SETENTA Y DOS

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Dos semanas después de la llegada de Naerys, el huevo que los príncipes habían colocado en su cuna, eclosionó. Un pequeño dragón verduzco abrió sus ojos y saltó sobre la bebé, que reía a carcajadas. Los príncipes decidieron que iban a esperar a que su hija fuera mayor para que ella le diera un nombre.

Maela tardó un tiempo en recuperarse pero, cuando lo hizo, retomó sus tareas como un torbellino. Alimentaba a la pequeña Naerys por la mañana, mientras desayunaba con su familia. Luego, la bebé quedaba al cuidado de las doncellas. Dedicaba tiempo a las lecciones de Alto Valyrio de sus hermanos y aplaudía antes los primeros pasos que la pequeña Visenya comenzaba a dar. Una mañana, como le había prometido a Aegon, se calzó ropas cómodas y emprendió camino, junto a sus hermanos, hacia Montedragón, donde los dragones descansaban.

En la ladera del volcán, estaban Borrasca y Tyraxes. Sus respectivos jinetes no tardaron en montarlos. Maela pensó que quizás Vermithor se había escondido en otro rincón de la isla, hasta que sintió detrás de ella un pesado respirar cálido. Con cuidado, volteó y se encontró a pocos metros de la imponente figura de su dragón.

Vermithor rytsas. Ñuho majij sōvegon.

Obtuvo un resoplido como respuesta. Maela decidió que eso era señal suficiente de que su dragón le permitiría acercarse sin problemas. A Maela le costó un poco trepar hacia sus monturas, pero ni bien se acomodó en ellas, Vermithor batió sus alas y se alzó en vuelo. Parecía que su dragón también deseaba volver a volar con ella.

El cuero de la montura bajo ella, aferrarse de las cuerdas y el viento helado golpeándole la cara la hicieron sentir más viva que nunca. Necesitaba volar tanto como necesitaba respirar. Dragones eran y de los dragones venían. Bastarda o no, Maela era una Targaryen. Bastarda o no, algún día se sentaría en el Trono de Hierro y gobernaría sobre aquellos territorios por los que en ese momento volaba.

Un poco más al horizonte, estaba El Gaznate. Los hermanos de la princesa volaban sobre una docena de barcos que venían de las Ciudades Libres con mercancía. Desde que Rhaenyra se sentaba en el trono, el negocio marítimo había vuelto a funcionar y los barcos rodeaban El Gaznate para llegar a la Capital. Maela se preguntaba si en alguno de esos barcos iba Aegon o Daeron. Se preguntaba si realmente estaban tan cerca. Algo en ella le decía que sí, como en Marcaderiva, cuando creyó ver a Aegon. Pero se había equivocado aquella vez. Esperaba estarlo esta vez también.

Mientras alcanzaba a sus hermanos, reconoció la figura de otro dragón. Era Bruma, quien alguna vez fue montado por Ser Leanor y, que desde la muerte de su último jinete, Adamm Velaryon, era un dragón salvaje. Era la primera lo veía allí desde que ellos habían ocupado nuevamente la isla. Pensaba que aún estaba vagando por Marcaderiva.

Maela giró su cabeza cuando una ráfaga de viento la golpeó por la derecha. Era otro dragón, que voló mucho más arriba de ella y se perdió entre las nubes antes de que pudiera llegar a reconocerlo. Vermithor soltó un rugido y se inclinó hacia la derecha, comenzando a descender peligrosamente hacia el agua.

─ ¡Vermithor! ─Maela tironeó de sus cuerdas y el dragón retomó altura otra vez.

─ ¡Es mamá!─oyó un grito a lo lejos, que parecía ser de Joffrey. Efectivamente, el dragón misterioso se trataba de Syrax, el dragón de la reina. Maela no podía creerlo. Rápidamente ordenó a Vermithor que aterrizara, siguiendo a sus hermanos.

─ ¡Madre! ─Aegon saltó de lomos de Borrasca, y Joffrey de lomos de Tyraxes.

La reina desmontó con agilidad del lomo de su dragona. Mientras se quitaba sus guantes, Joffrey y Aegon corrieron hacia ella y la abrazaron. Maela se quedó rezagada, observando, dudosa. Desde que su madre había subido al trono, solo habían peleado y peleado. Las cartas de parte de la reina rara vez llegaban a Rocadragón. Maela estaba segura que Lucerys y su madre intercambiaban cartas bastante seguido, incluso Joffrey recibía cuervos de la Capital semanalmente.

Traicion de Sangre || HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora