Traicion de Sangre || HOTD

ONCE

Aemond no durmió con ella. Llegó en la mañana, oliendo a putas y alcohol. Maela lo esperaba en la cama, fingiendo que dormía. El príncipe entró en silencio a la habitación. Se quitó la ropa y, cuando estaba a punto de meterse en la cama, junto a ella, Maela habló, haciéndolo saltar en su lugar.

─ Buenas días, esposo.

─ ¿Qué haces despierta?

─ Yo podría preguntarte lo mismo ─Maela se levantó de la cama─ ¿Dónde estabas, Aemond?

─ No importa.

─ ¡Claro que importa! ─alzó la voz. Luego, añadió más bajo: ─ Llegas a estas horas, luego de haber pasado la noche en otro sitio, oliendo a burdel, y esperas que no pregunte dónde carajos te encontrabas.

─ No quieres saber, en serio. No insistas ─intentó meterse en la cama, pero Maela se lanzó hacia él, furiosa. Justo cuando iba a golpearlo en el torso, Aemond reaccionó y la apartó ─ ¿Qué sucede contigo, Maela?

─ Estoy furiosa contigo, eso sucede─le gritó. Ya no le importaba si todo el castillo la oía─ Si tuviera a Veraxes aquí conmigo, le ordenaría que te devorara de un bocado.

─ No lo dices enserio ─se burló él.

─ No me pongas a prueba, Aemond Targaryen ─lo apuntó con el dedo ─ No me subestimes. No luego de lo que hiciste en la cena.

─ ¿Todo esto es por lo que pasó con tus hermanos?

─ ¡Los insultaste!

─ Planeaba hacerlo, pero tú me lo impediste ─dijo.

─ ¿Lo admites, entonces? ─cuestionó la joven ─ Sabes que podrían cortarte la lengua por eso.

─ Nadie cortará mi lengua, Maela. No seas estúpida.

─ No te entiendo, Aemond ─suspiró, resignada─ Horas atrás, me decías lo mucho que deseabas poner un bebé en mi barriga, y luego trataste de insultar a mi familia. Realmente no te entiendo. Lo intento, pero no lo logro.

─ Tú hermano me debe algo, Mae. Ambos lo sabemos.

─ ¿Y qué? ¿Planeabas arrancarle un ojo allí, frente a todos? ¿Frente al mismísimo rey? ─el príncipe soltó una risa amarga, lo que terminó por acabar con la paciencia de la joven─ Se acabó. No te quiero en mi cama.

Maela intentó empujarlo fuera de la habitación, pero Aemond era fuerte, y no logró moverlo ni un centímetro. El príncipe miró a su esposa, cansada, se notaba que había estado toda la noche en vela, esperándolo. La abrazó. Ella se resistió, al principio, pero luego cedió. Lo envolvió con sus brazos, dejando escapar un sollozo.

─ Si lastimas a mi familia, me lastimas a mi, Aemond ─dijo, contra su pecho. Él pasaba las manos por su cabello, acariciándolo.

─ Lo siento, Mae.

─ Creo que iré a pasar una temporada en Rocadragón─ le dijo, separándose de él. Aemond sacudió la cabeza.

─ No puedes.

─ ¿Por qué? ─quiso saber de inmediato la joven.

─ El rey está muerto, Mae.

─ ¿Cómo dices?

─ Murió en la noche.

─ Debo avisar a mi madre ─dijo Maela, sin dudarlo. Se apresuró a salir de la habitación, en busca de un Maestre que pudiera enviar un cuervo a Rocadragón, pero Aemond la detuvo.

─ No, Mae. No puedes. Aegon es el rey ahora.

Sentía su corazón latir con furia. Parecía que iba a salirse de su pecho. Maela observó a su esposo, con lágrimas en los ojos.

─ El rey expresó un último deseo antes de morir. Dijo a mi madre que quería que Aegon fuera rey.

─ Imposible ─dijo, sacudiendo la cabeza─ El rey nunca nunca hubiera dicho algo así.

─ Pero lo hizo, Maela. Fue su último deseo. Aegon es el rey. Lo coronarán mañana.

─ ¿Qué pasará conmigo? ─preguntó, entonces.

─ Tendrás que jurar lealtad al nuevo rey.

─ Mi madre me cortará la cabeza si lo hago ─le dijo.

─ Por como yo lo veo, Mae, si tu madre no te mata, Aegon lo hará.

Maela miró a su esposo, con lágrimas cayendo por sus mejillas. ¿Qué se suponía que debía hacer? Traicionar a su madre nunca había sido una opción, no después de lo que ella le dijo. Pero estaba casada con un verde. Había jurado ante los dioses sear leal a él. Y su esposo era leal a Aegon, entonces, ¿qué otra opción tenía ella?

─ Doblaré la rodilla, Aemond ─anunció─ Pero puedo asegurarte que no será suficiente.

Aemond esperaba que lo fuera, porque si se la arrebataban, no podría vivir sin ella.