Capítulo 23

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Sara estaba nerviosa y no sabía el motivo, llevaba casi una hora mirando su armario, finalmente lo cerró.

-Jimena..., ¿tú me acompañarías a la tienda de Leandro a comprar ropa?

-¿Ropa? -Jimena miró a su hermana-. El estilo de la tienda de Leandro es muy diferente al tuyo, a él... su estilo es más...

-¿Moderno? -terminó Sara la frase por su hermana-. Me gustaría renovar mi armario..., ¿modernizarlo?

-¿De verdad? -Jimena la miró sorprendida pues a su hermana nunca le había interesado la moda ni la ropa-. ¡Claro que te llevaré! ¡Ya verás que hay cosas hermosas!

***

-¿Por qué estamos aquí? -preguntó uno de los matones de Armando Navarro, el marido de Rosario Montes

-¿Saben de quién es esa casa? -preguntó Armando

-Es la casa que nos mandó destrozar, la de Alycia Reyes -comentó el otro matón

-Acabamos de regresar y ya la está buscando... -dijo celoso Armando

-¿Quiere que la detengamos?

-No, Rosario no sabe que ya no vive allí -dijo Armando-. Pero vosotros tenéis trabajo, quiero que Alycia Reyes desaparezca para siempre de nuestras vidas

***

En la Hacienda Trueba se respiraba un ambiente agridulce, Óscar y Juan contaban cómo habían visto por casualidad al hijo de Juan y Norma, habían podido conocerlo, incluso cogerlo, pero apenas unos instantes y después se lo llevaron lejos de ellos. Juan sentía una alegría inmensa de saber por fin como era su hijo, pero una gran tristeza al saber que no estaba con él.

***

Ante la insistencia de Jimena, Sara había salido esa noche con ella, Leandro y Ruth a un bar a tomar algo, Sara reconoció el lugar, había estado allí en dos ocasiones y en ambas, había visto a Alycia cantar.

-Qué mala suerte... -comentó con una mueca de disgusto Jimena una vez se sentaron en la mesa

-¿Quieres que nos vayamos a otro lugar? -preguntó Leandro

-No, no van a amargarnos la noche -dijo Jimena

Sara movida por la curiosidad miró hacia donde su hermana miraba y lo primero que vio fue la risa de Alycia, Sara sonrió, pero la sonrisa se le borró al instante cuando vio que estaba con aquella mujer, le costó darse cuenta que no estaban las dos solas, Franco estaba con ellas.

Pasó más de una hora y Sara no podía dejar de mirar a la otra mesa, no parecía que se hubieran dado cuenta de su presencia.

-Esta noche tenemos aquí a una persona muy especial y que aunque ha triunfado internacionalmente, ella empezó aquí, Aly, ¿por los viejos tiempos? -preguntó el dueño del bar

Alycia se miró las manos con una alita de pollo a medio comer

-¿Cinco minutos? Voy a lavarme las manos -dijo Alycia levantándose

Alycia fue al baño y se lavó las manos, al salir, por primera vez se fijó en la mesa que estaba frente a ella, cuatro pares de ojos la observaban

-Buenas noches... -dijo Alycia por educación-... señorita Ruth..., me alegra ver que se encuentra bien...

El corazón de Alycia latía aceleradamente como cada vez que veía a Ruth, se parecía tanto a Libia que a veces le costaba recordar que no era ella.

-Gracias... -dijo Ruth incómoda

-Con permiso -Alycia miró una vez más a Ruth antes de marcharse

Sara miró a Ruth, Alycia ni siquiera había reparado en ella, solo tenía ojos para Ruth, a pesar del tiempo que había pasado parecía que el flechazo que Alycia había tenido con la joven Uribe seguía ahí, pues una vez más cuando Ruth estaba todos los demás desaparecían.

Pasión de GavilanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora