2. Algo que probar, nada que perder

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Kokonoi Hajime cumplía religiosamente con sus deberes como administrador de Bonten cada día. Las cuentas siempre eran exactas, sabía quién tenía que pagar, a quién había que pagarle, quién debía dinero y los intereses correspondientes. Ni un solo yén se movía sin que él no lo supiera. Por supuesto el trabajo no era fácil, cada día en su oficina dentro de la mansión que cumplía a la vez la función de guarida y casa para los miembros principales de la organización, realizaba sus tareas de forma casi religiosa y algo que odiaba, eran las interrupciones.

Este día le pintaba bien hasta que sonó su celular, interrumpiendo su minuciosa tarea.

-¿Qué? -respondió claramente molesto.

-Lamento molestarlo, Kokonoi-san -respondió el subordinado del otro lado de la línea-. Hay un hombre aquí que lo busca.

-No estoy esperando a nadie, que se largue.

-Dice que viene de parte del Club Maboshi, que debe entregarle una factura personalmente.

-¡Ah, el Club Maboshi! -Kokonoi conocía perfectamente el nombre-. Está bien, que pase.

El Club Maboshi era frecuentado por los ejecutivos de Bonten ocasionalmente no sólo por diversión, también era un lugar adecuado para algunas reuniones. Las cuentas del lugar nunca eran pequeñas, y tras un tiempo de hacer uso de sus servicios, la administración del lugar enviaba las facturas de los miembros directamente a Kokonoi cada fin de mes, aunque esta vez le pareció extraño que se habían adelantado tres días, además de que las facturas no solían entregárselas directamente.

Unos golpecitos sonaron en su puerta, a lo que respondió en tono neutral. Un hombrecillo de cara regordeta entró en su oficina. Se notaba en la ropa manchada de sudor que estaba completamente nervioso. En una mano sostenía un sobre amarillo y en la otra un pañuelo con el que enjugaba el sudor de su cara constantemente.

Nada más verlo, despertó una enorme repulsión en Kokonoi, quien impaciente porque se fuera, le pidió la factura y le dijo que era todo.

-Discúlpeme, Kokonoi-san -habló el hombre, con una voz temblorosa apenas audible-. No es mi intención molestarlo, soy un simple recadero, pero la administración del club me pidió que le dijera que esta factura no será la única de este mes. Que como se ha venido haciendo, en tres días recibirá la factura de los gastos acumulados por Bonten en el mes.

-Si esta no es la factura de los gastos del mes, ¿entonces de qué es? -preguntó Kokonoi más a sí mismo que a aquél hombre. Abrió el sobre y examinó con atención la información que se le presentaba en la factura. Levantó las cejas en una expresión de sorpresa que raramente se le podía ver.- ¿Qué carajo significa esto? -Esta vez le habló directamente al hombre, quien dio un salto al escucharlo.

-Son los gastos acumulados por el incidente de la otra noche. Incluyen las reparaciones, los gastos médicos de la chica y los días que la sala tuvo que ser cerrada -le respondió con la misma vocecilla temblorosa, cada vez más asustado de mirar directamente a Kokonoi.

-¿De qué incidente me estás hablando? ¿Por qué tendríamos que pagar estas cosas? ¡Exijo una explicación!

-¡Lo siento mucho, Kokonoi- san! ¡Yo no sé nada, sólo soy un mensajero! -contestó casi llorando.

-¡Pues dile a quien te haya enviado que necesito una explicación! ¡No pienso pagar nada de lo que dice aquí! ¡Lárgate ahora! -enfurecido, Kokonoi se levantó de su asiento y le lanzó el papel arrugado a la cara.

El hombre chilló como una rata y de la misma forma salió corriendo y pidiendo disculpas, completamente aterrado.

Tres días después, como lo dijo aquél hombre, Kokonoi encontró en su escritorio otro sobre amarillo. Lo abrió y en él encontró esta vez dos facturas. La suma de ambas alcanzaba un total de dos millones trescientos mil yenes. Había pensado que la visita de aquél sujeto había sido un error o una broma de mal gusto, pero esta vez comenzó a tomarlo más en serio.

Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora