y encuentro el oro al final del arcoíris. En un gran mueble negro donde se supone debe haber cosas de aseo se encuentra nada menos que un sistema de audio y un mini bar. El asesino tiene buen gusto, pienso.

—Veamos —susurro.

Enciendo la música, tomo una botella y me meto a la bañera.

Contemplo mi vida. Visualizo en lo que me he convertido. Lloro, me asusto, me rio y para cuando puedo observarme nuevamente en uno de los espejos que se encuentra delante de mí ni siquiera puedo reconocerme.

—¿Quién mierda eres? —me pregunto.

Abro la segunda botella, vuelvo a entrar en la bañera con el agua ahora helada. Me recuesto y pienso.

¿Qué voy a hacer ahora? Volver con mi familia no es una opción. Irme a Los Ángeles tampoco porque ya saben dónde buscarme. Toda esta mierda me está generando muchísima ansiedad. Lo único que quiero es morir.

Obtuve tranquilidad después de ver como moría Hertz, pero el justamente es eso que dijo Carel: la punta del hilo. Mi familia. Ellos se encargaron de crearme un infierno personal. Los aborrezco. Detesto cada parte de ellos hasta las células. La puta hipocresía es peor que cualquier cosa y estoy segura que la mentira es el verdadero mal del mundo.

—¡Me arruinaron la puta vida! —grito eufórica y lanzo la puta botella contra el espejo.

Me sumerjo en el agua por un largo rato con los ojos cerrados.

Estoy tan cansada, harta y frustrada. Mi mente sugiere cosas de las que apenas me creo capaz.

Cuando saco la cabeza del agua me sobre salto.

—¿Qué paso con el espejo? —pregunta Carel parado en la puerta.

—El puto reflejo me molestaba —digo.

Camina hasta donde me encuentro y me observa con la cara llena de nada y los ojos cargados de todo.

—Buena música —susurro.

—Para la ducha —.

Lana del rey se escucha al fondo como parte del soundtrack de una película.

Me hago para adelante lentamente sin apartar la vista de él.

Se quita las grandes botas y la camisa oscura. Siempre oscuro, pienso.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora