CINCUENTA Y TRES

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Finalmente, el día de la coronación había llegado.

Con el primer rayo de sol, todos despertaron y comenzaron a prepararse para la ceremonia. Maela se metió en un largo vestido negro con detalles rojos. No había rastros del color azul que caracterizaba a la casa Velaryon. Había llegado la hora de abandonar el nombre de su padre y tomar el de su madre. Desde ese día, sería conocida como Maela Targaryen, Princesa de Rocadragón y Heredera al Trono de Hierro.

Aemond había optado por vestir los mismos colores que su esposa. El verde llevaba tiempo sin ser parte de su vida y Maela debía admitir que prefería verlo usando colores oscuros. Iban más con su personalidad.

─ ¿Estás segura de hacer esto?

Se acercó a ella y la ayudó a colocarse el collar con la piedra negra que Daemon le había obsequiado en su boda.

─ ¿Acaso tengo otra opción?

La tomó de la cintura y se inclinó para besar su frente.

─ Te amo, Mae. Y creo que lo harás muy bien.

─ Gracias ─le sonrió─ Yo también te amo.

Pronto unos golpes en la puerta se oyeron, indicándoles que el momento había llegado.

Maela y Aemond abandonaron la habitación tomados de la mano. Fueron escoltados por dos miembros de la Guardia Real hacia el Salón del Trono, donde la multitud ya se reunía. La reina aún no había llegado, pero lo haría pronto. La pareja ocupó un lugar a unos pocos pasos de la escalera que subía al trono, junto a los hermanos de Maela. a

─ Es increíble que este día haya llegado ─dijo Lucerys a su hermana─ Se siente como un sueño.

─ Lo fue por mucho tiempo ─respondió Maela─ Pero ahora es real. Y si no lo crees, pellizcate.

Eso último arrancó una sonrisa a Lucerys. Maela no pudo evitar reparar en como él rodeaba con un brazo a su esposa por la cintura, acariciando con la mano su vientre. Sus ojos se perdieron en ese momento y tuvo que pellizcarse para volver a la realidad. Así sería su vida de ahora en más. Se encontraría perdida anhelando por momentos así, por cosas buenas que sentía que jamás llegarían a su vida.

Unas trompetas se oyeron en el salón y las puertas se abrieron. En un vestido rojo y negro, la reina avanzó por el pasillo, seguida de cerca por su consorte real. Todos los presentes hicieron una reverencia hacia ella. Rhaenyra miraba escéptica al frente. Al trono.

Se detuvo al pie de las escaleras y esta vez si desvió sus ojos hacia un costado, encontrando a sus hijos mirándola con una sonrisa de orgullo en sus rostros. Inclusive los pequeños Aegon y Viserys estaban allí, presenciando el momento en que su madre se sentaría en el Trono de Hierro por primera vez.

Ser Percival Morth entró al salón sosteniendo un cojín rojo que tenía la corona sobre el. La misma corona que había usado el Rey Viserys durante todo su reinado. La misma que el Viejo Rey llevó sobre su cabeza por cincuenta y cinco años. Y la misma que utilizaría Maela cuando su momento llegara.

El caballero llegó hacia el frente y entregó la corona a Daemon, mientras que Rhaenyra comenzaba a subir los escalones hacia el trono con sus piernas temblando. Su esposo tomó la corona y la puso en lo alto, para que todos pudieran admirarla.

─ Que todos los presentes sean testigos ─ gritó Daemon.

Subió los escalones y, sin dilatar más el asunto, colocó la corona sobre su cabeza.

─ Aquí está Rhaenyra Targaryen, primera de su nombre. Reina de los Andalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres. Señora de los Siete Reinos y Protectora del reino. ¡La legítima reina del Trono de Hierro!

Traicion de Sangre || HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora