⚜Prologo⚜

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Hace muchos años atrás, sus amigos y él fueron castigados por los dioses al cometer el error más grande de sus vidas. Ellos le robaron la preciada caja a Pandora y, seducidos por un viejo amigo, terminaron por abrirla liberando así a los demonios.

Como castigo, los dioses encerraron un demonio en cada uno de sus cuerpos. Ahora son inmortales, mucho más fuertes que antes y cargan con un compañero no deseado, al menos la gran mayoría.

Él, Bakugo Katsuki, se lleva muy bien con su demonio, Ira, quien sorprendentemente no es como Violencia, el cual ataca a todos a la más mínima provocación; su compañero otorgado por los dioses ve los pecados cometidos y al nivel de estos, es el castigo que recibirán.

Tardó muchos años en entenderlo, pero ahora que lo entiende y comprende, se ve obligado a permitir que Ira castigue a unos cuantos pecadores para no perder la razón y así, no atacar a sus amigos que se han vuelto su única familia.

En lo alto de un edificio, suelta un suspiro y echa la cabeza hacia atrás, observando con atención el cielo azul que aquella despejada mañana le otorga. Con los años la humanidad ha evolucionado tanto, pero sigue siendo igual de idiota: guerras, enfermedades, pobreza... ¿cuándo entenderán?

Entrecierra los ojos al ver un destello rojo surcar el cielo, ladea un poco la cabeza y al prestar atención, mira con sorpresa el ángel que cae en picada. Se pone de pie, listo para la batalla, pues demonios y ángeles no se llevan bien, sin embargo, aquel ser alado no se dirige a él ni siquiera pasa cerca, sólo aterriza en otro edificio con un par de aleteos suaves.

Esta cruzando la calle, ¿lo había hecho apropósito? ¿Ha deparado un poco en él? El ronroneo de Ira lo hace fruncir el ceño, ¿Qué carajo le pasaba? ¿Se encontraba cautivado por el ángel?

Hace una mueca, flexiona las piernas y observa con atención al ángel, en aquellas emplumadas alas no divisa ninguna de color y eso le da un poco de alivio, pues significa que no se trata de un serafín, los cuales están capacitados para la guerra y destrucción de toda criatura salida de los infiernos.

Entonces, si no se trataba de uno, qué hacía en la tierra. La camisa blanca de manga larga parece estar diseñada para usar las alas sin rasgar tela o perder movilidad, el jogger de igual color le ha de otorgar libertad y al ver sus pies descalzos, no puede evitar que una sonrisa se dibuje en sus labios.

Su vestimenta es tan simple y cotidiana, pero aquel llamativo cabello sin duda llama la atención, entonces ¿a qué ha bajado con los mortales?

Las grandes y emplumadas alas se retraen y se ocultan de su vista, algo que hace a su demonio lloriquear, como si de un niño al que le han quitado su dulce se tratara. Sacude la cabeza ante eso, sin embargo, ese movimiento le cuesta perder de vista al ángel y no duda en ponerse de pie, recorriendo con sus ojos todo a su vista. No sabe por qué, pero lo quiere seguir viendo.

Baja de aquel edificio lo más rápido que sus piernas le permiten; sí, es inmortal, pero se cansa, también puede resultar gravemente herido y torcerse el tobillo si pisa mal, dos de sus compañeros lo saben mejor que nadie.

Al llegar a las calles de la ciudad de San Francisco, mira a ambos lados y al divisar el cabello rojo, no duda en acecharlo. Lo sigue lo más cerca posible, pero lo suficientemente retirado para ocultarse si llegase a girar. Sólo lo hizo dos veces, así qué: el ángel es un idiota o simplemente él es muy bueno en lo que hace.

Desde su posición puede notar que el ángel posee musculatura, no algo abrumador, pero sí es llamativo, igual que el color de cabello; su color de piel es tostado, algo que logra divisar gracias a que la camisa posee un escote de espalda (nunca creyó que eso fuera sexy hasta que lo vio en quien sigue) como si hubiera pasado mucho tiempo bajo las caricias del sol, lo cual es comprensible si se tiene en cuenta que se trata de un ser alado divino.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora