CUARENTA

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─ ¿Cómo que están aquí?

Maela se levantó y comenzó a vestirse mientras Daemon daba vueltas por toda la tienda, armandose de su daga, espada y casco. También agarró una armadura más pequeña y se la entregó a la princesa.

─ Debes ponertela ─le dijo─ Te protegerá de las flechas y lanzas.

Maela obedeció y con un poco de ayuda de él logró meterse en la armadura.

─ Daemon, ¿puedes explicarme que está pasando?

─ Criston Cole está cerca. Ha liquidado a cincuenta de nuestros hombres y marcha hacia aquí.

Maela tragó saliva. Ya había llegado la hora.

Veraxes rugió al ver a su jinete. Maela lo acarició rápidamente y le susurró que se tranquilizara. Enfundada en una armadura, la princesa montó a lomos de su dragón y emprendió vuelo, siguiendo de cerca a Caraxes y Vermithor.

En esos momentos, los soldados Verdes invadían el campamento de los Negros. Eran aproximadamente dos mil soldados, mucho menos que los norteños y los hombres de Daemon. Pero estos últimos habían sido sorprendidos con la guardia baja. Apenas habían logrado prepararse cuando el primer ataque ocurrió.

Los tres dragones sobrevolaron el campo de batalla. Los soldados apenas podían distinguirse desde las alturas. Daemon no quería atacar tan rápido. Esperaría a que sus fuerzas se dispersaran un poco, ya que no quería terminar quemando vivos a sus propios hombres. Maela estaba de acuerdo con él. Pero parecían estar perdiendo, a pesar de que los superaban en número. La princesa estaba alerta o lo que pudiera pasar, pero nunca se vio venir un ataque aéreo.

De la nada, un dragón apareció y golpeó por un costado a Veraxes. Maela se aferró con todas sus fuerzas a las riendas de su dragón para no caer, ya que el impacto había sido grande.

─ Maela ─gritó Daemon.

Si bien estaba cerca, la jóven lo sintió lejos. Tenía un molesto zumbido en su oído derecho. Desorientada, miró hacia todos lados en busca del dragón que la había atacado, pero no lo encontró. Lo que si pudo ver fue el humo que comenzó a rodearlos rápidamente. Maela comenzó a toser fuerte. Escuchó que Daemon le gritaba que volara lejos, pero ella no iba a huir. Tomando las riendas de Veraxes, le ordenó que descendiera hacia la batalla.

Una vez que se libró de la nube de humo, la joven ordenó a su dragón que aterrizara y ella se tomó un momento para analizar la situación en el campo. Lo que tenía frente a sus ojos le recordaba a la Batalla del Gaznate. Hombres corriendo, envueltos en llamas, gritando por piedad. Habían sido atacados por un dragón de los Verdes. Tessarion.

Maela reconoció a la bestia de Daeron Targaryen de inmediato. La había visto cuando era pequeña, en Desembarco del Rey. Era tan grande como lo fue Vermax, el dragón de Jacaerys, pero no tan rápida como Veraxes.

Del otro lado del campamento, Daeron reparó en que la jóven lo estaba observando y con una sonrisa burlona le devolvió la mirada. Maela no se dejó intimidar. Se acomodó mejor en la montura y tomó con fuerzas las riendas de Veraxes.

Māzigon, Veraxes ─le ordenó.

El dragón desplegó sus alas y ascendió rápidamente. Maela lo guió hacia el sitio donde estaba el príncipe. Tessarion también tomó altura y pronto ambos dragones se encontraban cerca.

Ninguno de los dos tenía experiencia en combate. Veraxes era más pequeño que la dragona, pero podía sentir la rabia de su jinete y eso lo hizo actuar primero. Abrió sus fauces y clavó sus dientes en el costado de Tessarion. Maela apenas se movió de su montura con el choque. Daeron, en cambio, luchaba por no caer. La bestia azul y oro soltó un rugido de dolor y comenzó a sacudirse para todos lados para librarse de los dientes de Veraxes.

Traicion de Sangre || HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora