11. Estás a mi alcance

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Koko sostenía con fuerza el volante al sentir que aquellos recuerdos tan agradables le provocaban una reacción bajo los pantalones. Así que cuando llegó a unas cuadras de la tienda, se tomó un tiempo para respirar profundo y tranquilizarse antes de bajar del auto y recorrer a pie el resto del camino. Para entonces, los últimos rayos de sol se perdían en el horizonte.

Llegó a la esquina donde siempre esperaba hasta que Draken se iba. Se recargó en la pared, metió las manos en sus bolsillos y permaneció en silencio, mirando de reojo el local hasta que distinguió movimiento y unas voces.

Vio a Inui hablar con un hombre rubio de traje gris que le daba la espalda, por lo que no distinguía su rostro y por la distancia, tampoco entendía de lo que hablaban, aunque la conversación no duró más de unos segundos, luego el hombre hizo una reverencia de agradecimiento, Inui le sonrió amable, y por último, el desconocido caminó hasta un auto blanco estacionado cerca, subió y se fue.

Seishu vio de reojo a Koko en la esquina, le dedicó un pequeño vistazo y volvió a entrar a la tienda. Al poco tiempo, Draken salió y se fue en su moto, como siempre.

Koko caminó con calma hacia el local y entró. Inui de inmediato dejó lo que hacía y se acercó a él, le dio un beso rápido en los labios y lo abrazó.

–Te extrañé –le dijo al mirarlo con esa expresión en los ojos que encantaba a Koko.

–Yo también –respondió y dejó ver su lengua–. El hombre que estaba antes no venía en moto, ¿qué hacía aquí? –preguntó mientras se sentaban en el sofá, que no era el mismo de cuando Hajime comenzó a ir, sino uno más amplio de color negro que se convertía en cama.

–Hace unos días apareció aquí diciendo que su auto se había descompuesto a unas calles, que no había un mecánico cerca y nos pidió si podíamos revisarlo, ver si podíamos hacer algo –contó Inui–. Le dijimos que no podríamos hacer mucho porque trabajamos con motos, no autos pero se veía realmente desesperado, dijo que su jefa estaba esperando en el coche, así que Draken decidió ayudarlo y lo seguimos. Resultó que era una limusina de vidrios polarizados, detenida a dos calles de aquí, al parecer es el chofer de alguien importante.

–¿Y qué pasó entonces? –preguntó Koko con una suave voz, mirándolo embelesado.

–Draken abrió el cofre y nada más echarle un vistazo pudo ver que una manguera del radiador no estaba en su lugar. La acomodó y eso fue todo –se encogió de hombros y rió divertido–. Supongo que al ser un hombre elegante no está acostumbrado a ensuciarse las manos y no supo qué hacer. Quiso pagarnos pero nos negamos.

–¿Y la jefa?

–Pues...sí había alguien dentro de la limusina pero no se bajó, así que no la vimos en ningún momento.

–Ya... ¿Y entonces a qué vino hoy?

–Trajo esto... –Inui se levantó y se dirigió a una mesita de trabajo donde había dejado una cajita de cartón blanca con asa y la llevó hasta Koko– dijo que son postres del restaurante de su jefe, que eran un pequeño agradecimiento por lo del otro día y me dejó su tarjeta... –comenzó a rebuscar en los bolsillos de su uniforme.

Koko miró la caja con dos rebanadas de pastel dentro, hasta que vio en uno de los costados por fuera unas letras impresas de color dorado que decían "Kuroi Kiri". Se sobresaltó casi arrojando la caja lejos pero Seishu la sostuvo. Kokonoi lo miró con gravedad y antes de que pudiera preguntar qué ocurría, le ordenó que le enseñara la tarjeta y se la arrebató de las manos.

Un balde de agua fría cayó sobre Hajime, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda y se levantara del sofá en un salto. Tras la sorpresa inicial, su cuerpo tembló de ira, arrugó la tarjeta con el nombre Sonozaki Yuichiro en ella y la lanzó como si le hubiera quemado la mano. Inupi miraba la escena completamente desconcertado, así que se acercó a Koko e intentó hablarle, pero de nuevo él se impuso sin dejarle pronunciar palabra.

Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora