Parte 190

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DOLOR


Cuando su día comenzó MC no había pensado que daría un cambio tan brusco. Todo su buen humor y alegría por ocuparse de un nuevo caso se había ido por el desagüe, ahora estaba furiosa, su pecho ardía y el hueco que había estado escondiendo por años se había abierto nuevamente y dolía más que antes incluso.

MC permanecía firme en el umbral, en una mano sostenía los archivos y en la otra su mano se transformaba en un puño cerrado que apretaba cada vez mas hasta hacer que sus nudillos estén absolutamente pálidos.


MC: ¿Qué haces aquí Astrid?

Astrid: ¿Astrid? ¿Así me llamas ahora?

MC: No me hagas perder el tiempo, ¿Qué quieres?


Su cuerpo estaba tenso, su tono de voz era agresivo y sus ojos tenían un fuego interior que perforaban a quien sea que la mirase.

 Astrid estaba sentada sobre una silla en la barra, junto a ella una taza de café humeante.

Jake permanecía en silencio con Liam en sus brazos, ninguno de los dos emitía sonido alguno. El clima tenso se palpaba en el aire, hablar haría desatar una versión de MC que él no estaba dispuesto a enfrentar. Nunca la había visto de esa manera, le daba miedo, podía ver que esa mujer sacaba su lado salvaje, uno que nunca le había mostrado, podía ver detrás de la rabia que había en su mirada, un dolor que la perforaba en lo más profundo.


MC: Jake... lleva a Liam a su cuarto.

Jake: ¿Estarás bien?

MC: Si, lo estaré. Ve, por favor.


Jake se alejo cautelosamente y en silencio. MC ingreso a su casa, dejo sus cosas en la pequeña mesa que estaba a un costado de la entrada y con pasos seguros fue a la cocina.


MC: Lo preguntare una vez mas y será mejor que me contestes, de otro modo tendré que pedirte que te vayas de mi casa y que no vuelvas. ¿Qué estás haciendo aquí?


Astrid también estaba nerviosa, la situación era inesperada. Nunca pensó que MC la recibiría de una manera tan fría, claramente no esperaba una fiesta pero tampoco tanta hostilidad.


Astrid: Solo quería saber de ti... te he echado mucho de menos.


MC soltó una sonrisa burlona.


MC: Si, claro. ¿Así de repente se te despierta el amor a ti?

Astrid: Déjame explicarte.

MC: NO, TÚ TE CALLAS.


Su grito retumbo por cada rincón de la casa, no podía escucharse ni el vuelo de una mosca, solo su voz.


MC: Hace mas de 10 años que decidiste alejarte de mi vida y nunca te he obligado a que me quieras, a que me trates bien. Me las he arreglado muy bien sola, estoy orgullosa de mi misma, de todo lo que he conseguido con mi esfuerzo, nunca he bajado los brazos, aun cuando todos me dieron la espalda y tuve que valerme por mi misma y hacer de mí la mujer que soy hoy. No creo que te deba algo. Si, quizás al comienzo hiciste un buen trabajo pero luego se te ha olvidado que también era tu hija. No solo a ti te afecto la separación, a mí también me ha dado una bofetada, me ha dolido que papa nos dejara, pero en ese preciso momento te has olvidado por completo de mí y deje de existir. No te importaba con quien estaba, si comía, a qué hora volvía, incluso cuando decidí irme por mi cuenta ni siquiera has puesto resistencia, desde ese día en que tome mis cosas y me fui no volví a ver tu cara nunca más. ¿Y ahora vuelves como si nada hubiese pasado y esperas que te reciba con flores y una alfombra roja?

Astrid: Hija... sé que me he equivocado.

MC: QUE NO ME LLAMES HIJA... hace tiempo he dejado de serlo.

Astrid: No, siempre lo serás. Aunque te niegues, aunque no lo quieras.

MC: ¿Quién te ha dicho donde vivía?

Astrid: Tu nombre ha aparecido en infinidad de diarios, no fue tan difícil localizar tu rastro. Te has vuelto tan valiente, audaz, eres una mujer tan fuerte, no le tienes miedo a nada.

MC: Te equivocas.... Tengo miedo de perder a las personas que más que quiero, mi hijo, mi prometido, Scott, Ares y mis amigos. Ellos son los que no dejan que me desmorone, ellos me sacan una sonrisa los días grises, ellos me levantan cuando caigo, me acompañan día tras día, ellos estuvieron cada vez que tuve miedo, cuando mi relación amorosa era incierta, cuando me entere que estaba embarazada, cuando tenía miedo por el parto e incluso en la maternidad, porque cada día de mi vida me pregunto si lo estoy haciendo bien, si mi hijo cuando crezca estará orgulloso de mi. Y también se me vino el mundo encima cuando papá murió, una parte de mi se fue con él cuando tomados de la mano dejo de respirar y me dejo con millones de cosas por decirle y preguntarle. Y luego el tener que hacerme cargo de sus propios hijos, que son un amor pero aun así no sabía ni como criar a mi hijo cuando tuve que hacerlo con dos más porque su familia era una absoluta mierda y cada cosa conseguida fue a base de la delincuencia. Pero aun en la incertidumbre no iba a dejar que mis hermanos se fueran con quien sabe qué clase de persona o vaya uno a saber si terminarían juntos y bien o separados y en malas condiciones. Puede que no sea perfecta, que muchas veces nade en un mar de dudas y que la tristeza la camufle bajo un telón e intente que me vean como una mujer fuerte que solo quiere ser el pilar de sus vidas, pero la realidad es otra. Soy feliz y los amo profundamente, pero miles de veces las inseguridades me atormentaron y termine llorando en mi habitación o mientras me duchaba o terminaba poniendo como excusa que salía a dar un paseo y terminaba llorando porque me sentía abrumada. Y fueron todos esos momentos donde hubiese deseado que estuvieras para apoyarme y aconsejarme, pero no... no estabas.

Astrid: Eres muy dura contigo misma hija, no está mal tener momentos de debilidad, uno no puede ser fuerte siempre. Cuando me separe de tu padre me sentí libre, lo ame, lo quise mucho pero los últimos tiempos ya no éramos los mismos. Abrí mis alas y volé, conocí a alguien más que me hizo feliz y reconozco que me olvide de ti. Creí que darte tus propias alas también te haría feliz, pero me excedí, porque si te las había dado, pero también olvide seguir acompañándote. Pensé que eras feliz de esa manera, nunca me reprochaste nada, no te enojabas, no me discutías, creí que lo estaba haciendo bien. Lo siento, lamento haberte lastimado, como también el hacerte sentir abandonada. Hoy quiero arreglarlo, quiero estar para ti, para mi nieto, quiero que me perdones, que me dejes entrar a tu vida nuevamente.

MC: Lo siento, pero no puedo. No es como si pudiera borrar de un soplido tantos años de ausencia, ni siquiera ibas a verme a la escuela, termine, recibí mi título y estaba sola, ni tu ni papá estaban aplaudiéndome con una sonrisa desde los asientos. Mis compañeros estaban rodeados por sus seres queridos y yo... nada, sola con mi alma. Ni siquiera te preocupaba saber si tenía un plato de comida sobre mi mesa, si estaba enferma o siquiera si seguía teniendo un empleo, puede que te arrepientas pero para mí no es fácil hacer borrón y cuenta nueva. Lo siento, pero estoy bien sin ti, no puedo olvidar. Así que ahora voy a pedirte que te vayas y que no vuelvas.

Astrid: Ojala algún día me perdones, si quieres saber de mi, de tus otros hermanos o simplemente necesitas de un abrazo de tu madre este es mi número de teléfono y esta es mi dirección. No dudes en llamarme, ahí estaré.


Hizo una breve pausa esperando la reacción de MC pero ella seguía firme en su posición.


Astrid: Bien, ahora me iré. Te amo mi amor, nunca lo olvides.


Astrid intento acercarse y besar a MC pero ella retrocedió unos pasos. Los años de ausencia dolían demasiado y solo el tiempo curaría esa herida y quizás haría que la pudiese perdonar.

Cuando Jake escucho al auto marcharse, regreso a la cocina. MC permanecía sentada en la cocina, con su cabeza sobre sus brazos, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas empapadas por sus lagrimas. Él la rodeo con sus brazos, estaba ahí para acompañarla, para hacerle saber que no estaba sola, que él estaba a su lado para ayudarla a sanar sus heridas.

Duskwood, la vida después del final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora