NUESTRO FIN.

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MUERTE.

Supuse que después de todo Evan habría disculpado a su progenitor, pero veo que también le guardo un profundo odio. Nunca estuvo contento con la vida que llevábamos y se fue, pero jamás escapas de lo que eres. La viva imagen de eso fue que entre los millones de personas en el mundo se prendo de Thais. La mujer que lo llevaría de vuelta a nosotros y sacaría lo peor de él.

Llego a la entrada del bosque y me detengo observando en todas direcciones para localizarlo.

—¡Corre! ¡No seas lento! —lo escucho gritarme.

Sonrió y avanzo.

En el camino saco una de las navajas que guarde en mis calcetines.

Cuando llego al lugar donde me espera me doy cuenta de que se ha encargado de todo. Alrededor de la tumba de mi madre hay una serie de explosivos.

Se encuentra de pie con un cuchillo en la mano.

—Esta vez el que pierda muere —dice.

—¿No será como en los viejos tiempos? —.

—Ya no eres un niño. Puedes hacerte responsable de tu propio fin —.

—Que así sea —.

Suelto todo lo que traigo encima y me quito la camisa para poder moverme mejor. Hace lo mismo y veo las marcas en su cuerpo. Las que mi abuelo le hizo cuando supo que había matado por primera vez a una persona. Las que le recuerdan su naturaleza.

—Los mismos tatuajes que llevaba ella —murmura.

—Y las mismas ganas de ver arder el mundo —.

Avanzamos en círculo esperando que ataque primero el otro.

—¿Sabes que fue lo que más me gusto de ella? Fue la manera de envolver a las personas hasta convencerlas de hacer lo que fuera que quisiera. Tenía ese poder de envolverte que no te deja salida —suelta.

Lanza el primer navajazo y lo esquivo.

—Los años te volvieron lento —hablo.

—Solo estoy calentando —.

Otro ataque y logra darme un rosón en el brazo derecho.

Lo asalto y se cubre con el tronco de un árbol.

—Tu puedes hijo. Estoy seguro de que por lo menos podrás hacerme un rasguño —se mofa.

Me lleno de rabia y agito mi cuchillo una y otra vez.

Asiento un corte en su barbilla.

Sus pupilas se dilatan completamente y con furia me lanza una patada que logra desestabilizarme.

Caigo en el suelo y pone el arma en mi cuello.

—¿Es todo lo que tienes? —.

—Apenas estoy empezando —escupo.

Con toda mi fuerza lo empujo y me siento sobre él, pero siento como la herida que aún no terminaba de sanar se abre y la sangre brota.

—Ahora no te podrás olvidar de mí. Cuando termine contigo ni Dios te va a reconocer —sisea.

Bajo la vista y veo su cuchillo clavado en mi costado.

Lo saca rápidamente. El dolor me abraza, pero no me detengo.

Doy una serie de golpes en su rostro que como puede logra esquivar.

Comenzamos a forcejear y mi pequeña daga cae lejos de mi alcance.

Me hace otra herida en la pierna y me tumba en el piso.

Se pone de pie y me asienta un par de patadas en el vientre que me dejan sin aire. 

—Nunca has sido un rival para mí —.

Enciende el contador de los explosivos. Treinta segundos en el reloj.

Jalo todo el aire que puedo y lo observo.

—Soy ateo pierde cuidado y se te olvido una cosa —musito.

—¿Qué cosa? —cuestiona.

Reúno todas mis fuerzas.

—Que somos iguales y no nos gusta perder —.

Saco la navaja que guardaba en mi calcetín y la lanzo dándole directamente en el lado izquierdo.

Cae de rodillas con una sonrisa en el rostro.

—Siempre supe que vendrías a buscarme, solo hacía falta que me encargara que pavimentarte el camino. Rafaela, Míjail, Hertz, peones en el juego —jadeo.

—Espero que no creas que ganaste. Este no es tu juego, tampoco el mío, es el de ella. Tu madre te envía saludos —suspira —. ¿No te parece hermosamente irónico? Vienes a vengarte por una muerta que sigue viva. Le pareció una grandiosa idea volver a reunirnos como en los viejos tiempos. Esto no es nada, lo peor está por venir —habla jadeante.

En seguida muere y yo me quedo en el suelo asimilando lo que acaba de salir de su sucia boca. Más vale que sea una puta broma de mal gusto. Yo la vi caer. Vi sus ojos suplicando de que hiciera algo, pero un niño no tiene nada que hacer ante su asesino padre.

De pronto la cuenta regresiva me trae de vuelta de mis pensamientos y observo que me quedan cinco segundos. La sangre brota de mi herida como un rio. Estoy a cinco segundos de morir y entonces en lo único que pienso es en ella. La hermosa rubia que se arrastra hasta lo más bajo conmigo y juntos llegamos a lo más alto ¿Es nuestro principio o nuestro fin? Mi hermosa mariposa negra sigue volando alto pronto te atrapare.

—Tres, dos, uno... —susurro.





FIN.


Redobles por favor!!!

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Redobles por favor!!!

Este es el final de esta pequeña historia y antes de que me odien aun falta nuestro epílogo.

Besos de Muerte.

EL JUEGO DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora