TREINTA Y OCHO

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Harrenhall estaba vacía. El único rastro de que Daemon había estado allí era la montaña de estiércol de dragón que había a un lado del establo y el estandarte de los Targaryen que colgaba de una de las paredes. Pero estaba sucio, y apenas podía distinguirse de que se trataba.

Maela decidió sobrevolar sobre el camino que llevaba desde Harrenhall hasta la capital. Veraxes parecía cansado, pero aún así obedeció a la órdenes de su jinete. Ella le prometió que le conseguiría un buen cordero para su cena.

No conocía bien el camino, pero al cabo de tres horas encontró el primer rastro del ejército. Miles de huellas marcadas en el barro. Maela desmontó de lomos de su dragón para comprobar que las huellas aún estaban frescas. Eso significaba que Daemon y los hombres del Norte no estaban muy lejos. Con eso en mente, volvió a emprender vuelo.

Apreciaba el paisaje. Las montañas podían verse a lo lejos. Sabía que allí cerca pasaba un río. El Ojo de los Dioses lo llamaban. Su orilla era extensa y firme. El caudal de agua circulaba tranquilo. Se oían pajaros cantando a lo lejos. Y también hombres. Hombres cantando una melodía que Maela reconoció de inmediato.

"Aquí voy yo,
con la frente en alto
y mi espada al mando del motín
Una mujer me espera
que es tan bella como mil doncellas
Una jarra de vino me llama
cuando las llamas arden
y mi corazón me dice
que es hora de luchar"

Su padre solía cantarla cuando ella no se podía dormir. Las estrofas casi ni rimaban, pero a Maela le resultaba graciosa; se reía hasta que el sueño la atacaba. Ser Leanor la había aprendido cuando luchó en los Peldaños de Piedra. A Rhaenyra no le gustaba que Maela escuchara esas cosas; siempre trataba de protegerla, sin saber que terminaría entregándola a los buitres cuando apenas era una niña.

─ Aderī Veraxes ─le gritó la jóven tomando las riendas de su dragón.

Sobrevolaron un pequeño bosque con altos árboles. Al final de este, se hallaba la extensa orilla del río. Maela pudo observar un campamento repleto de hombres, por lo menos cinco mil. Estaban dispersos a lo largo y ancho de la orilla. Había una fogata encendida, pues eran las primeras horas de la mañana, y el clima no era tan cálido como antes. El invierno se acerca, decían los Stark. Pero Maela creía que estaban lejos de entrar en uno.

En el campamento, los hombres no tardaron en notar la presencia del dragón. Para algunos, era conocido, ya que lo habían visto anteriormente en Harrenhall junto a la princesa. Pero otros, desconfiados, se armaron con arco y flecha decididos a disparar contra Maela. Para suerte de la jóven, Daemon salió de su tienda, alertado por uno de sus hombres. Al alzar la vista al cielo, reconoció a la bestia dorada de su hija. Inmediatamente, ordenó a los hombres que bajaran sus arcos.

─ Si te ateves a disparar a la princesa, eso será lo último que hagas en tu vida ─le dijo a uno de los arqueros que se mostraba reacio a bajar su guardia. El hombre asintió y se retiró de su lado asustado─ ¡Hagan espacio para que puedan aterrizar!

Veraxes aterrizó en el medio del campamento, pisando sobre la fogata que los hombres habían encendido. Maela desmontó de su lomo, vistiendo con orgullo sus ropas y siempre con la cabeza en alto.

─ No te esperaba por aquí ─Daemon se acercó a ella con una media sonrisa.

─ Lo sé ─dijo Maela─ Pero tengo noticias importantes.

Skorion massitas? (¿Qué ha pasado?) ─inquirió Daemon.

Pa kasta aemagon Aemond (Los verdes tienen a Aemond).

Skorkydoso? (¿Cómo?)─frunció el ceño.

─ Daeron Targaryen lo capturó ─le dijo─ Tomó de vuelta Antigua con ayuda del ejército Lannister. Mató a Tom Flores y a Adamm.

Traicion de Sangre || HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora