7. ¿Son tuyos los ojos que me miran?

277 23 1
                                    


–Me agradan los hombres leales al rey, son muy útiles en este trabajo –continuas–. Pero a él –inclinas la cabeza en dirección de Sanzu–, debería ponerle una correa, Sano-san.

–Disculpe su actitud, señora Nomura –se disculpa Kokonoi–. No sabíamos que Sanzu...

–¿Que me apuntó con su arma? –lo interrumpes, levantando una ceja– Parece que ni siquiera lo recuerda –encoges los hombros y desvías la mirada.

Todos miran ahora a Sanzu, quien actúa un poco nervioso y da un paso hacia atrás. En ese momento el teléfono de Yuichiro comenzó a sonar en su bolsillo, lo sacó y caminó de regreso hacia ti, quedándose atrás y respondiendo con una voz casi inaudible.

–Sanzu-san –le hablas y este te mira de mala gana–, no debería intoxicarse tanto. Después de haber golpeado a esa pobre chica, quise hablar con usted y se desmayó. Mis hombres tuvieron que enviarlo a casa –terminas con una risita, Wakasa ríe también. Sanzu regresa al fin a su lugar a la derecha de Mikey y cruza los brazos sobre su pecho, molesto.

Yuichiro termina la llamada y se acerca a ti, susurrándote al oído que parece haber un inconveniente en el club. Ambos habían acordado que no te quedarías a solas con los hombres de Bonten, así que es hora de terminar la reunión. Asientes y Yuichiro vuelve a su posición detrás de ti.

–Bien, otros asuntos reclaman mi atención, así que debo retirarme. Les daré veinticuatro horas para pensar en la oferta de mi esposo. Si deciden aceptar, haremos uso de la ruta como un favor especial apenas esté disponible, si no su preciado cargamento dejará el puerto de Enoshima dentro de las camionetas de la policía –con estas últimas palabras, Yuichiro mueve tu silla hacia atrás y extiende una mano hacia ti.

Suavemente correspondes su gesto mientras te levantas, tomas el teléfono de la mesa y remueves la falda de tu vestido para comenzar a caminar primero de frente, como si te acercaras a ellos, luego desviándote hacia las puertas de cristal de la entrada con Yuichiro a tu lado. El sonido de tus zapatos es amortiguado por la alfombra que cubre el suelo, pero el siseo del vestido te acompaña en cada movimiento, puedes sentir sus miradas enganchadas a ti.

–Aceptamos –escuchas decir a Mikey. Detienes tu camino y giras sobre tus pies en su dirección para mirarlo. De nuevo sus miradas se cruzan, entonces decides acercarte suavemente, al pasar cerca de Haruchiyo puedes ver de reojo cómo se tensa.

Una vez frente a Mikey le extiendes la mano enguantada. Duda un momento ante el gesto, un atisbo de incredulidad se asoma en su mirada pero al final corresponde. Puedes sentir su firme agarre, por el contrario sus ojos te huyen, y su mano es tan fría que puedes sentirla a través del guante pero es más grande de lo que esperabas.

Logra sostener tu mirada un par de segundos y luego la desvía, soltando tu mano al mismo tiempo.

–Le aseguro que será un gran negocio, Sano-san –inclinas tu cabeza hacia él y al levantarla, le sonríes amable–. Buenas noches, caballeros –giras de nuevo y antes de comenzar a caminar, volteas sobre tu hombro una última vez–. Sano-san, si no puede controlar a su perro, conozco a alguien que le enseñará buenos modales.

Un tanto desconcertados, los cuatro hombres te observan caminar a la salida, puedes sentir sus miradas clavadas en la espalda o tal vez en el vaivén de tus caderas al caminar. Yuichiro sostiene la puerta de cristal, pasas y lo escuchas despedirse.

–Buenas noches, socios. Será un placer trabajar con ustedes.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora