Capítulo 8

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-¿Por qué no nos avisaste que salías? ¿Sabes lo preocupado que hemos estado al no verte esta mañana? -dijo Juan enfadado a Alycia

-Lo siento, recordé que tenía que venir más temprano y salí antes, vosotros aún estábais dormidos y no caí en dejaros una nota. Lo siento, Juan, de verdad, no volverá a pasar

-Entiende que después de lo de Libia...

-Lo se, y lo siento, pero ya no se puede hacer nada, te prometo que la próxima vez te dejo una nota

-Vamos Juan, ya ha pedido perdón una docena de veces -intervino Franco

La discusión entre los hermanos terminó ahí porque ellos debían ponerse con la obra y ella debía regresar a los establos

***

Alycia subió las escaleras de la casa con cuidado de que nadie la viera y llamó a la habitación de Sara y Jimena, la mayor de las hermanas le abrió, estaba ya vestida, la miró con asombro y confusión

-¿Qué haces aquí? -preguntó Sara con tono de sorpresa y reproche a la vez

-¿Cómo se encuentra su hermana? -preguntó Alycia

-Me quiero morir -se escuchó el quejido de Jimena desde la cama

-Dele esto -dijo Alycia tendiendole un vaso a Sara

-¿Qué es? ¡Huele a rayos! -dijo Sara apartando el vaso con cara de asco

-Y sabe aún peor -dijo con una sonrisa Alycia-. Pero es muy eficaz con la resaca

-Haré que se lo tome -dijo Sara

Alycia se dio media vuelta y volvió a su trabajo.

***

Una hora más tarde, mientras Alycia montaba en uno de los caballos y daba pequeños trotes, nada elaborado pues aún no se atrevía con la mano aún adolorida, vio como Sara estaba en el otro extremo del establo, le extrañó su actitud porque parecía como si no quisieran que la viesen, le hizo gestos para que se acercara. Alycia desmontó del caballo y movida por la curiosidad fue a ver que se le ofrecía.

-¿Me llamaba?

-Sí, tenga -dijo Sara dándole algo de dinero

-No comprendo -dijo Alycia mirando el dinero-. ¿Necesita que compre algo para el establo? Creí que de eso se encargaba Olegario

-No tiene nada que ver con el trabajo, solo es un agradecimiento por haberme traído anoche

-Vaya... -Alycia enderezó la espalda, sintiendo como la ira se apoderaba de ella-. ¿También le pagó al señor Leandro por haberla sacado anoche?

-Eso no tiene nada...

-¿No? ¿Entonces esto es solo porque soy pobre y cree que así puede comprarme? -Alycia le puso el dinero en la mano-. La gente normal suele dar las gracias, es muy simple, solo es una sola palabra, debería probar a practicarla

Alycia no esperó la respuesta de Sara, se giró y se volvió al trabajo, conteniendose por no soltarte todas las palabras mal sonantes que se le venían a la cabeza. ¿Qué se había creído? ¡Eso me pasa por ser buena persona! La próxima vez que la traiga sus amigos los señoritos.

Alycia, por primera vez en mucho tiempo, recordó a Libia, se preguntó si es así como la habrían tratado cuando fue allí, ¿le habrían dado dinero como si fuese una cualquiera para que se callase?

***

Habían pasado varios días desde que Alycia y Sara habían hablado por última vez, Sara apenas se había encargado del establo en ese tiempo, y Alycia prefería estar trabajando, quería estar lo menos involucrada posible con esa familia, aunque debía admitir que Don Martín la divertía, era un hombre que pese a su posición social trataba con educación a los trabajadores, y siempre llevaba alegría y risas allí donde estaba.

Pasión de GavilanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora