EL JUEGO DE LA MUERTE.

NO LLORES MARIPOSA

(INSERTE CANCIÓN CUANDO SEA EL MOMENTO)

THAI

Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí la luz acariciar mi rostro. Anoche hice lo más estúpido que pude haber hecho en mis veintiocho años. Besar a muerte fue como una sentencia para mí. Si bien no sabía absolutamente nada de él, de lo que si me encontraba completamente segura es que era un problema con patas y de que nadie iba a estar muy contento cuando se enteraran de lo ocurrido.

Como pude llegue al comedor para desayunar y encendí mi teléfono que llevaba apagado desde la cena de anoche.

"GRACIAS POR EL MEJOR REGALO DE CUMPLEAÑOS MARIPOSA"

Suspire profundamente cuando ese mensaje apareció en mi bandeja de entrada. Era un mensaje de anoche cuando salí corriendo de su habitación. ¿Qué demonios sucede conmigo? ¿Por qué lo bese? ¿Y de dónde saco mi número?

"LO QUE SUCEDIÓ ANOCHE ESTUVO TOTALMENTE FUERA DE LUGAR Y NO SE VA A VOLVER A REPETIR."

Escribo ese pequeño mensaje tan ansiosa como siempre. Es lo que provoca en mí. Logra que todo se salga de control conmigo. Tiemblo solo de tenerlo cerca y es consciente de eso por eso me ataca sin dudarlo ni un poco. Distancia es lo que debo poner entre nosotros de una vez por todas, pero también eso me cuesta un trabajo enorme.

—¿Segura mariposa? —su voz seductora y varonil resuena muy cerca de mi odio y pierdo el piso como siempre.

—¿Mariposa? —lo interrogo.

Hasta ahora no hacia más que decirme pequeña Thai por eso me parece extraña su manera de referirse así a mi desde ese mensaje anoche.

—Me encantan las mariposas —susurra.

Trago fuerte y me hago a un lado porque me pone nerviosa tenerlo tan cerca. Me pone a sudar y el recuerdo de ese beso me marea.

—Estoy segura —tartamudee un poco.

—¿Por qué no desayunas conmigo? —pregunta.

—No creo poder compartir espacio contigo ya que siempre logras meterme en algunas de tus movidas sexuales —comento con voz impostada fingiendo que no logra ponerme los bellos de punta.

—Prometo no ser divertido —hace una seña de rendición con ambas manos.

Siempre actúa de ese modo como si de alguna forma cambiara de personalidad en un dos por tres sin esforzarse y esas son las cosas que me llevan a ceder. Todo lo que voy descubriendo de él es como un buen libro cuando lo inicias y no puedes detenerte porque te atrapa desde el primer párrafo.

—Vamos —insiste.

Asiento con la cabeza y me pongo de pie.

🦋

De nuevo en este auto, con él y con la incógnita  de no saber a dónde me lleva o que planea.

—¿Por qué te dicen muerte? —pregunto para hacer un poco de conversación.

—Una larga y aburrida historia —contesta con esa voz gélida con la que siempre habla con todo el mundo.

Parece concentrado en la carretera y mejor hago silencio nuevamente para no distraerlo.

—Ese apodo me lo puso tu hermano imagino que como un recordatorio —dice.

—¿De qué? —indago.

—De lo que soy capaz de hacer —aprieta el volante de su auto con fuerza y como un acto reflejo pongo mi mano sobre la suya para que afloje un poco.