3. De humor para algo peligroso

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Cuando Kokonoi volvió, ordenó movilizar al personal para inspeccionar la mansión de Bonten centímetro a centímetro. Las palabras de aquél hombre le habían hecho dudar hasta del más confiable de sus subordinados. Comenzaba a sospechar de su propia sombra, pues la información del cargamento que venía en camino se había manejado con suficiente cautela. Sabía que el negocio de Nomura era la información pero no podía dejar de inquietarse por saber cómo es que se habían enterado.

Mickey llamó a los otros seis miembros principales de Bonten: Haruchiyo, Kakucho, Takeomi, los hermanos Haitani y Wakasa, quienes aunque desconcertados por el alboroto, habían observado entretenidos a Kokonoi sin entender el motivo de tal paranoia.

Una vez en la sala destinada a tal propósito, fue el mismo Koko quien comenzó a hablar, no dando explicaciones, si no gritando enfurecido a Sanzu, quien apenas lo miraba de reojo sin prestarle mucha atención.

–Mierda, tanto alboroto por golpear a un zorra –se quejó Sanzu cuando Kokonoi dejó de gritar–. Además yo no inicié ningún disturbio, en todo caso es esa zorra que me golpeó la que comenzó todo –sentenció cruzándose de brazos.

–¿De qué hablas, imbécil? ¿Sabes el problema en el que pudiste habernos metido? – Volvió a regañarlo Kokonoi.

–Explícate, Sanzu –le ordenó Mikey, quien hasta ese momento sólo había estado callado observando.

–Yo fui al club y pedí un poco de compañía, me enviaron a una chica y cuando quise que hiciera algo más que bailar, tomó una botella de champaña y me golpeó en la cabeza. Apuesto que eso no te lo dijeron, ¿no, Koko? –lo miró inquisitivo Sanzu mientras los demás miembros reían por lo bajo. Koko desvió la mirada–. Además yo ya me había olvidado de lo que pasó, ni siquiera recuerdo cómo fue que acabó esa noche.

–¡¿Tienes la más mínima idea de cuánto le cuestas a Bonten?! ¡Si algo le pasara al cargamento, ¿sabes cuánto dinero perderíamos?! ¡Tu vida no alcanzaría para pagar esa deuda! –continuó Kokonoi frenético.

–¡Mira nada más lo que has causado, Sanzu! –intervino Ran Haitani esta vez– ¿No sabes acaso que las chicas del Club Maboshi no son prostitutas?

–Lo son si les llegas al precio –respondió Sanzu encogiéndose de hombros con una sonrisa–. No era la primera vez que le ofrecía un extra a alguna para pasar un buen rato, y esa maldita sólo perdió la cabeza y me golpeó. Además, ¿qué tiene de especial esa zorra? ¿No les parece extraño?

–En eso tienes razón –habló Rindou–, y no importa cómo lo veas, hablar sobre el cargamento fue una amenaza hacia nosotros, ¿no lo crees, Mikey?

Todos miraron hacia la cabecera de la mesa, donde Mikey, con la mirada fija en algún punto de la pared, los escuchaba con su conocido semblante neutral. Asintió.

–Esto no es por la chica, imbéciles –habló Kokonoi de nuevo con frustración–. Es porque fue dentro de su club –hizo énfasis–. Además, ahora mismo lo que me preocupa es cómo se enteraron, necesitamos saber de dónde provino la filtración y si saben algo más. Debemos tener cuidado.

–¿Por qué estás tan sorprendido, Koko? –le preguntó Takeomi– Todos sabemos que Nomura Kaoru tiene información de todo lo que ocurre en Tokyo y nadie sabe cómo lo hace, ¿por qué crees que sería algo tan simple como micrófonos por la casa o alguna rata entre nosotros? –lo miró y sonrió de lado.

Kokonoi chasqueó los labios.

–¿Por qué no sólo vamos y matamos a algunos de sus hombres como advertencia? –Dijo Sanzu tratando de restarle importancia al asunto.

Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora