10. Delirio voraz

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-¡Koko! -repitió y comenzó a correr en su dirección, deteniéndose en seco al ver a Hajime retroceder un par de pasos al acercarse.

Su rostro mantenía una expresión de sorpresa y miedo mezclados, de nuevo podía escuchar su corazón en sus oídos, la respiración se le agitó y no sentía las piernas. Tenía ganas de correr pero no sabía si hacia Inupi o en dirección contraria.

Tras la distancia recorrida por Seishu, la expresión de Kokonoi le fue más clara. Lo miró fijo por unos segundos y sus ojos se humedecieron, sonrió y dio un paso en su dirección. Koko no se movió esta vez pero su expresión no cambiaba. Al ver la sonrisa de Inui, dudó de si aquello estaba pasando o si era una más de sus fantasías, hasta que se dio cuenta que había dejado de respirar y le hizo falta el aire. Respiró sonoramente, casi parecía un sollozo ahogado y sin ser consciente de lo que hacía, avanzó hacia él en un impulso.

Movidos por puro instinto, se abrazaron fuertemente al estar cerca. Los dos tenían los ojos humedecidos pero aguantaban las lágrimas, por ese pequeño instante los años no habían pasado y nada alrededor existía, sólo ellos.

Tras lo que parecieron segundos, el miedo se hizo presente en el corazón de Kokonoi una vez más, al hacerse consciente de que algo tendría que decir cuando se separaran y todavía no sabía qué. Al sentir cómo el agarre de Inupi se aflojaba, imitó la acción aunque no estaba listo todavía. La mirada de Seishu lo devolvía a la realidad, habían pasado años desde la última vez que sus ojos verdes lo vieron de esa forma.

Hajime sintió la garganta seca, tragó fuerte y abrió la boca, pero antes de emitir algún sonido, la voz de Inui sonó primero.

-¡Ven conmigo! -lo tomó de la mano sin darle tiempo a oponerse y lo llevó hacia la tienda, dirigiéndose hasta un sofá color café de dos plazas que se encontraba en el fondo. -Puedes sentarte aquí.

Kokonoi obedeció y se sentó completamente rígido, mientras veía a Inui llegar junto a una de las motocicletas que se encontraban ahí. Había piezas y herramientas esparcidas en el suelo y un banquillo en el que se dejó caer, tomó una herramienta y se puso a trabajar en la moto de nuevo, sin decir nada más.

Estuvieron así en lo que a Koko le pareció una eternidad.

-Puedes venir y estar aquí el tiempo que quieras, Koko -habló por fin Inupi, sobresaltándolo un poco-. Ya no tienes que quedarte afuera.

-¿Cómo sabes...? -Pronunció Hajime en una voz apenas audible.

-Hace un tiempo pusimos cámaras de seguridad afuera de la tienda -respondió sonriendo pero sin quitar la mirada de su trabajo en la motocicleta.

Koko se sintió estúpido. En todo el tiempo que había estado yendo jamás se le ocurrió reparar en ese pequeño detalle y no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo llevaban Inupi y Draken riéndose de él, viendo a través de las cámaras cómo iba, los observaba y se escondía como un acosador. La vergüenza y el enojo le colorearon las mejillas y desvió la mirada de la espalda de Seishu hacia una esquina del taller.

-No tienes que decirme si no quieres pero, ¿por qué dejaste de venir? -Volvió a hablar Inupi.

El silencio se instauró de nuevo en el lugar pero la atmósfera se ensombreció y se volvió pesada. Tras unos minutos así, Hajime no lo soportó más, se levantó y caminó a la salida sin mirar a Inui.

-¿Vendrás de nuevo? -lo detuvo Inupi, levantándose de su lugar, mirándolo con una expresión triste en los ojos que, de no haber estado dándole la espalda, Koko habría podido ver que decía "no te vayas".

-Tal vez -sentenció. Miró sobre su hombro a Inui y le sacó la lengua, aquél gesto tan característico de él.

Seishu sonrió amable de nuevo y se sentó en el banquillo otra vez mientras Hajime caminaba para salir de la tienda, escuchando un sutil tarareo de una canción que no conocía pero que le daba una sensación familiar y sonrió.

Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora