Capítulo 11

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-¿En qué piensa muchacha? -preguntó Quintina, la mujer que había comenzado a trabajar en su casa.

A Alycia seguía pareciéndole raro que hubiera una mujer que cocinara y limpiara la casa, normalmente de eso se encargaba Libia. Juan había intentado que ella lo hiciera, pero Alycia no servía para estar quieta, necesitaba salir, hacer cosas fuera, entre aquellas cuatro paredes se sentía asfixiada

-En nada Quintina, creo que me estoy comiendo la cabeza sin ninguna razón -dijo Alycia sin dejar de mirar por la ventana.

Quintina dormía en la cama que había sido de Libia, por lo que compartían habitación, Alycia apenas podía dormir por las noches, cada vez que se despertaba y escuchaba movimiento o a alguien respirar, creía que se trataba de Libia, después el dolor volvía a ella al recordar que nunca más volvería.

-Apenas has comido y no creas que no me doy cuenta que últimamente no duermes. ¿Echas de menos a tu hermana?

-Siempre..., pero no es lo único que me quita el sueño

-¿Entonces qué más te preocupa? Cuéntaselo a Quintina, se escuchar muy bien, y con tres hombres en casa supongo que no debe ser lo mismo, hay cosas que no se cuenta a los hombres

-¿Alguna vez ha estado enamorada Quintina?

-Claro..., aquí donde me ve yo he tenido muchos pretendientes. ¿Así que está enamorada de un hombre? ¿Eso es lo que te quita el sueño?

-De una mujer... -la corrigió

-¿Una mujer? Había escuchado rumores en el mercado, pero como a la gente le gusta hablar no quise hacerle caso... -Quintina se encogió de hombros-. Bueno lo que sea, ¿así que está enamorada de una mujer? ¿Y esa mujer no la corresponde?

-Sí, ella también me quiere... -dijo Alycia-. ¿Sabes Quintina? Hasta hace unos meses creí que era la mujer de mi vida, todo iba muy bien, iba a verla, estaba deseando verla a cada instante..., pero últimamente..., la quiero, pero a veces regreso tan cansada del trabajo que no me apetece esperar que salga del trabajo para verla apenas un rato antes de tener que volver a irme a trabajar..., y eso me hace preguntarme..., ¿la quiero? ¿No se supone que cuando amas a otra persona te da igual todo y haces lo que esté en tus manos por verla? ¿Aunque sea apenas unos minutos? ¿Por qué ya no siento eso? Desde la muerte de Libia parece que nada tiene la importancia que antes tenía, todo parece tan... vacío...

-La muerte de alguien a quien se quiere siempre es dura, y más una hermana, rodeada de tanto hombre, es normal que extrañes a tu hermana, seguramente estaban muy unidas -dijo Quintina acariciándole el pelo como si fuera una niña pequeña-. Y a tu edad los amores son intensos, pero también pasajeros. Puede que cuando las cosas vuelvan a su cauce, esa mujer de la que estás enamorada siga ahí y te rías de las dudas que hoy tienes, y si no, sabrás que no era la mujer correcta

-¿La mujer correcta?

-Claro, cuando llegue lo sabrás. No dejarás de pensar en ella, la buscarás con la mirada, intentarás cruzarte con ella...

La imagen de Sara se le vino a la cabeza, sacudió la cabeza quitándosela de la mente, moviéndose y metiéndose en la cama, como si huir del lugar hiciera que también huyese de sus pensamientos

-¡No! ¡Imposible! -dijo más para ella que para la otra mujer-. Es una clasista, prepotente...

-¿Quién?

-Nadie -Alycia se tapó y se giró

Cerró los ojos pensando que Quintina no tenía ni idea, porque ella nunca se enamoraría de alguien como Sara Elisondo, era el tipo de mujer que odiaba, la que miraba por encima a todos los que no eran como ella, una mujer que no se rebajaba con alguien que no fuera de su estatus. La imagen de Sara llamándolos plaga vino a su mente, como para reforzar sus pensamientos, pero pronto fue sustituida por otra de la sonrisa de Sara, de ésta corriendo a ver cómo estaba preocupada al caer del caballo, de la mayor de las Elisondo besándola... ¡No! ¡Estoy enamorada de Rosario! Cerró los ojos fuerte como para grabar ese pensamiento en su mente y trató de dormir, evocando imágenes de la cantante para evitar que otras volviesen a su mente.

Pasión de GavilanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora