Capítulo 32

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-Conozco esa mirada -dijo Franco sentándose en uno de los sillones del despacho de Alycia-. Llevas dos días sin apenas salir de aquí

-Tengo trabajo pendiente -era cierto, pero tanto ella como su hermano sabían que no era la verdadera razón

-¿Sara y tú habéis discutido? -Franco bajó la voz al nombrar a la mayor de los Elizondo ya que sus hermanos aún no sabían nada

-No la entiendo, Franco, consigue desconcertarme -Alycia se levantó y fue a la ventana, se asomó a ella, después se giró enfrentándose a su hermano mientras se apoyaba en la pared-. Tuvimos una cita y todo fue genial, estuvimos viéndonos a escondidas durante una semana en un lugar cercano a los previos, nos besamos, hablamos, reímos..., todo estaba bien y, de repente, hace dos días me dijo que no podía hacer esto, que no podíamos seguir viéndonos. Me está evitando, no viene a los previos, he conducido hasta cerca de su casa con la moto, sé que me ha visto, pero no me busca... No sé qué hice mal...

-Quizás solo tenga miedo. A que se entere su madre o sus hermanas, piensa que ella fue la primera que se opuso a las relaciones de sus hermanas con nosotros y el karma le pagó haciendo que se enamorase de una Reyes, y de una mujer nada más y nada menos. Tú lo sabes desde hace mucho, sabes que es amar a una mujer, todos nosotros sabemos que te gustan las mujeres, pero para ella es nuevo, puede ser que se haya visto superada y que sólo necesite tiempo

-Eso espero... -dijo Alycia girándose para mirar por la ventana.

Alycia miró el reloj y se acercó a la mesa para recoger unos papeles

-Tengo que irme, he quedado para comer con unos clientes

***

-Vamos a salir a comer fuera -dijo Gabriela entrando en el cuerpo de su hija, Sara estaba tumbada en la cama

-No me apetece

-Llevas dos días ahí metida, ni siquiera bajas para comer, has descuidado tus obligaciones con la Hacienda, vas a salir hoy o llamaré al médico

-Solo no me apetece...

-Muy bien, llamaré al doctor

-No...

-Pues sal de esa cama de una vez, no volveré a repetirlo

Sara salió de la cama y se dirigió a la ducha, abrió el grifo y se metió, dejando que el agua golpeara su cabeza y recorriera su cuerpo, cerró los ojos y evocó una vez más la última semana.

***

Un par de días antes

Sara regresó a la Hacienda montada en Relámpago, intentaba disimular su sonrisa, pero no podía, últimamente siempre tenía ganas de sonreír y de reír, estaba feliz, tan solo cinco minutos con Alycia y era capaz de olvidar todo menos sus besos. Le encantaba la forma en la que la hacía sentir.

Después de su cita, habían estado viéndose todos los días, se contaban su día a día, sus preocupaciones, otras en cambio, no hablaban, solo se besaban, había momentos en las que ambas estaban en silencio, abrazadas la una a la otra mirando el atardecer, esos momentos eran únicos, maravillosos. El tiempo se pasaba demasiado rápido cuando estaban juntas y Sara solo deseaba poder detenerlo, no tener que separarse de ella.

-Veo que estás muy feliz -dijo Fernando, haciendo que a Sara se le borrase la sonrisa al instante-. No puedo creer que hayas caído tan bajo, eras la única que no se había dejado arrastrar por las mentiras de esos zarrapastrosos y mírate... tan digna que te hacías y eres la peor de todas -Sara se había quedado congelada, de entre todas las personas que podían saber lo suyo, Fernando era la última persona que pensó que podría enterarse-. Cuando tu madre se entere... y con una mujer... es asqueroso

Pasión de GavilanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora