⚜18: Una Melodía⚜ 2/3

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Observa a Bakugo alejarse junto con el ángel, seguramente dispuesto a encerrarse y pasar la noche juntos sin compañía extra, quien vendría siendo Sero, Ochako, Izuku y él. No es que haya querido estar pegado a ellos como lo han estado haciendo desde que abordaron el barco, sino que Eijiro los jaló a todos por todo el lugar.

El entusiasmo del pelirrojo inició desde que llegaron al muelle, el amplio océano recibiéndolos con un oleaje tranquilo y muchísima gente lista para zarpar. Al principio no creyó que fuera buena idea, pero Sero lo necesitaba.

Sigue un poco preocupado por él, el que lo haya visto tan decaído después de varios días de quejarse de su energía y coqueteo, fue un golpe duro, poco a poco puede sobrepasarlo y tratarlo con frialdad como antes, sin embargo, aún no.

— Se llevó mi celular y audífonos —murmura el pelinegro, viendo hacia donde Bakugo y Eijiro han desaparecido—, y me dice a mí que no robe.

— No creo que te haya robado; el ángel no roba.

— Lo acaba de hacer.

— Se lo prestaste, y no le dijiste por cuanto tiempo.

— Sí, Shoto; defiende al pecador —niega con la cabeza antes las palabras dichas, se cruza de brazos y mira hacia el océano, perdiéndose en el inmenso azul—. En nuestra exploración tomados de la mano con el ángel, vi que hay un bar con pista de baile, yo digo que vayamos.

— ¿En serio? —la pregunta hecha por la fémina castaña le hace volver, sintiéndose un poco incomodo por el malestar que ella le causa sin siquiera haberle hecho algo— ¿Quieres a beber?

— Bueno, hace mucho que no subo a un barco, dejando de lado que esta vez pague para subir. Es raro. Una emoción nueva acompañada de una amigable compañía debe de ser valorada, y si sumamos el ir nosotros cuatro a una pista de baile mientras bebemos yo creo que haría todo mejor.

— Somos custodios —Midoriya entrecierra los ojos, viendo con desconfianza al pelinegro—, no es buena idea que hagamos eso.

— Para ustedes no, pero para Ochako y yo sí.

— ¿Por qué nosotros no? —pregunta, viendo al pelinegro alzarse de hombros.

— Es demasiado obvio, ¿no lo crees? Ustedes fueron creados por los dioses para satisfacerlos, pelear sus guerras y demás, y su preso ha estado con ustedes desde que fueron desterrados —bien, eso no lo puede negar—, estoy seguro que lo primero que hicieron al recobrar la memoria fue pensar: ¿qué cadena debo ponerme para que esto no vuelva a ocurrir?

— ¿Y qué tiene de malo pensar así? —cuestiona Midoriya, Uraraka suelta un suspiro.

— Han vivido pensando en como encerrarse, cuando Sero y yo hemos pensado en como morir sin dejar de vivir. Suena contradictorio, sí, pero mientras que ustedes se encerraron para no lastimar a otros, nosotros nos aventuramos a lastimar para aprender cómo no hacerlo —la castaña se pone de pie, colocándose al lado de Sero y Muerte sisea molesta—. Si no aprenden a como vivir con sus presos, no sabrán como morir sin cerrar los ojos.

— Sin arrepentimientos —aclara el pelinegro, volteándolo a ver—. Solo es cerveza y música, ¿a qué le tienes tanto miedo?

— A ti.

— Tranquilo, no llamaré la atención; sé lo celoso que puedes ser.

Se niega a responder, Sero sonríe de lado y dando dos pasos de espalda, se gira y lo ve andar, seguramente hacia ese lugar de "alcohol y música". Está bien, solo irá para que no se meta en problemas y también porque Izuku se ha animado a ir, sabe que lo hace por la castaña. Es más que obvio.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora