SEIS

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El príncipe Daemon voló desde Rocadragón para entregar a la novia a su futuro esposo, mientras que su madre, aún recuperándose del parto de su hermano, se quedó allí, con el resto de sus hijos. Maela lamentó que ninguno de sus hermanos pudiera estar allí.

Justo después de que las sirvientas terminaran de arreglar a la novia, Daemon entró en su habitación.

─ Te ves hermosa ─le dijo. Maela le agradeció.

─ ¿Qué traes ahí, tío? ─preguntó, tras ver que Daemon cargaba con un pequeño cofre de madera.

─ Un obsequio de tu madre ─le tendió la caja a la joven. Maela la tomó y la apoyó sobre la mesa. Al abrirla, se encontró con un collar de oro, con una pequeña gema negra en el medio.

─ Es precioso ─dijo, observando maravillada el collar.

─ Para que no olvides quien eres.

Maela entendió perfectamente a que se refería. Dedicó una sonrisa a Daemon, quien le ayudó a colocarse el collar. Después, la cubrió con una capa que llevaba bordado el escudo de la casa Velaryon. Cuando fuera entregada a Aemond, él cambiaría su capa por una de la casa Targaryen.

─ ¿Estás lista? ─le preguntó el hombre. Maela asintió.

La ceremonia se llevó a cabo en el Salón del Trono. Como su abuelo le había prometido, la boda era majestuosa. El salón estaba decorado con los colores Targaryen: rojo y negro. El vestido de la novia, completamente blanco, con detalles de escamas de dragones en negro, había sido confeccionado especialmente para la fecha, y Maela lo lucía con seguridad y elegancia, llevándose la mirada de todos los presentes. Daemon la escoltaba al altar, en donde Aemond esperaba, impaciente. Cuando vio a Maela entrar al salón, no podía creer lo que estaba viendo. No existían palabras para describir lo hermosa que se veía. En ese momento, se sintió el hombre más afortunado del mundo.

─ Si te arrepientes, aún estamos a tiempo de huir─le susurró Daemon, para que solo ella pudiera oírlo. Maela, sonriente, negó. No se iría a ningún lado.

Al llegar al altar, los novios intercambiaron una mirada cómplice, cargada de emociones. El septón comenzó a hablar.

─ ¿Quién entrega a esta mujer? ─preguntó.

─ Daemon, de la Casa Targaryen. Padrastro de la novia.

─¿Quién la toma?

─Aemond, de la Casa Targaryen.

─Por favor, cubra a la novia.

Aemond reemplazó la vieja capa Velaryon que cubría a Maela, y colocó la Targaryen en su lugar. A la princesa le recorrió un escalofrío cuando el joven rozó levemente su brazo.

─ Ahora, repitan tras de mi. Padre, herrero, guerrero, madre, doncella, anciana, forastero. Yo soy de él/ella y ella/él es mía/o. Desde este día hasta el final de mi días. Ya puedes besar a la novia.

Aemond tomó su rostro entre sus manos y, con delicadeza, depositó un suave beso sobre los labios de, quien ahora, era su esposa. Maela no pudo evitar sonreír, y pensó que ese beso había sido mucho mejor que el primero, pero que no sería mejor que el siguiente. Los novios entrelazaron sus manos y, entre aplausos y gritos, bajaron las escaleras y se acercaron a los reyes.

Alicent envolvió a ambos en un abrazo, felicitandolos y deseandoles buena fortuna. El rey, que ese día lucía bastante bien, tomó la mano de Maela y depositó un suave beso el ella.

─ Una vez más hemos unido en matrimonio a las grandes casas Targaryen y Velaryon ─dijo el rey. Aemond miró a su esposa, quien no había dejado de sonreír nunca. Rodeó su cintura con una mano y la atrajo más hacia él. Necesitaba tenerla cerca, enseñarle a todos que ahora la joven princesa era suya. ─ Demos comienzo a la celebración ─gritó, y la música comenzó a sonar.

Traicion de Sangre || HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora