Mikey no sabía cuánto tiempo había transcurrido pero la animada voz de Yuko se había convertido en ruido blanco, un sonido que sólo servía para rellenar el silencio de la habitación mientras observaba con ojos entreabiertos su pequeña figura frente a él. Estaba cansado de escucharla parlotear sobre cosas que no le interesaban en lo más mínimo mientras hacía exagerados ademanes con la mano derecha. Miraba a la mujer rubia tocar sus labios rojos de vez en cuando, al tiempo que lo veía directamente a los ojos en un intento de verificar que estuviera prestándole atención, cosa que ya no hacía, sólo analizaba su comportamiento, tratando de encontrar en ella de nuevo esa chispa que se había encendido en él la primera vez que la vio.
Antes de perderse en sus pensamientos, había escuchado una historia que comenzaba con ella trabajando primero como mesera y eventualmente como bailarina en Maboshi sin algún suceso realmente importante en el medio. Escuchó algo sobre haber crecido en los suburbios de Tokyo, no tener padres y un hermano menor que dependía de ella. Más allá de eso, no había algún detalle que le resultara útil recordar o le ayudara a entender quién era realmente Nomura Kaoru, que era la principal razón por la que había preguntado.
Después de las contadas interacciones que había tenido con la esposa de Nomura, se había dado cuenta que era una persona demasiado meticulosa y astuta, aunque no se lo reconocería en voz alta jamás, y eran precisamente aquellas cualidades por las que sabía que todo lo que había dicho hasta el momento sobre su esposo, era algo bien calculado que coincidía con su historia de ser una víctima y querer huír de él, lo que si bien era creíble, Mikey no consideraba que sus circunstancias fueran tan malas y tras conocer al hombre en persona, la idea de considerarlo una amenaza le parecía completamente absurda.
Sin embargo, la duda de cómo alguien que parecía tan lista le temía a un hombre así, le asaltaba cada tanto.
Mikey conocía el miedo. Había experimentado distintos tipos a lo largo de su vida y con el tiempo había aprendido a hacer uso del mismo para conseguir cosas. Una vez llegados a cierto punto, no le fue difícil entender que con sólo estar en una posición de poder, ya había quienes le temían sin necesidad de que lo conocieran personalmente o de siquiera haberlo visto alguna vez y encontraba cierto placer en ello, pues así no necesitaba esforzarse por mantener a otros lejos de sí mismo.
–...y una vez, una chica que venía de-...
–Cállate –ordenó Mikey repentinamente sin mirar más a Yuko, por lo que no pudo notar que el hecho de que la interrumpiera, no la había sorprendido para nada.
Mikey se movió sobre la cama y se acomodó para dormir, dándole la espalda mientras ella sólo miraba, intrigada y un poco temerosa de su siguiente movimiento pero él sólo cerró los ojos, suspiró decepcionado y se dispuso a intentar dormir.
A las once y cuarto de la noche, el Lexus LS 500h gris de Sanzu aparcaba de nuevo afuera del Hotel Emion en Urayasu. Bajó y con pasos apresurados se dirigió a la recepción, deteniéndose sólo un segundo cuando su teléfono vibró en uno de sus bolsillos. Al ver que era Ran, dudó en responder, preguntándose si algo pasaba pero conociendo al hermano mayor de los Haitani, supuso que sólo estaría aburrido y desvió la llamada para después apagar el teléfono.
ESTÁS LEYENDO
Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)
FanfictionEl Club Maboshi es uno de los más exclusivos de Tokyo y pertenece a uno de los hombres más poderosos de todo Japón: Nomura Kaoru. Es en este lugar donde un incidente provoca que te encuentres de frente con Sanzu Haruchiyo, dándote la oportunidad de...