39. Un deseo inhumano

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Extrañamente, el tiempo se escurrió sin que te dieras cuenta. Hablaste largo rato con Wakasa de cosas sin importancia, te contó algunas anécdotas de cuando era más joven, las cuales escuchaste con atención, incluso te hizo reír algunas veces y por un momento te sentiste como la antigua tú, la que existía antes de Kaoru.

El problema es que te permitiste estar demasiado cómoda a su lado, tanto que el reloj marcó las seis de la tarde sin que te dieras cuenta, hasta que escuchaste el tintineo del elevador.

–¿Esperas a alguien?– Wakasa se levanta de la cama.

–¿Qué hora es?– Preguntas alarmada. Él mira su teléfono.

–Las seis.

–Es mi...comida –admites en voz baja, desviando la mirada de él.

Por las puertas corredizas que permanecían abiertas, aparece un mozo con un carrito de servicio, que se detiene en seco al ver a Wakasa en la habitación y sin mirarlo, avanza empujando el carrito hasta tu lado de la cama.

–Disculpe, señora. No sabía que estaba acompañada.

Sin levantar la cabeza, el mozo salió a toda prisa, mientras un aura pesada invadía el dormitorio.

–Bueno, ya que estoy aquí, puedo acompañarte...

–¡No!– Exclamas casi en un grito. Wakasa te mira extrañado ante aquella reacción–. Tienes que irte.

–¿Por qué?– Insiste con una suave sonrisa. –Supongo que puedo pedir que me traigan algo, si no te molesta esperarme.

–No es eso –susurras–. Es mejor que te vayas, Wakasa –le dices claramente, firme y fría.

–Está bien, me iré –acepta, metiendo las manos en sus bolsillos, así que suspiras despacio para que no lo note–. Pero no sin que me digas el motivo. Ya antes dijiste que no podríamos salir a comer porque terminaría muerto. Bueno, quiero saber por qué.

Él se yergue a los pies de la cama mientras te mira con autoridad. No lo ves más que un segundo y por un momento te sientes pequeña e indefensa. "Esta no soy yo", te repites internamente intentando tomar valor para hablar pero no lo consigues y Wakasa sólo te ve batallar.

Ante tu silencio, camina hacia el carrito de servicio y levanta el domo metálico que cubre la comida, alzando una ceja ante lo que encuentra: un plato de ensalada, un vaso de agua y un plato más pequeño con tres cápsulas de colores y dos comprimidos.

–¿Qué es esto?– Pregunta sin esperar respuesta, tomando una cápsula azul entre sus dedos. –No son para el dolor, ¿o sí?

–Son vitaminas –respondes todavía sin mirarlo.

–No sabía que estabas enferma, ¿por qué las tomas?

–No lo estoy... –tu voz suena temblorosa, tu garganta está seca– Es porque...lo que como no es suficiente...

Wakasa vuelve a mirar el plato sobre el carrito de servicio como esperando que hable y sus ojos saltan a ti una vez más.

–Si te lo explico, ¿prometes que te irás?– Continúas con un hilo de voz.

–Sí...


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Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora