Capítulo 28

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-Lo sé, yo también quiero verla, pero no puedo descuidar la hacienda... -dijo Sara cepillando a Relámpago-. Me defendió... nadie lo había hecho nunca... Si hubieras visto sus ojos... -Sara borró su sonrisa y puso cara de preocupación-. Pero Fernando la golpeó donde aquellos malnacidos la golpearon, temo que hayan agravado sus heridas..., ojalá pudiera ir a verla -Relámpago relinchó-. No puedo ir, no es tan sencillo, si mi madre se enterase que me veo a escondidas con Alycia... o incluso mis hermanas..., la lógica me grita que debería dejar de verla, olvidarme de ella, pero no puedo, no dejo de pensar en ella...

Sara se alejó de Relámpago cuando empezó a escuchar más vaqueros llegando, siguió con su trabajo intentando apartar de su mente a Alycia.

Una hora más tarde, Sara había tenido que ir a los previos para hablar con uno de sus vaqueros, miró a los previos contiguos decepcionada por no ver a Alycia, pero estaba Juan, que se acercó a la valla

-Señorita Sara, ¿podemos hablar?

Sara se acercó por curiosidad, Juan y ella habían muchos enfrentamientos desde que se conocían, quizás en otro momento lo habría ignorado, pero estaba agradecida con él porque la hubiera ayudado, y también quería saber si iba a decirle algo de Alycia, había visto el golpe que le dio Fernando, en un lugar donde ya había tenido un feo golpe, ¿quizás había empeorado? ¿Era por eso que no se encontraba allí?

-¿Qué desea? -preguntó Sara

-Dígale a Norma que quiero ver a mi hijo, por favor -dijo Juan

-Le daré su mensaje, aunque no le prometo nada -"¿Alycia se encuentra bien?" era lo que en verdad quería decirle, sin embargo, giró su caballo y se marchó

***

Una vez en la Hacienda, Sarita le contó a norma lo que Juan le había dicho

-Es normal que quiera ver a su hijo, ¿alguna de las dos podría llevarlo? -preguntó Norma

-Yo iría, pero ya he tenido problemas con Óscar y no quiero estar cerca de él -se disculpó Jimena

-A mi no me importa llevarlo -se ofreció Sara

***

Mientras Sara aparcaba el coche en la Hacienda Trueba pensaba cuántas veces había dicho que nunca iría allí por su voluntad, y últimamente había visitado aquella Hacienda en varias ocasiones, para recoger a Norma el día del bautizo de su sobrino, el día que golpearon a Alycia..., Sara se tocó los labios recordando el beso que se habían dado allí mismo, y ahora no solo estaba yendo de nuevo, sino que se había presentado voluntaria y estaba deseando entrar en el interior.

Una mujer a la que reconoció de las veces que había estado allí, la llevó a la sala, hablaba mucho y se tomaba muchas confianza, pero Sara tuvo que admitir que era una mujer agradable. Óscar y Juan llegaron y cogieron al niño, Sara miró tras ellos, esperando que alguien más se acercara pero no lo hizo. Se quedó observando de pie, como Juan y Óscar jugaban con su sobrino. La puerta se abrió y a Sara se le aceleró el corazón, se preguntó si había podido disimular o se le había notado la decepción al ver a Franco

-¿Cómo está Sarita? -la saludó

-Bien

Franco fue a ver al niño y después subió al despacho, entró para ver a Alycia tras una montaña de papeleo

-Juan David está abajo -dijo Franco

-¿En serio? Juan estará que salta de alegría -Alycia soltó el informe que tenía en la mano y se puso en pie-. ¿Norma lo trajo? No quiero bajar si están arreglando las cosas

-No, Norma no vino, lo trajo Sarita

-¿Sarita está aquí? -preguntó Alycia sorprendida mirando con desconfianza a su hermano por si la estaba molestando al haberse enterado de sus sentimientos por ella.

Pasión de GavilanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora